Desde tiempos coloniales, la mujer venezolana ha desempeñado un papel crucial en la música, tanto académica como popular, ya sea como intérprete, pedagoga, investigadora, directora o compositora. A pesar de los desafíos sociales y culturales, su talento y perseverancia han permitido su evolución en el país, aun con raíces machistas. En la ciudad de Valencia, estado Carabobo, esta influencia ha sido especialmente notable, convirtiéndose en un epicentro de formación y desarrollo musical.
Como ejemplo inicial tenemos la orquesta "El Bello Sexo Artístico", agrupación musical constituida en Valencia, dirigida por el músico José Rius a finales del siglo XIX. Esta orquesta se destacó por estar conformada exclusivamente por mujeres, lo que representaba una innovación para la época, en la que el ámbito musical estaba dominado principalmente por hombres. Bajo la dirección de Rius, "El Bello Sexo Artístico" se convirtió en la primera agrupación femenina de Latinoamérica en ofrecer conciertos de música académica y popular. Su repertorio abarcaba desde piezas clásicas hasta música tradicional venezolana, lo que le permitió ganar reconocimiento en los círculos culturales de la ciudad y más allá. Cabe destacar que las hermanas Henriqueta, Isabel y Luisa Antonia González Guinán (tías de mi padre) y Ana Luisa Codecido (antepasada de mi mamá), fueron integrantes fundadoras de esta novedosa y disruptiva agrupación, sin sospechar que sus descendientes se iban a unir. Pueden consultar mayor información sobre esta orquesta en el magnífico artículo hecho por mi hermana Anamaría: /desde-mi-balcon-el-bello-sexo-artistico/
La historia de la música académica en Valencia se remonta al siglo XIX, cuando surgieron los primeros conservatorios y academias donde, poco a poco, las mujeres comenzaron a tener acceso a la educación musical formal. Aunque inicialmente se les veía más como intérpretes que como creadoras, algunas figuras pioneras rompieron barreras para consolidarse como compositoras y directoras.
Una de las figuras más emblemáticas de la música académica venezolana es la valenciana María Luisa Escobar (1903-1985), compositora y pianista nacida en Valencia. Su legado trasciende la composición de piezas inmortales como “Desesperanza”, pues también fue fundadora del Ateneo de Caracas y promotora incansable de la cultura en el país. Su labor abrió caminos para muchas otras mujeres en el ámbito musical. Como compositora, se formó en París y fue alumna de grandes músicos como Jean Roger-Ducasse, Arthur Honegger y Charles Koechlin.
Ya traspasando los límites de Valencia, una de los principales íconos en la composición musical a manos femeninas fue la pianista Teresa Carreño, quien merece un pormenorizado artículo. Su obra refleja un profundo conocimiento de la técnica pianística y una sensibilidad artística que fusiona la tradición romántica con elementos propios de su identidad venezolana. A lo largo de su vida, compuso valses, mazurcas, polonesas y piezas de carácter más íntimo, como el Himno a Bolívar y Mi Teresita, que destacan por su lirismo y riqueza armónica. A pesar de que su faceta de concertista eclipsó en gran medida su trabajo como compositora, sus obras son testimonio de su genialidad y de su contribución a la música académica, dejando un referente fundamental para las mujeres en la composición.
La modernidad ha traído consigo un resurgir del protagonismo femenino en la música venezolana. Valencia, como ciudad con una rica vida cultural, ha sido testigo del crecimiento de agrupaciones lideradas por mujeres tanto en la dirección, en la interpretación y en la composición, como son los casos de las Voces Claras de la UC, dirigidas por Rosa Ángela Guzmán; “Las Brujas y Zuzón” con Lucia Montanari como directora fundadora; en el campo gaitero, “Las Burbujas” con Carmen Luisa “Lily” Flórez a su mando; “Sofra” liderado por las hermanas Ana Mercedes e Ilse Soto junto a sus primas las Fragosa; en La Isabelica destacaban las “Zulval”, y ya recientemente, “Ellas”, con las hermanas Soto, Lily Flórez, Doraida Melet, Cochi Rincón, Ángeles Ruiz y mi hermana Anamaría.
En nuestra región brilla con luz propia la muy querida y admirada Alecia Castillo, Doctora Honoris Causa de nuestra Universidad, compositora, pianista, docente, investigadora, musicóloga, directora y formadora de formadores. Otro valioso tesoro valenciano fue la cantautora Yolanda Jiménez de Villegas, cuyo legado sigue vivo en nuestra memoria. Y, por supuesto, Lucia Montanari, creadora de numerosas composiciones, todas maravillosas, entre las que destaca la hermosa canción mariana “Era tan solo una mujer” (La mujer sencilla). Y no puedo dejar de mencionar a mi hermana Anamaría, cuyas bellísimas y polifacéticas canciones han resonado en escenarios de muchas partes del mundo, desde teatros de renombre hasta eventos internacionales, llevando con orgullo el gentilicio valenciano a lo más alto.
Jóvenes carabobeñas como Briella y Luissette, cantautoras galardonadas internacionalmente, son un testimonio del brillante futuro que representa a nuestra ciudad, proyectándola con orgullo en el panorama musical.
A medida que el tiempo avanza, es imprescindible seguir apoyando y visibilizando a las mujeres en este ámbito, para así garantizar que su legado y contribución a la cultura valenciana y venezolana se mantenga vivo y en constante evolución.
El 8 de marzo, Día de la Mujer, es una ocasión para honrar y felicitar a todas las mujeres valencianas, carabobeñas y venezolanas, así como a aquellas extranjeras que hicieron de Venezuela su hogar y a las que, al emigrar, llevaron consigo un pedazo de su tierra.
Dedicado a mis compositoras favoritas, Anamaría Correa y Lucia Montanari, dejo este regalo. De María Luisa Escobar, a cargo de Ilan Chester, Desesperanza:
https://www.youtube.com/watch?v=4MBEN4RoVdA