Relatos ingeniosos de hechos y personajes
Bien temprano en la mañana
agarré mis macundales
¡Me voy pa’ Güigüe! Me dije
…pasaron los carnavales
(Güigüe es la capital del municipio Carlos Arvelo, del estado Carabobo)
Me fui directo a la iglesia
nuestra Virgen del Rosario,
es miércoles de ceniza,
la misa la dio el vicario
Habló de lo relevante
de esta fecha en el misario,
y la ceniza en la frente
todo un gran significado
Hoy comienza la Cuaresma
es tiempo de conversión,
esta fiesta de la Pascua
se acerca a tu corazón
Y ya saliendo del templo
me encontré a Wendy Morales,
y con Teresa Carrillo,
dos maestras ejemplares
Después de hablar un poquito
les conté que yo quería
conocer la tradición
que ahí en Güigüe existía
El Entierro de la Sardina
el miércoles de ceniza.
Y me dicen con tristeza;
eso ya no se realiza
Si quiere le cuento el cuento
del cómo aquí se hacía,
porque hoy solo es recuerdo
en esta tierra tan mía
Dicen que esta tradición
en España nacería
y junto con los migrantes,
a estas tierras llegaría
Existen varias versiones
del cómo esta fiesta nace,
mi amiga Wendy me dijo;
porque hacerlo bien me place
la primera
Una de las versiones trata de una fiesta agrícola en las afueras de Madrid, cuando los agricultores de la zona enterraban un cerdo para el fin de los carnavales y le denominaba el “Entierro de la Cerdina” . A través del tiempo y tal vez por enredos lingüísticos, terminó como el “Entierro de la Sardina.”
Y el símbolo del cerdo se cambió por el de la sardina
la segunda
El entierro de la sardina nace del regalo que hizo Carlos III al pueblo de Madrid con motivo del comienzo de la Cuaresma. Tuvo a bien hacer un pedido de sardinas para regalar al pueblo español. Fue pescado y no carne ya que la abstinencia es una penitencia habitual de este tiempo. Al llegar a la capital el cargamento se encontraba en un estado pestilente de putrefacción. Lo que hizo que se enterrara en la ribera del Manzanares, provocando un olor nauseabundo en la villa y naciera la tradición de hacer una fiesta para terminar el carnaval, el Miércoles de Ceniza, con un baile y quema de una chirigota en forma de sardina.
(RTVE 22/02/2023)
La tercera
El origen de esta festividad en Murcia data del siglo XIX, sin embargo, esta tradición que en un principio se celebraba como colofón del Carnaval el Miércoles de Ceniza, se extendió desde el centro de la Península dónde se tiene constancia de ella ya en el siglo XVII. En Murcia, sin embargo, será en 1851 cuando un grupo de estudiantes que querían imitar las mascaradas que habían visto en Madrid, comenzaron a desfilar por las calles de la ciudad imitando un sencillo cortejo fúnebre. Este festejo poco popular en un principio, empezó a tomar cuerpo a lo largo de la segunda mitad de ese siglo hasta convertirse en la celebración más importante de la ciudad de Murcia y la de más afluencia de toda la región.
(Wikipedia)
Estas son las tres versiones
que me contaron un día
cómo nació este festejo
para muchos ¡Alegría!
El entierro de la sardina es una fiesta que se celebra en carnaval y marca el final de esta celebración. Se lleva a cabo cada miércoles de ceniza.
Consiste en un desfile que parodia un cortejo fúnebre y culmina con la quema de una sardina, en otros casos la lanzan al mar para pedir abundancia para los pescadores, y en otros, como en Güigüe, en los tiempos de Vicente Arias, lanzaban la Sardina en el Puente Libertador, conocido también como el Puente Rojo, (Ese río que pasa allí, es el río Güigüe o río Noguera) pero últimamente esta sardina se guardó de nuevo en la Casa de la Cultura “Ramon Mejías.” Simboliza el enterrar el pasado y los excesos del carnaval, para dar paso a la sobriedad de la Cuaresma.
Ahí Teresa Carillo,
me leyó un documento
donde se narra la historia
de este cortejo tan nuestro
“En la segunda década de este siglo, el miércoles de ceniza del año 1914, en contraste con la mascarada carnavalesca efectuada los días anteriores, se vio por primera vez en esta revoltosa y guachafitera población de Güigüe, el Entierro de la Sardina, drama callejero montado por un grupo de artistas populares teniendo por escenario todos los barrios de la vecindad.
Tan divertido espectáculo basa su argumento en la presentación de un ataúd hecho toscamente de cartón, primorosamente pintado en vistosos colores y guarnecido de flores naturales, el que cargaban en hombro con solemnidad estudiada haciendo una imitación burlesca del cortejo fúnebre.
Nuestro conocido y ameno personaje Vicente Arias (El sordo) representaba el simbólico rol de llorosa y atribulada madre, interpretando magistralmente su papel, ya que con alaridos y suspiros de aflicción daba la nota triste del entierro. Alfonso Lugo, músico, pintor y hombre de ingenio oficiaba de cura y paseaba muy estirado sus vestiduras sacerdotales ante el alegre y entretenido público, llevando de monaguillo a Carlos Pérez, otro feliz componente de esa jacarandosa comitiva, Sebastián Alfredo, Paz castillo, y Juan Herrera completaban el resto de la teatral comparsa, donde desesperados “ayes” de dolor como si en realidad sintieran inmensa pena por la desaparición de un ser querido, aunque es de suponer, y perdonen estos señores los malos pensamientos, que su buena actuación se debía a varias copitas tomadas en el transcurso del acto.
Al paso del profano cortejo la gente acudía a seguir con interés el desarrollo de la escena; aún se recuerda la vez que celebrándose esta simpática tradición Paz Castillo se excedía en sus gritos estallando en ruidosos y mojados lamentos, el verdadero cura párroco que lo observaba extrañado del caso y le pregunta, el porqué de tanto sufrimiento siendo la representación solo una farsa y este, trémulo y sollozante le contesta: --Padre, no lloro por la muerte de la sardina, sino de la rasca que tengo!!!
Así pasa tranquila y risueña la vida derramando a ratos gotas de su magnífica disposición para el buen humor.
El año de 1937 dejó de existir esta popular costumbre, donde los actores con ingenuo desenfado sin respetar el misterio que encierra nuestro último y definitivo acto en la vida, haciendo la parodia de la muerte.”
Nota publicada en el periódico El Cometa de Güigüe, septiembre de 1956, en la columna de Juan Bracho titulada Brochazos
Hasta el año treinta siete,
se presentó este ritual
luego en el cincuenta y seis
volvería a figurar
La noticia la recoge
un diario de nombre “El Cometa”
y que, por lo relevante,
nos deja casi una receta
Del cómo se hizo todo
lo referente al evento,
“Entierro de la Sardina,”
un memorable momento
Se dice sale un cura,
cuatro hombres van de negro
con el ataúd al hombro,
en muy fúnebre cortejo
(El ataúd que usan en Güigüe, lleva pintado el nombre “sardinas” por los cuatro costados)
Van las lloronas o viudas
lamentando aquel momento,
ahí el diablo se aparece,
pretende robarse el tiempo
Que no acabe para nada
la alegría del carnaval,
y que siga el desenfreno
de forma descomunal
Viene el cura y se le acerca
y rociando agua bendita,
logra derrotar al diablo,
los excesos se limitan
Existe un libro grandioso
que escribió Ramón Mejías,
el cronista más querido
que aquí en Güigüe existiría
Él nos cuenta que en el año
del mil nueve veintiocho
ese acto desbordó
con mucha fe y alborozo
“En la noche se realizaba el tradicional acto sacramental del Entierro de la Sardina. Vicente Arias era el principal Promotor del festejo”
Libro: Güigüe, Itinerario en el tiempo. Secretaria de Cultura Gobierno de Carabobo 1993
En ese preciso instante
se acercó Cristian Hernández,
la amiga Deimy Olaizola,
también Saiyuri Hernández
(Estos amigos son excelentes promotores culturales de Güigüe y con sus tambores han acompañado la comparsa de la Sardina)
Y al escuchar la conversa
dijeron sin duda alguna;
¡sépalo bien compañero!
En Güigüe… somos cultura
Aquí tenemos parrandas,
a San Juan y Cruz de Mayo,
se hace entrega de banderas,
y vienen los reyes magos
Aquí tenemos la Hamaca,
grupos de danza y de teatro,
aquí bailamos la burra,
y volamos papagayos
Aquí existe una leyenda
se llama el reloj de Güigüe,
que si alguien lo repara
se dice no sobrevive
Aquí a la Santa Cabeza
se le hace un velorio.
Ánima de Juan Salazar
también tiene petitorios
Ahora le digo mi amigo
si usted quiere saber más
“del Entierro e’ la Sardina”
no deje de preguntar
Ahí Wendy nos contó
que por los años noventa
de nuevo se hizo el entierro
pero de forma modesta
Incluso a la comparsa
le agregaron unos locos,
asimismo, unos malandros,
y fue algo muy jocoso
Se acompaña con calipsos
con tambores de la costa,
música sacra, se escucha
en una muy lenta posta
Sería el grupo <Magosom,>
gente de teatro muy sería
que retoman la sardina
allá en los años noventa
(Magosom significa Magos Somos en las Tablas, fundado por el profesor Juan José García, ya fallecido, y estuvieron realizando esta comparsa, animados por el Cronista de Güigüe el señor Ramon Mejías.
Y fue representado algunas veces, como una ofrenda…
Para cerrar la velada
llegó el profe Orlando Castro
y el “Coro” de la Sardina,
nos regaló con su Cuatro
“Fo, fo, fo
La sardina se murió
y la llevan a enterrar
ay, ay, ay…
No la entierren en la tierra
entiérrenla en el mar”
Ese día no hubo sardina
pero sí un lindo encuentro,
y la promesa de hacer
de la Sardina el Entierro
Y recordar con fervor
a los que fueron pioneros,
de esta rica tradición,
que hasta Güigüe nos trajeron
Y hagamos valer así
con valor y con mesura,
que lo sepa todo el mundo,
en Güigüe… somos cultura.
De ahí nos fuimos a Belén
a probar unas cachapas
con el rico queso e’ mano
¡es un sabor que te atrapa!
Nota:
Esta insigne ceremonia
se realiza en Venezuela,
en varias comunidades,
y muy buena que les queda
(La más popular de estas festividades es la de Naiguatá en el estado La Guaira, *De allí es el grupo musical “Las Sardinas de Naiguatá” también en Caraballeda. Chuspa y en Osma se realiza cada miércoles de ceniza, por el estado Miranda tenemos a la población de Higuerote, El Clavo, Rio Chico, entre muchas comunidades más)
Don Pío Lara