Un gobierno que odia a los trabajadores, acerca de la aporafobia

Aclarando términos, los bonos no están indexados: La indexación, es la corrección real del valor de compra de un monto monetario tomando en cuenta la inflación

No vamos a salir de la crisis con las mismas políticas que la produjeron.

—Juan Somavia


La aporafobia es el desprecio hacia la pobreza, la pobreza es definida como “la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas y el acceso a los mercados elementales” (España, 2014), la única manera de evitar la pobreza es a través del trabajo como proceso social, que incardina a la educación formal o informal, para motorizar el cambio o movilidad social, esto se lograba con un salario, que procurase condiciones de vida decentes, un salario que tenga poder de cobertura en canastas básicas, permitiendo la educación, la recreación, entre otras, la seguridad en su percepción y la posibilidad de que el mismo se convierta en ahorro en materia de prestaciones sociales, vacaciones pagadas y bonificación de fin de año.

En la Venezuela republicana, gozábamos de estas condiciones de vida, uno de los casos más patentes de esta depauperación somos los profesores universitarios, una verdadera élite que podía formarse fuera del país, regresar para investigar, realizar extensión y docencia, ahora somos una comunidad devenida miserables, mendigantes de bonificaciones, por cierto, la bonificación del salario supone su negación, su destrucción y por ende la miseria.

Desde hace más de tres años, el salario quedó estancado en 130 bolívares, es decir 0,95 centavos de dólar mensuales, un verdadero horror que no se corresponde con los más elementales estándares del Banco Mundial, para referirirse a la pobreza extrema, usando la estratagema de la neolengua, el régimen define al salario como ingreso mínimo legal, compuesto por dos bonos uno rebautizado como ingreso de guerra, el cual se ajustó desde 90 dólares hasta 120 dólares y el bono de alimentación que se mantiene en 40 dólares, es decir 160 dólares.

Los jubilados perciben 50 dólares de ingreso de guerra y 40 dólares de bono de alimentación, noventa dólares, eso le parece suficiente a un régimen aporafóbico, cle4ptocrata, cruel y usurpador, se nos ofrecieron unos créditos para la procura de algún electrodoméstico, a los fines de que se emprenda, cosa que no es emprender sino resolver, una receta traída de Cuba, metrópolis de este colonizado país.

Aclarando términos, los bonos no están indexados: La indexación, es la corrección real del valor de compra de un monto monetario tomando en cuenta la inflación, los bonos están es ajustados por poder de paridad cambiaria a un dólar oficial que se encuentra 25% por debajo de su contraparte paralela, unidad de medida de la economía, además existe un desfase entre el momento de su cálculo y el momento de su pago, en el caso del
bono de ingreso por la guerra, contra nadie, el cálculo se realiza cuarenta y ocho horas antes de su pago, que se recibe en progresión de acuerdo a la naturaleza del empleo público, es decir fuerzas del orden público prevalecen, le siguen médicos, maestros y demás funcionarios en función a sus edades, en el caso del bono de alimentación la perversión es mayor, este se calcula el cinco de cada mes y se cancela el 30 del mes, obviamente sí las oscilaciones del dólar oficial son amplias, la pérdida es mayor, por eso nunca cuadra el valor de lo devengado con la cotización del dólar.

Hemos de conformarnos con las migajas suministradas, esto ni siquiera es feudalismo, pues no obtenemos protección del señor feudal, solo recibimos la amenaza de la cárcel, el exilio o la muerte, tampoco es esclavitud, el amo alimenta y aloja a sus esclavos, crueldad socialista.

Finalmente, toda esta rabia se resume en la praxeología, de la “imposibilidad del socialismo con el cálculo económico” (Von Mises, 1968) . No tenemos nada que celebrar como trabajadores, las revoluciones producen hambrunas y esta no es una excepción.

X: @carlosnanezr
IG: @nanezc
Referencias:
-España, L. P. (2014). Desiguales entre iguiales. Caracas: Panapo.
-Von Mises, L. (1968). La acción Humana. Madrid: Sopec.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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Un gobierno que odia a los trabajadores, acerca de la aporafobia

Carlos Ñañez
Carlos Ñañez