El legado sonoro de Rubinstein: Un pianista para la historia

Su carrera abarcó casi siete décadas, pues su debut fue a los seis años en el Wigmore Hall de Londres, mismo lugar donde ejecutó, por cierto, su último concierto en mayo de 1976, a los 89 años de edad

El nombre de Arthur Rubinstein (1887 – 1982) representa un hito en el campo pianístico. No solo por su virtuosismo, capacidad interpretativa, fama y carisma, sino también por haber vivido en una época muy importante en la transición musical dentro del contexto mundial, tomando en cuenta eventos en pleno desarrollo en un siglo repleto de conflictos y cambios.

Su carrera abarcó casi siete décadas, pues su debut fue a los seis años en el Wigmore Hall de Londres, mismo lugar donde ejecutó, por cierto, su último concierto en mayo de 1976, a los 89 años de edad. Rubinstein nació en Łódź, Polonia, en el seno de una familia judía. Desde pequeño mostró un talento excepcional para el piano. A los 10 años, fue enviado a Berlín para estudiar con grandes maestros, y a los 13 años debutó con la Filarmónica de Berlín. Su carrera despegó rápidamente, llevándolo a tocar en las principales salas de concierto del mundo.

Rubinstein vivió los efectos de la Segunda Guerra Mundial de manera personal y artística. En 1939, al inicio de la guerra, tuvo que abandonar París junto con su familia y emigrar a los Estados Unidos para escapar de los nazis. Como judío polaco, fue un crítico abierto del régimen nazi y, durante el conflicto, realizó múltiples conciertos en Estados Unidos y otros lugares para recaudar fondos y apoyar el esfuerzo de guerra aliado.

A lo largo del conflicto, Rubinstein utilizó su música como una herramienta para alentar y consolar. Por ejemplo, ofreció recitales en hospitales y bases militares para elevar la moral de soldados y heridos. Su postura política también se manifestó en su rechazo a tocar en Alemania tras la guerra y su decisión de apoyar causas relacionadas con los refugiados judíos y la creación del Estado de Israel.

Durante este período, su carrera continuó floreciendo, y muchas de sus interpretaciones más emblemáticas, especialmente de Chopin, le ayudaron a consolidar su reputación como uno de los pianistas más grandes de la historia. La guerra no solo afectó su vida personal, sino que también fortaleció su compromiso con el arte como medio de resistencia y expresión.

Algo curioso de Rubinstein y que lo separa un poco del resto de los grandes pianistas contemporáneos, es que vio la evolución de la tecnología como difusión de su arte sonoro. Además de presentarse en escenarios de teatros y salas íntimas para audiencias exclusivas en recitales únicos, centró su atención en construir una prolífica trayectoria discográfica que se extendió por varias décadas, dejando un valioso legado en el ámbito de las grabaciones musicales.

Su afición por grabar comenzó con discos de 78 RPM en la década de los veinte y treinta, al interpretar / grabar obras de compositores clásicos como Chopin, Brahms y Schumann. Estos registros tempranos destacaron por su expresividad y técnica refinada, marcando el inicio de su reputación como uno de los grandes intérpretes de Chopin. Es importante resaltar las limitaciones tecnológicas de la época, donde no era posible realizar ediciones, cortes, mejoras, ajustes de sonido o ecualización.

Con la llegada de los discos de larga duración (LP) y más tarde del sonido estéreo, Rubinstein grabó extensamente para RCA Victor. Fue pionero en aprovechar las tecnologías de grabación en evolución, lo que le permitió registrar ciclos completos de obras maestras, como los conciertos para piano de Beethoven y el repertorio completo para piano de Chopin. Su colección incluye 82 volúmenes, que suman 94 CDs y más de 106 horas de música, siendo esta una de las colecciones más extensas y cuidadas de un pianista de su era​.

Rubinstein también fue uno de los primeros en realizar grabaciones estéreo, comenzando en los años 50, lo que añadió una dimensión más rica y realista a sus interpretaciones. Estas grabaciones, como su ciclo de los Conciertos de Brahms con la Sinfónica de Chicago bajo la dirección de Fritz Reiner, son consideradas hitos en la discografía pianística. Su enfoque musical siempre buscó capturar la espontaneidad y la emoción del momento, cualidades que se reflejan en sus grabaciones en vivo, como sus recitales en el Carnegie Hall y en Moscú en los años 60.

Rubinstein no solo grabó por el interés técnico, sino también para preservar su legado artístico y compartir su amor por la música con futuras generaciones, asegurándose de que sus interpretaciones siguieran siendo apreciadas mucho tiempo después de su retiro​.

Rubinstein se caracterizaba por su ecléctico repertorio, que abarcaba desde los clásicos vieneses hasta obras modernas, pasando por compositores españoles como Albéniz y Granados. Además, grabó trabajos de compositores contemporáneos, ayudando a popularizar sus obras.

En conjunto, el entusiasmo de Rubinstein por las grabaciones y su dedicación a registrar su arte garantizan que su legado continúe inspirando a generaciones de músicos y melómanos. El maestro falleció tal día como hoy, 20 de diciembre, en Ginebra, Suiza.

Para contextualizar lo anteriormente mencionado, recomiendo el siguiente video: https://www.youtube.com/watch?v=8K4ZwA2nQqI donde el maestro, casi octogenario, toca un complicado repertorio con obras de Chopin, Schumann, Debussy e incluso, del brasileño Heitor Villa-Lobos.

 

[email protected]

 

 

Únete a nuestros canales en Telegram y Whatsapp. También puedes hacer de El Carabobeño tu fuente en Google Noticias.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

Newsletters

Recibe lo mejor de El Carabobeño en forma de boletines informativos y de análisis en tu correo electrónico.

El legado sonoro de Rubinstein: Un pianista para la historia

Juan Pablo Correa

Activa las notificaciones Lo pensaré