La primera computadora nunca se olvida. Durante la pandemia por COVID-19, Eduardo Rojas, estudiante de computación, vio cómo la educación en Venezuela se dificultó por el acceso limitado a la tecnología, conectividad y fallas en los servicios básicos.
José Martínez, estudiante de medicina de primer año, en 2021 necesitó una computadora para poder continuar con su carrera de pregrado en la Universidad de Carabobo durante las clases online. Con cada trabajo o lectura asignada, el almacenamiento de su teléfono se llenaba, dada su poca capacidad.
Eduardo se enteró de la situación, reunió distintas piezas que tenía en su casa, limpió otras y finalmente recuperó un computador. Sin darse cuenta, inició un ciclo que no termina, al donar una computadora a José y facilitar su proceso de aprendizaje.
Una computadora, una nueva oportunidad
Recuerda con una sonrisa que el objetivo se logró: “Para él fue una bendición. Estuvo muy contento. El hecho de que haya pasado de año en año significa que está usando realmente el equipo para lo que fue destinado”.

La primera donación
José, ahora con 25 años y cursando el cuarto año de medicina, contó que cuando recibió la computadora pudo empezar a leer más e imprimir trabajos de la universidad.
Explicó que para la época era muy difícil comprar una nueva, ya que no contaba con los recursos económicos. “Aun la utilizo, incluso por medio de ella estoy haciendo la redacción de mi trabajo de investigación”.
“Además de favorecer mi rendimiento académico, el hecho de tener una computadora me ayudó en la parte económica, porque ya no me era necesario ir a un ciber y pagar por utilizar una máquina para realizar un trabajo o imprimir algo. Me ayudó a salir mejor académicamente, ya que ahora me tomaba menor tiempo realizar las actividades, leer y también pude organizar todo el material de estudio de una mejor manera”.

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Ayudar a otros, sin importar qué
José fue el primer beneficiado, pero no el último. El proceso empezó nuevamente con publicaciones en las redes sociales personales de Eduardo. Allí pidió a familiares y amigos piezas y procesadores. ¿El objetivo? Donar computadoras a los más jóvenes que necesitaran una herramienta integral para estudiar.
El primer paso fue publicar por redes sociales que necesitaba diferentes partes de computadoras. Después de identificar donantes, Eduardo busca los equipos, que pasan por un sistema de desinfección en su casa en el que prueba cuáles piezas pueden servir o no. Explica emocionado que el final del proceso es armar.
Con los equipos listos, recibe a personas que se postulen para obtener uno y lleva los computadores al joven con el perfil más adecuado. Eduardo fue su primer donante, después vinieron sus amigos y de allí se “regó” la información entre sus conocidos.
El papá de Eduardo también empezó a recibir llamadas sobre computadoras malas. Al ver una en la calle que aún tiene su sistema interno, lo primero que hace es recogerla y entregarla a su hijo.

¿En Venezuela se garantiza la tecnología educativa?
En Venezuela, el acceso a la tecnología está reconocido como un derecho, según el artículo 110 de la Constitución: “El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y soberanía nacional”.
La Constitución establece que, para el desarrollo de esas actividades, el Estado debe destinar recursos suficientes y crear un sistema que se adapte a lo establecido en la ley.
En 2009, el gobierno del fallecido expresidente Hugo Chávez desarrolló el proyecto Canaima Educativo, luego de un viaje a Portugal. Propuso garantizar el acceso de los estudiantes de educación primaria, media, media técnica y universitaria del país a tecnologías de información a través de portátiles y tabletas.
Industrias Canaima C.A. se constituyó en 2011, según reseñan a través de redes sociales, para asumir la producción y fabricación de las piezas de los equipos de computación. En una nota de prensa publicada en la página web del Ministerio de Economía, Finanzas y Comercio Exterior se reseñó que el gobierno entregó, hasta el 2016, 5 millones 177 mil computadoras Canaima. Aunque se expone la entrega de Canaima en planteles educativos, no se ofrecen cifras oficiales actualizadas.
La Fundación Instituto de Ingeniería para Investigación y Desarrollo Tecnológico (FIIIDT), organismo del Estado adscrito al Ministerio para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, menciona que, debido a una supuesta guerra económica, no se han podido ensamblar más equipos. “Esto representa un retroceso en el avance hacia una educación liberadora”.
La ministra para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, aseguró en una alocución durante una tribuna antiimperialista en el 2022 que la cifra de Canaimas entregadas ascendió a 7 millones y medio. “Nuestra industria está afectada por las medidas coercitivas y colaterales terroristas del Gobierno de los Estados Unidos”.
Empoderamiento tecnológico
Eduardo Méndez, coordinador de la ONG Manos por la Niñez y Adolescencia, señaló que, aunque se debe considerar la edad y el ciclo de desarrollo del niño o niña, es importante seguir las sugerencias de especialistas, como la Asociación Americana de Pediatría, para iniciar el uso de la tecnología en menores de edad.
Méndez recalcó que, mientras los niños cuenten con la edad y las condiciones necesarias para manejar estas herramientas, es clave empoderarlos en el uso de redes y herramientas digitales, dado que vivimos en una sociedad hiperconectada. "Las tecnologías pueden propiciar el desarrollo de habilidades que aportan significativamente al aprendizaje, solo si se utilizan desde una perspectiva responsable, crítica, constructiva y fomentando otros aspectos como el autocuidado y la autoprotección. La tecnología puede llegar a ser significativa y positiva porque abre un horizonte de potencialidades y te prepara para resolver problemas, incluso de la vida diaria. Esto es proporcional a una educación de calidad y a un uso crítico de los medios digitales".
Acciones que trascienden
Eddy Padrón contó que cuando llegó a la casa hogar de Refugios Pana había una computadora. Sentado en su lugar favorito, el salón de computación, recordó que su interés por el mundo digital empezó cuando vio a Eduardo reparar los equipos que usaban los niños.
“Le preguntaba: ¿para qué es esto? ¿qué hace esto? Él me explicaba, después comenzó a darme prácticamente un curso”.
A sus 15 años, la mayoría de lo que Eddy ha aprendido ha sido por ensayo y error. Actualmente es quien repara y actualiza las computadoras para que todos puedan usarlas. A pesar de que todavía está en la escuela, quiere estudiar en la universidad una carrera que se relacione con la tecnología, algo que dice es una herramienta útil si se tiene al alcance para estudiar.
En el tiempo que Eddy tiene libre “aprende lo que puede”. Al levantarse para irse, muestra varios equipos en el piso que está reparando.

Alberto Khoury, psicopedagogo y presidente de la fundación Refugio Pana, dijo que para los jóvenes en la casa la tecnología se centra en la información valiosa que puede ayudarlos en su crecimiento. “Se les deja su uso solo para la academia”.
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Khoury comentó que Eduardo llegó a la casa luego de que una institución donó varias piezas de computadoras, que reparó y actualizó para que los jóvenes pudieran utilizarlas. “Las reparaba con los muchachos, pero logró empatía y se convirtió en una figura de autoridad por el conocimiento. No sólo fue la parte profesional, los chicos lo vieron como un ejemplo a seguir”.
El psicopedagogo recalcó que la figura de Eduardo sirvió como una guía vocacional e insistió en que Eddy es el ejemplo de ello: “Él dice: yo sé qué necesita, yo puedo repararla porque ya lo vi”.

Las donaciones continúan
Después de la Fundación Pana, siguió Fundadiversidad, que necesitaba computadoras para ofrecer talleres a niños con recursos limitados en el sur de Valencia. Aunque Eduardo piensa que no es un proyecto grande cree fervientemente que, las 40 computadoras, 2 tabletas y 5 laptops que ha donado con ayuda de su círculo más cercano, son un gran logro.
En promedio, cada equipo lleva de dos a tres horas de trabajo, sin incluir el proceso de selección y la entrega. “Creo que ayudar es parte de cada uno de nosotros. ¿Por qué no ayudar a una persona que tiene una necesidad?”
Eduardo se enfoca en la educación porque, a su juicio, las nuevas generaciones son el futuro del país. Como próximo paso del proyecto se plantea la creación de un espacio donde las personas puedan investigar. “Trato de inculcarles sentido de pertenencia”.
Una vez que los equipos son entregados, los jóvenes tienen solo cinco revisiones en casos de fallas. La medida tiene como fin que su cuidado sea mayor.
Quienes deseen ser parte de la iniciativa de Eduardo pueden donar equipos que ya no utilicen a través de sus redes sociales: @rojase13. Tras ser reparados y donados, recibirán fotografías que muestran el resultado y el joven o fundación beneficiada.

