Si bien es cierto que la mejor manera de lograr llevar una vida sana es implementando hábitos, sabemos que lo más difícil de crear un hábito es la constancia. ¿Por qué nos cuesta tanto ser constantes? La respuesta es que lo asociamos con rutina y, por lo general, la rutina está marcada en nuestras mentes como algo que nos aburre.
Esta es la razón por la que lo primero que hacen los coaches para motivar a sus atletas es generar un entrenamiento variado en el que siempre haya un factor novedoso y a la vez divertido. Igualmente los nutricionistas que quieren que sus pacientes cumplan con el plan de alimentación establecido, buscan variar el menú para lograr llegar al objetivo.
Sin embargo, cuando se trata de deporte, la rutina no existe. Así como lo lees; no hay un día igual al otro y aunque el trabajo físico sea el mismo o se repita, las sensaciones, emociones e incluso la motivación, no será la misma nunca.
Habrá días en que te sentirás con mucha energía, otros en que la voluntad será la que tenga que imponerse para cumplir con la tarea. Es justo en esos momentos cuando sabrás que cada emoción conlleva un aprendizaje distinto e importante en tu desarrollo como persona.
Cada día se convierte en un descubrimiento de lo que nos sobra y lo que nos falta. En ocasiones sabrás cuáles son esas fortalezas que te ayudan a acercarte cada vez más a tu objetivo y otras te dejarán ver cuáles son las debilidades en las que tienes que esforzarte más para construir una mejor versión de tí mismo.
La constante es el objetivo
Sí existe una constante en el proceso y es esa meta que quieres alcanzar. Para cumplir con el día a día debe haber una razón que te impulse a lograrlo, pase lo que pase, te sientas como te sientas. El objetivo no cambia, lo que se transforma es tu ambición por el éxito.
La fórmula para hacer de la rutina algo divertido consiste en entender que ningún día nos despertamos siendo los mismos y la mejor manera de alcanzar esa meta que te planteaste, es levantarte cada mañana con la voluntad de descubrir quién eres hoy, tener claro qué quieres ser mañana y agradecer lo que fuiste para llegar hasta aquí.