Aproximadamente 35 mil almas estuvieron en la Plaza San Pedro el domingo 20 de abril cuando se celebraba la Pascua de Resurrección. La misa inició a las 10: 30 am pero desde días anteriores los feligreses acudían a retirar un pase color rosa para ingresar a El Vaticano y así garantizar estar presente en la ceremonia.

Llegaron de todas partes del mundo. Incluso de Venezuela. Allí estaban escuchando la misa oficiada por Angelo Comastri, arcipreste emérito de la Basílica de San Pedro y vicario general emérito de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano.


Mientras todos rogaban por Francisco, la homilía tenía un dejo de despedida. Durante unas dos horas cuando se hacían los oficios, había expectativas sobre una eventual aparición del Papa Francisco, quien el domingo anterior, el de Ramos, había saludado a la feligresía.

Casi a las 12 del día las cortinas rojas sobre la puerta principal de la Basílica de San Pedro, se abrieron. Solo estaba Francisco escoltado por dos cardenales. Todas las cámaras apuntaban a este momento.

El obispo de Roma intentó hablar, pero apenas salió un susurro. La bendición conocida como Urbi et Orbi fue leída por Monseñor Diego Ravelli, maestro de las Ceremonias Litúrgicas Pontificias.


«Francisco reitera su llamado al alto el fuego en Gaza, pide la liberación de los rehenes israelíes y el envío de ayuda humanitaria a los hambrientos. Repasando diversas realidades conflictivas en el mundo, recuerda que la paz no es posible sin un verdadero desarme», resume el diario Vaticano News.


«La Pascua sea también ocasión propicia para liberar a los prisioneros de guerra y a los presos políticos» afirmó.


Luego de finalizar la ceremonia religiosa, el Papa recorrió la plaza San Pedro en el papamóvil. A eso de las 12:20 el pontífice salió en el Papa móvil. Hizo un recorrido por las veredas más alejadas del centro de la plaza. A cada paso se escuchaba la algarabía: ¡ Viva El Papa, dijo alguien en español. ¡ Qué viva! respondieron otros con acentos colombiano, mexicano y peruanos.

El Papa hizo un recorrido de unos 15 minutos en el vehículo abierto. Cada tanto se detenía y le acercaban un » bambino». Mientras en cada vereda, acotada para la ocasión, había la expectativa de que el Obispo de Roma pasaría por ese lado. En ocasiones se detuvo para recibir en sus brazos a infantes y darles la bendición.

Francisco se despidió de los fieles el Domingo de Resurrección. Su mensaje ese día fue claro: la paz .

Y también dio otro mensaje. El de un líder con los fieles de la Iglesia. Convaleciente decidió salir a dar la bendición a los creyentes. Y dio una lección de liderazgo al mundo.