MAR DE LETRAS

Una mirada al mundo de la literatura, con sus obras, autores y anécdotas, desde una perspectiva cercana y fresca

Han Kang y el Nobel de la inquisición digital

Lo que en un principio debió haber sido una oportunidad de oro para añadir voces nuevas a nuestras bibliotecas, se convirtió en una especie de cacería de brujas

Han kang
Ilustración Nobel Prize

Hace exactamente un mes —con respecto al día que escribo estas líneas— se anunció al ganador del premio literario más prestigioso de todo el mundo: el Nobel. Las primeras jornadas de octubre, precisamente, estuvieron marcadas por las expectativas en torno a la decisión de la Academia y, sobre todo, por la incertidumbre.

Descifrar al ganador en estos casos es casi imposible. La crítica, basada en patrones que han seguido desde Suecia en los últimos años, puso los focos sobre Can Xue, escritora china de 71 años de edad, como la persona con mayores posibilidades de recibir el galardón.

Desde 2017 no se entregan dos Nobel consecutivos a autores del mismo sexo; al haber ganado Jon Fosse el año pasado, era casi seguro que la premiada sería una mujer. Además, ha habido cierta alternancia entre autores “occidentales” y “no occidentales”, que permitía intuir una selección asiática.

Al final, para sorpresa de todos, la ganadora ha sido la surcoreana Han Kang, a quien casi nadie tenía en sus listas como favorita. De hecho, a diferencia de nominados como Haruki Murakami o César Aira, Kang hasta ahora era una especie de escritora de culto, que solo había sido leída por aquellos amantes de la literatura oriental, que navegan en aquellos mares tan interesantes.

Sin embargo, lo que en un principio debió haber sido una oportunidad de oro para añadir voces nuevas a nuestras bibliotecas, se convirtió en una especie de cacería de brujas. Muchos de los amantes de la literatura quedaron inconformes con la decisión de la Academia, así que, convencidos de que la surcoreana no merecía el reconocimiento, se lanzaron a Amazon a buscar ejemplares de “La vegetariana” solo para intentar demostrar que estaban en lo correcto.

Las cuentas de Instagram que suelen ofrecer reseñas literarias se llenaron de videos con duras críticas al universo narrativo de Kang, a quien se le acusa en el estrado de decaer en el último tramo de su novela más famosa. Entonces uno se pregunta: ¿realmente vale la pena este juicio? ¡Por supuesto que no!

Tampoco quiero decir que emitir críticas contra un autor y, sobre todo, contra los motivos de la Academia, sea algo malo. Sin embargo, si bien es cierto que el galardón ha convertido a esta autora en la más nombrada del momento, también la ha hecho la más señalada de una situación en la que ella no es culpable.

Yo no he leído a Kang, la verdad, no por ningún prejuicio, sino porque tengo una lista de títulos pendientes que no tengo interés en modificar. Cuando considere adecuado, y si tengo la oportunidad, compraré “La clase de griego”, que de los dos títulos conocidos es el que más me llama la atención.

Por supuesto, tampoco creo necesario salir con una antorcha a quemarla viva luego de leerla, en caso de que no me guste. Creo que ese tiempo es mejor invertirlo en escribir otra columna como esta o en escudriñar algún libro de un autor o autora de Latinoamérica, de esos que tanto me gusta leer.

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