Sí, claro que sí, FIGA otra vez. El Festival Intercolegial de Gaitas y Artes, FIGA ha significado mucho para mí desde su fundación en 2016. Y no solo para mí, sé que también lo ha sido para mucha gente, jóvenes, niños, padres, músicos, en fin, para una gran cantidad de valencianos.
Ya la primera vez que escribí sobre esta maravillosa fiesta que es FIGA hice mención de que Venezuela es uno de los países que mejor celebra la Navidad, con música propia y de diferentes tipos: el aguinaldo religioso o villancico, el profano, la parranda y la gaita. No es un género navideño, son varios. Y, aunque siempre en octubre comenzaban a escucharse gaitas, este año Nicolás Maduro decretó que la Navidad arrancaría desde el primero de octubre. Como las cosas obligadas nunca agradan, vimos cómo algunos negocios, con cierto desgano jamás demostrado anteriormente, fueron decorando de navidad sus locales, pero sin música. La música que comenzamos a escuchar fue gaita y justamente la que FIGA ha ido llevando a través de sus colegios participantes, a diferentes lugares, especialmente al centro Sambil Valencia, donde inició el llamado “Camino a FIGA”.
Todos los miércoles, desde el pasado veintiuno de noviembre, los quince colegios que competirán, han ido visitando ese escenario, de cuatro en cuatro. Así van compartiendo sus gaitas y alegrías con el público valenciano, desde una tarima situada en la segunda base del centro comercial y el público eufórico les demuestra que es maravilloso lo que están haciendo. Han tenido el apoyo de la Orquesta Sinfónica de Carabobo y del Coro del Centro de Capacitación Musical Teresa Carreño, ahora Teresa Carreño Academy.
FIGA a mediados de año comienza con los talleres de capacitación, porque muchos de los músicos al graduarse se retiran y los nuevos integrantes llegan ávidos de conocimientos musicales, referentes a la gaita, este maravilloso género musical que desde 2014 fue declarado patrimonio cultural de Venezuela.
Recuerdo que, como hubo problemas para integrar a los colegios públicos, se hizo un esfuerzo en Naguanagua, cuando el padre Rafael Paredes era vicario de esa parroquia y se formó un grupo con varios niños de escuelas y liceos públicos. Ahí nació “Figaita”. Las docentes gaiteras que entrenaron a los chicos fueron la ingeniero y maravillosa cuatrista Gloria María González, que tiene un corazón más grande que ella misma y quien le hace la competencia en bondad, nuestra querida Arvelia Sánchez de Sequera, instrumentista y cantante, esposa y madre de músicos. Ambas residen lejos, una al sur de Valencia y la otra en Guacara y, sin importarles el trayecto, hasta Naguanagua, ahí estuvieron siempre para esos niños y Figaita fue todo un éxito.
De Figaita surgió Will Salazar, un chiquillo que ya creció, con una voz extraordinaria y una escena maravillosa que no ha abandonado FIGA. Ahora es parte tanto del “Team FIGA” como del “Dream Team FIGA”. Son estos, dos pequeños conjuntos gaiteros conformados por muchachos de diferentes colegios de la ciudad. El primero nació por idea de uno de los docentes. Reunió a aquellos chicos que se habían destacado dentro de sus “equipos gaiteros”, por su calidad interpretativa. Recordamos ahí a Elexandra Nava, a Miguel Tejada, a Daniela Martínez, a Astrid Albornoz y a tantos otros, quienes, en su mayoría, hoy pertenecen a grupos profesionales.
El “Dream Team FIGA” está conformado por estudiantes de diferentes colegios que fueron escogidos por el público a través de las redes. Muchos chicos publicaron videos donde mostraban sus capacidades musicales y contaban sus deseos de ir a Maracaibo a cantarle a La Chinita. Los quince muchachos que recibieron más “likes” resultaron: Ricardo García de Apucito; Yoelmi Pinto, Abraham Franco, Daniel Miranda y Samuel Noguera del Santa Rosa; Montserrat Paredes, Victoria España y Antonella Moratinos del María Montessori; Paola Bermúdez y David González del Colegio La Salle; Inmer Benítez y Sabrina Soto, del Sagrado Corazón y Will Salazar de Figaita. No sabemos todavía cuándo se cumplirá el sueño de cantarle a nuestra Señora del Rosario de la Chiquinquirá, pero seguro se hará realidad. Al menos ya sabemos quiénes irán.
Tenemos muchachos que aman FIGA a tal extremo, que hoy nos acompañan en otras actividades. Por ejemplo, Verónica Bermúdez, del colegio Sagrado Corazón, ahora adulta, es la animadora de los “Caminos a FIGA”; Anniela Carracedo, desde Estados Unidos siempre nos muestra su preocupación por FIGA, digamos que es nuestra representante en ese país; Stefanny Peña, del Colegio Patria Soberana, quien hoy es periodista, es nuestra coordinadora de medios; Isrrael Rodríguez representa a su colegio Santa Rosa en cualquier evento y es uno de los docentes o guías de los estudiantes. Hay papás que ya han pasado por FIGA y no nos dejan, como Tibaire Altuve, Leo Quintana o Nieves Arismendi y hasta algunas que se enamoraron del proyecto, aunque su hijo futbolista, jamás estuvo en FIGA, como el caso de Yelitza Martínez Brett.
He tenido la difícil tarea de ser jurado en varias oportunidades y hay algo que siempre les digo, todos son ganadores, porque el hecho de tener esa vivencia, ya es una ganancia para todos. Sin duda, FIGA ha revitalizado el interés por la gaita entre los jóvenes, ha unido familias y ha hecho que los valencianos se sientan orgullosos de nuestra música.
En la rica diversidad cultural de Venezuela, las tradiciones musicales y culturales no solo son residuos del pasado, sino hilos vitales que entretejen ese lienzo social de nuestro presente. Para el joven valenciano, mantener vivas estas tradiciones es un acto de amor y resistencia, es una forma de honrar a los gaiteros y de fortalecer nuestra identidad nacional.
Solo me resta Invitarlos amigos lectores, hoy miércoles y el que viene también, a los dos “Caminos a Figa” que se harán en el Sambil, a partir de las cinco de la tarde. Pueden de igual manera, acompañarnos al festival intercolegial de gaitas y artes, según la información que nos darán en las redes, para que se involucren en la preservación de la gaita, patrimonio cultural de nuestro país y verán cómo ganamos todos.
Anamaría Correa