MAR DE LETRAS

Una mirada al mundo de la literatura, con sus obras, autores y anécdotas, desde una perspectiva cercana y fresca

La inmadurez en la literatura

En la actualidad, hay un extenso mercado de textos ligeros, hechos para simular en los lectores ese subidón que se experimenta al pasar de un reel a otro

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He visto a muchos de mis contemporáneos —personas nacidas a finales del siglo pasado y principios de este— promocionarse en redes sociales como expertos en determinadas áreas. Sinceramente, tengo la certeza de no serlo en nada. El mundo actual nos ha hecho creer que es posible tener carreras longevas, exitosas y, sobre todo, precoces sin hacer demasiado esfuerzo, sin “quemarse las pestañas” como Dios
manda. De nuevo, lo pongo en duda.

Y si no domino con maestría muchos de los temas que me interesan, en la literatura directamente me siento insignificante. Eso no está mal; por el contrario, es el primer paso para intentar cosechar algo que valga la pena —tarea sin garantías, por cierto.

Estos pensamientos dispersos me han venido al ver a algunos aspirantes a escritores también jóvenes que, por haber completado uno o varios manuscritos extensos, ya se sienten en la capacidad de dictar juicios y normas sobre un arte que tiene siglos de historia. Sobra decir que esto no es más que una simple ilusión, producto de la inmadurez.

Creo que sería bueno erradicar de raíz estas ideas, que pueden haber surgido de la predilección por los libros comerciales. En la actualidad, hay un extenso mercado de textos ligeros, hechos para simular en los lectores ese subidón que se experimenta al pasar de un reel a otro; las personas, al ver que esos escritos se convierten en superventas que llevan a sus creadores a la fama, llegan a considerar que esa es la
verdadera esencia de la literatura.

La situación puede llegar a ser preocupante si nos planteamos qué será lo que vamos a leer mañana, partiendo de esta generación, y qué legado vamos a dejar luego de nuestro paso. Dudo que dentro de tres o cuatro siglos en las universidades se analice el mensaje detrás de un romance de vampiros y hombres lobo. Por supuesto, en este caso, como en todas las encrucijadas que aparecen en el mundo de los libros, la
respuesta está en los clásicos.

Aunque no lo son todo, las grandes obras de la historia nos demuestran cuál es el camino a seguir para convertir nuestras realidades en letras maduras que puedan perdurar en el tiempo. Esos textos no son tan reconocidos por las alabanzas de los intelectuales, sino porque su forma y fondo les permitieron convertirse enestandartes de sociedades y momentos históricos.

Tampoco me gustaría que se malinterprete mi mensaje: no tiene nada de malo escribir desde la inmadurez; de hecho, el otro día escuchaba a Carolina Sanín —reconocida y controversial crítica literaria colombiana— decir que en esa falta de experiencia había cierto encanto por parte de los autores noveles.

La única tarea pendiente es, entonces, voltear la mirada hacia otros destinos que nos sirvan de inspiración, más allá de lo que hay en Wattpad. Quizás, un lejano lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, sería un buen punto de partida.

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