Excarcelados 59 presos políticos en Carabobo, pero más de 100 recibirán el 2025 en Tocuyito

La mayoría de los excarcelado son de otros estados del país y fueron dejados en el terminal Big Low Center

Tocuyito
La mayoría de los excarcelados fue llevada al Big Low Center (Foto: Cortesía)

Sonreír era inevitable. La “libertad” se dibujaba en el rostro de quienes fueron excarcelados este 31 de diciembre del Internado Judicial Carabobo, tras más de cuatro meses como presos políticos. Se bajaron emocionados del bus rojo y la camioneta Van blanca, en los que fueron trasladados desde el penal de Tocuyito, pero también desorientados, algunos sin saber a dónde ir, cómo regresar a casa o sintiéndose débiles.

A las 11:42 a.m. una madre en las adyacencias de la cárcel recibió una llamada. “Lo van a soltar”, gritó al instante. Su otro hijo encendió la moto y se la llevó, mientras que el papá de quien había avisado desde la celda cruzó rápido la autopista y se subió a la unidad de transporte público con dirección al terminal de pasajeros Big Low Center, el lugar a donde han llevado a la mayoría de los recientes excarcelados.

Al mediodía, varios familiares estaban en diferentes zonas del terminal, caminaban de un lado a otro, observaban hacia diferentes direcciones, pero no veían a sus seres queridos. Decidieron dividirse, algunos estaban en la esquina de una panadería donde habían dejado a otros presos políticos en días anteriores y otros cerca de la entrada principal del Big Low y, para su sorpresa, el bus y la Van se estacionaron en otra calle adyacente de la que comenzaron a bajarse, en su mayoría, jóvenes.

“Van a buscar a más”, gritaban a quienes esperaban en lugar mientras caminaban sin saber bien a dónde dirigirse con su boleta de excarcelación en mano y, algunos, con una bolsa llena de unas pocas pertenencias.

En la calle después de más de cuatro meses

Era fácil reconocerlos. Además de tener el corte de cabello bajo, vestían mono deportivo negro o gris y franela y zapatos deportivos de diferentes colores. La ropa se las entregaron los custodios la mañana del viernes, y el calzado hace un par de semanas.

Familiares los agruparon en una esquina cerca de la entrada del terminal y, sin conocerlos, les prestaron sus celulares para que se comunicaran y avisaran dónde estaban para que los buscaran o se gestionara su retorno a casa.

“Yo le voy a llegar de sorpresa a mi mamá”, dijo con alegría uno de los jóvenes residente de La Guaira. Se había puesto de acuerdo con otro que se iría con su familia en taxi hasta ese estado. Ellos viven cerca, en la misma urbanización y cuadra, pero no se conocían hasta que les tocó compartir celda en Tocuyito y se apoyaban en todo.

Otros apenas podían caminar. “Estoy muy mareado”, expresó uno de ellos a quien la esposa de un preso político que, hasta esa hora, aún no había sido excarcelado, lo llevó poco a poco hasta un lugar con sombra, lo sentó en el piso, le dio agua y caramelos y le sopló aire con un pedazo de cartón hasta que recuperó el color y el ánimo.

El temor infundado

“Mamá, estoy libre, vengan a buscarme en el Big Low”, dijo a través de un teléfono prestado uno de los jóvenes quien no colgó la llamada sin antes hacer algunas advertencias: “dile a mi papá que no le diga a nadie, nadie se puede enterar, me buscan y me encierro en la casa”.

Quienes viven en otros estados caminaron por el terminal en búsqueda de un transporte que los llevara a casa (Foto: Cortesía)

El temor entre ese primer grupo de excarcelados de la víspera de Año Nuevo era evidente. Todos estaban muy pendientes de que nadie hiciera fotografías ni videos porque les dijeron que si se hacía público algo los volvían a llevar a la cárcel.

También les hicieron firmar un documento en el que se comprometen a no publicar nada en redes sociales ni declarar a la prensa sobre sus días en prisión. “Nos dijeron que no podíamos salir de la casa hasta después del 15 porque corremos el riesgo de que nos agarren otra vez”, dijo uno con nerviosismo”.

Se pudo conocer que fueron 59 los excarcelados este 31 de diciembre de Tocuyito, pero no todos llegaron al terminal de pasajeros. Al menos cinco fueron dejados cerca del puente Boquete en la autopista del sur, y otros tres unos metros más adelante.

La víspera de Año Nuevo frente a Tocuyito

Desde temprano, las lágrimas se hicieron presente. Era difícil contenerlas para quienes tienen más de cuatro meses concentrándose a diario al frente del penal de Tocuyito esperando noticias positivas.

Algunos de ellos, provenientes de otros estados como Trujillo, Táchira, La Guaira y Lara han dormido sobre cartones en las aceras cercanas.

“Yo el 24 estaba deprimida y me paré en la pasarela a gritar, pero hoy estoy peor, no tengo fuerzas para nada”, expresó una madre sin poder ocultar las lágrimas.

Entre ellos conversaban, recordaban cómo nacieron sus hijos, cómo eran en la escuela, lloraban y se reían al mismo tiempo y coincidían en que sus seres queridos, aun tras las rejas, les habían dicho que si no eran excarcelados para Año Nuevo, no se quedaran a pasar la noche ahí en plena vía. Pero los que son de otros estados, no tienen más alternativa.

Con impotencia pidieron a la directora del penal que ordenara todas las excarcelaciones como había prometido que haría antes del 30 de diciembre y recordaron que el 25 y 26 no hubo ninguna y, el resto de los días, solo salieron grupos de no más de 30 presos políticos.

Ellos se reconocen más delgados porque no les provoca comer y aseguraron que toman agua con frecuencia para hidratarse bajo el sol que siempre está presente sobre ellos en Tocuyito. También admitieron que los detenidos han cambiado de color de piel, “los morenos están blancos porque no reciben luz del sol”.

Del comando a Tocuyito

Mientras no dejaban de revisar sus teléfonos con la esperanza de una llamada con la noticia de la excarcelación de su ser querido, también recordaron que cuando estaban recluidos en comandos policiales la realidad era distinta.

En la sede de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de Los Guayos, por ejemplo, aunque había alrededor de 50 personas en una sola celda, los detenidos en el contexto postelectoral podían hacer una llamada de una hora al día al pagar un dólar y sus familiares podían verlos al menos tres veces a la semana y llevarle comida a diario. "Ke hacía lo que le gusta y eso me hacía sentir bien”, dijo una de las madres.

Pero al llegar a Tocuyito, cuyos traslados comenzaron el 25 de agosto, todo cambió. Los presos políticos solo pueden hacer una llamada de tres minutos cada 15 días, recibir visitas de 30 minutos cada dos semanas sin tener mayor contacto físico y deben conformarse con la alimentación que les suministran en el penal que, por lo general es arroz o arepa con frijoles.

Y desde hace algunas semanas les permitieron a los familiares llevarles cinco litros de agua y algunos paquetes de galletas y caramelos, cada 15 días.

Después de Navidad les activaron una visita especial de 9:00 a.m. a 4:00 p.m., un grupo la recibió el jueves 26 y el otro el viernes 27. En esa oportunidad fue diferente, permitieron el acceso a más personas, que pasaran el día adentro y hasta que abrazaran a sus familiares.

Pero, al salir de ahí, se llenaron de esperanza de que sería la última visita y que verían a sus hijos y esposos nuevamente en libertad. Eso no ha sido posible para más de 100 que, hasta las 5:00 p.m. de este 31 de diciembre, seguían en las celdas de Tocuyito.

En el momento y lugar equivocados

Aunque la mayoría ya conoce sus historias, luego de compartirlas en las largas jornadas afuera del penal, en esta víspera de Año Nuevo recordaron las desafortunadas detenciones. “Yo le dije ese día por video llamada que no saliera, pero igual lo hizo y lo agarraron al frente de la casa”, narró un padre que tiene más de seis años sin ver a su hijo, desde que migró y se regresó al enterarse de que había sido detenido.

También narraron los casos de quienes salieron a una cancha a jugar o fueron a la barbería y fueron llevados por cuerpos de seguridad en los intensos operativos realizados los días siguientes a la elección del 28 de julio.

Y, pese a que todos evitan hablar de política, una madre se atrevió a decir que ella y su esposo siempre habían votado por el oficialismo y que su hijo, aún preso en Tocuyito, le dijo en una de las visitas “tuvo que pasar esto para que se dieran cuenta que no estamos en democracia”.

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