Los problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad, cuestan a la economía global un billón de dólares estadounidenses anuales en pérdida de productividad.
Organización Mundial de la Salud
El impacto emocional en el desempeño del humano ha sido un tema muy interesante y relevante en el mundo organizacional. Las emociones influyen directamente en cómo las personas se sienten en su trabajo, su productividad y cómo interactúan con sus compañeros.
Por un lado, las emociones positivas -como la alegría y la satisfacción- pueden aumentar la motivación y la creatividad. Cuando los trabajadores están contentos, tienden a colaborar mejor con los compañeros de trabajo y a entender los desafíos con una actitud más proactiva. Eso sí, se entiende muy bien lo que es colaborar: co-laborar, laborar en conjunto. Colaborar no es “ayudar”.
Por otro lado, las emociones negativas -como el estrés o la frustración- pueden afectar la concentración y el rendimiento de los trabajadores. El estrés prolongado puede llevar al agotamiento y disminuir las capacidades de concebir, adoptar e implementar decisiones efectivas.
Además, el entorno laboral también juega un papel crucial. Un ambiente de trabajo positivo (agradable, armónico, dotado y más), que fomente el apoyo emocional, puede ayudar a mitigar los efectos negativos de las emociones adversas y potenciar el bienestar general de los trabajadores.
La salud mental juega un papel fundamental en la vida de cualquier persona y, como fue mencionado en los párrafos anteriores, en el ámbito laboral no es la excepción. El bienestar emocional de los trabajadores está directamente relacionado con su productividad y, por ende, con el éxito de las empresas. Sin embargo, el estrés, la ansiedad y otros trastornos mentales son cada vez más comunes en el entorno laboral, lo que repercute negativamente en el desempeño diario.
La importancia de la salud mental en el entorno laboral
La salud mental en el trabajo ha pasado a ser una de las principales preocupaciones tanto para empleados como para empleadores. Por cuanto que, debido a la falta de concentración, el aumento del absentismo y el burnout (mente recalentada, fundida: agotada), entre otros factores negativos en el mundo organizacional, se incrementan de manera exponencial.
Un entorno laboral saludable promueve no sólo el bienestar físico, sino también el bienestar emocional, ya que el equilibrio entre ambos influye directamente en el desempeño del trabajador. Cuando una persona experimenta un estrés crónico (sostenido), su capacidad para concebir, adoptar e implementar decisiones, resolver conflictos y/o problemas, y mantenerse enfocado disminuye considerablemente. El impacto es más visible en entornos exigentes o bajo alta presión, donde el rendimiento laboral puede verse seriamente comprometido. El gran impacto del estrés “crónico” se entiende fácilmente al recordar lo que causa mantener un vaso lleno de agua en la mano sin apoyar durante un instante, lo cual es diametralmente distinto a lo que provoca mantenerlo igualmente, pero durante 3 horas.
El estrés laboral es uno de los factores que más inciden en el deterioro de la salud mental de los trabajadores. La sobrecarga de tareas, los plazos ajustados y la presión constante para alcanzar metas y objetivos pueden desencadenar problemas como ansiedad, irritabilidad, angustia y falta de motivación. Según estudios recientes, el estrés en el trabajo afecta a un gran número de trabajadores en todo el mundo y sus consecuencias no solamente se reflejan en el estado emocional, sino también en el rendimiento.
El impacto del estrés en el trabajo puede manifestarse en diferentes modos, desde un bajo nivel de energía hasta una mayor propensión a cometer errores. Además, el estrés no gestionado adecuadamente puede llevar a problemas físicos como dolores de cabeza, insomnio, fatiga, taquicardia, hipertensión arterial sistémica y muchas otras anomalías funcionales… lo que también afecta la productividad laboral.
La ansiedad, la depresión y la angustia son tres de los trastornos mentales más comunes que influyen en el desempeño profesional. Generan una disminución significativa en la capacidad de los trabajadores para realizar bien sus tareas diarias. En el caso de la ansiedad en el trabajo, la preocupación constante y la sensación de no estar a la altura de las expectativas laborales pueden llevar a la procrastinación y a una baja calidad en la ejecución de las tareas. La depresión, por su parte, puede provocar desmotivación, aislamiento y la incapacidad de disfrutar de las actividades laborales que antes eran satisfactorias. La angustia lleva hacia desajustes psíquicos y orgánicos con secuelas de mal pronóstico.
Como fue mencionado anteriormente, este trio de trastornos mentales generan una cadena de consecuencias negativas que se proyectan por fuera del entorno laboral. Según la OMS, la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo y su prevalencia en los lugares de trabajo es alta. Por ello, es fundamental identificar los síntomas a tiempo para evitar que afecten el rendimiento laboral y el bienestar general. A mayor depresión, más cercanía al deseo de dejar de existir.
El burnout o síndrome de agotamiento profesional es una condición que afecta a los trabajadores sometidos a altos niveles de estrés durante períodos prolongados. Este síndrome se caracteriza por un cansancio extremo, una actitud cínica hacia el trabajo y una disminución de la eficacia profesional. En muchas ocasiones, el burnout laboral es el resultado de la falta de reconocimiento, ausencia de apoyo o por actuar con recursos inadecuados para realizar el trabajo de manera efectiva.
Un trabajador que experimenta burnout no sólo tiene dificultades para mantener su productividad, sino que también puede llegar a desarrollar enfermedades físicas como hipertensión arterial sistémica, trastornos digestivos severos (úlceras, sangramientos, rectocolitis, etc.) o problemas del sueño, todas derivadas de la salud mental deteriorada. Además, los trabajadores con burnout suelen sentirse emocionalmente distanciados de sus compañeros y de la propia empresa, lo que afecta la cohesión del equipo.
Los problemas de salud mental tienen un impacto directo en el absentismo laboral. Los empleados que sufren de estrés, ansiedad, depresión o angustia tienden a faltar más al trabajo, lo que a su vez afecta la productividad general de la empresa. Así, el absentismo prolongado puede derivar en una rotación alta del recurso humano (despidos, renuncias), lo que incrementa los costos asociados con la contratación y la formación de nuevos trabajadores. Por esto es importante destacar que un ambiente laboral que no cuida la salud mental de sus trabajadores tiende a generar una alta rotación laboral contraproducente.
Los trabajadores no se sienten valorados ni apoyados, lo que les lleva a buscar nuevas oportunidades en empresas que ofrezcan mejores condiciones de trabajo. En este sentido, cuidar la salud emocional de los trabajadores no sólo beneficia su rendimiento, sino también la estabilidad de la empresa.
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