La Navidad venezolana, la mejor del mundo

Somos de los pocos países en el mundo que tiene no un género musical navideño sino varios, como el aguinaldo, la parranda y la gaita

Siempre he pensado que las Navidades más bonitas del mundo son las nuestras, las venezolanas. Hay cuatro cosas que la caracterizan. Primero, en Venezuela quien trae los regalos en Navidad el 25 de diciembre es el Niño Jesús. De hecho, ya hasta tenemos expresiones como “este es mi Niño Jesús”, para referirnos a un regalo que nos han dado. “Santa Claus”, “Papá Noel”, “San Nicolás”, el “Viejito Pascuero” o como quieran llamarlo, es un adorno y podemos verlo personificado en tiendas, para que los niños se fotografíen, pero “el Niño Jesús es el Niño Jesús”. Y la costumbre española de los Reyes Magos, preciosa, no todo el mundo la cumple aquí. En todo caso, además del Niño Jesús, los Reyes también traen algo, pero el 6 de enero.

Segundo, el menú en la Nochebuena es el mismo en casi todas las casas: hallaca, ensalada de gallina (aunque sea de pollo), pernil (o asado negro) y pan de jamón. Y eso de que “la mejor hallaca la hace mi mamá”, es la expresión más certera que podemos escuchar. Tercero, el aguinaldo como presente, como regalo, usado también en otros lugares de Latinoamérica, no falta, o no faltaba cuando teníamos otra Venezuela.

Y cuarto, somos de los pocos países en el mundo que tiene no un género musical navideño sino varios, como el aguinaldo, la parranda y la gaita. El desarrollo musical de los aguinaldos venezolanos encuentra sus raíces en el villancico europeo, que llegó a América entre los siglos XVI y XVII, pero se fue adaptando y enriqueciendo con el tiempo. Al fin y al cabo, somos una mezcla de razas.

Según la investigadora Gisela Guilarte, el aguinaldo venezolano puede clasificarse de acuerdo a su carácter, en aguinaldo de parranda y aguinaldo religioso. El de parranda se refiere a la fiesta navideña, a la celebración, el ánimo y la diversión, mientras que el religioso, se relaciona con los temas cristianos. El maestro Luis Felipe Ramón y Rivera los llama “aguinaldos divinos” y “aguinaldos profanos”. Y sin embargo, aunque uno llama “parranda” al grupo musical que canta aguinaldos, también se llama “parranda” a “la parranda carabobeña”, otro género diferente que se caracteriza por sus improvisaciones. Algunos dicen que nació hace ciento ochenta años en Yagua, otros en Güigüe y la mayoría afirma que fue en Central Tacarigua. Pero hay parrandas en toda Venezuela, especialmente en los estados centrales.

Ahora, nosotros tenemos algo que es un privilegio concedido por el Vaticano a nuestra Iglesia. Y es que prácticamente, en ningún otro lugar se celebran las Misas de Aguinaldo, a excepción de las Islas Canarias, en España y Filipinas, que fue colonia española. Del 16 de diciembre hasta el 24, la mayoría de los templos y capillas venezolanas celebran estas misas bien temprano en la mañana. Esta hermosa tradición venezolana que data de los tiempos de la colonia, sirve como preparación para el Nacimiento del Niño Jesús. Hace unos años, el horario era entre las cinco y seis de la mañana. La inseguridad logró que, en algunas comunidades, se llevaran a cabo en la tarde y hoy en día vemos con placer, que están regresando a su horario tempranero.

Hace más de cincuenta años, recuerdo con cariño cuando el padre José María Rivolta, aún salesiano y promotor de las “misas de la juventud”, nos invitó a mis amigos de la adolescencia, María Eugenia Correa, Luis Escalante, Álvaro Granadillo y a mí, a cantar en una de las Misas de Aguinaldo de la Agronómica Salesiana, en la Redoma de Guaparo. Ya habíamos participado con nuestro grupo gaitero, “Los Halcones del Norte”, alternando con “Sofra”, otro grupo gaitero formado por las familias Soto y Fraíno. Actuamos sobre una tarima en el estacionamiento, donde también se realizaban patinatas, mientras las mamás y las abuelas ofrecían chocolate caliente y arepitas dulces. El hecho es que ensayamos varios de los aguinaldos más conocidos, consiguiendo un repertorio bien bonito, a cuatro voces, imitando los arreglos del “Quinteto Contrapunto”, tan de moda en aquellos días. Y lo hicimos tan bien, que el padre Rivolta nos pidió que cantáramos en la Misa del 24 de diciembre, a las 8 de la noche. Así que tratamos de montar más aguinaldos, para no repetir los que ya habíamos cantado.

La canción que nos quedó más bonita era originalmente una gaita que, en voces del “Quinteto Contrapunto”, sonaba a aguinaldo. Y nos salía tan linda, que la dejamos para la Comunión. Fue una sorpresa, porque no le dijimos a ningún adulto cuál sería nuestro repertorio. Llegado el momento, en plena Comunión, cantamos nuestra gaita en aguinaldo, “La Cabra Mocha”. La cara del padre Rivolta era un poema. Mucho más cuando el solista, Álvaro Granadillo, cantó la estrofa “mi mamá me dijo a mí, que no me case con tuerta, porque cuando están dormidas, parece que están despiertas”. Muchos reían, pero había gente muy seria. La observación que más recuerdo es la de misia María Noda, abuela de María Eugenia, que nos dijo: “cuando comulgué, sentí que la Hostia se me atoró”.

La verdad es que más nunca nos invitaron a cantar en una Misa de Aguinaldo y años más tarde, cuando el padre Rivolta estaba al frente de Hogares CREA, me comentó entre risas que Monseñor Lebrún, Obispo de Valencia, lo llegó a regañar por ser tan permisivo con los jóvenes, a lo que Rivolta le respondió que por eso los jóvenes siempre lo buscaban.

De lo que no hay duda es que este tipo de tradición, no solo refuerza la fe, sino que también promueve de alguna manera, la unidad y la alegría entre los feligreses. Además, crea recuerdos inolvidables y celebra el auténtico espíritu de la Navidad en Venezuela, la mejor del mundo.

 

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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La Navidad venezolana, la mejor del mundo

Anamaría Correa

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