Morada y casi sin respirar. Así vio Carolis Loyo a su bebé, Nikole Isabel, dentro de una incubadora de la Maternidad del Sur el 24 de diciembre. Tenía 10 días de nacida y, con diagnóstico de sepsis neonatal, falleció en la víspera de Navidad.
Mientras su madre se desinfectaba las manos para entrar a la visita de las 12:00 p.m., a lo lejos la veía diferente. “Estaba muy quietecita”. Al acercarse notó que algo no estaba bien y avisó a la enfermera, quien subestimó su percepción y le dijo que era algo normal por estar con oxígeno, que solo tenía que estirarle las manos.
Cuando vio a la pediatra, Carolis le dijo que la niña estaba morada y no respiraba bien y de inmediato la doctora pidió a todos los padres que estaban en la visita que salieran del área.
Unos minutos después les dijeron que ya podían entrar nuevamente y Nikole Isabel estaba estable. Preguntó que había pasado y la respuesta fue que se le había movido el CPAC, que es un dispositivo de apoyo respiratorio.
Pasadas las 2:00 p.m. del mismo 24 de diciembre llamaron a Carolis para que se acercara al área de transitorio, donde estaba la bebé, y le dijeron que se había descompensado y fallecido por una sepsis neonatal de la que no le habían hablado antes y ella ni siquiera sabía de qué se trataba.
¿Culpa de las madres?
Yurianny Cañas vivió algo similar. Su bebé nació el 24 de noviembre en la Maternidad del Sur y le dijeron que todo había salido bien pero, al ser prematura, fue trasladada a la Unidad de Terapia Intensiva Neonatal (UTIN) donde le diagnosticaron un hongo llamado cándida que, según los doctores, lo contrajo en el vientre, un argumento que repiten a todas las madres.
Los días pasaban y el estado de salud de la recién nacida se complicaba. Le detectaron la bacteria serratia, conocida por ser muy agresiva, adquirida en el lugar, y pasó de tener un CPAC a estar intubada.
Cada día su familia debía gastar entre 100 y 400 dólares en medicamentos e insumos. El 11 de diciembre, los padres de la niña fueron a verla. Estaba estable y activa. A las 11:40 a.m. salieron de la maternidad a comprar algunos requerimientos y, a las 12:30 p.m., aproximadamente llamaron a Yurianny para decirle: “mamá y papá, la bebé se descompensó y falleció a las 12:26 p.m.”
Daimichel Vargas llevó a su hijo Dairer Montillo a los 13 días de nacido a la Maternidad del Sur por una bronquiolitis. Estaba en el área de transitorio desde el 26 de noviembre y le indicaron una serie de exámenes, entre esos el perfil respiratorio que arrojó que tenía un virus sincitial respiratorio.
Con una semana de hospitalización le mandaron a hacer un hemocultivo cuyo resultado fue que había contraído una cándida. Al superarla con un protocolo fuerte de antibióticos, le diagnosticaron una bacteria. Una historia repetitiva en varios pacientes.
La experiencia de tener un bebé en la Maternidad del Sur
La experiencia de la familia de Yurianny Cañas fue similar a la que denuncian muchas. “Algunos doctores y enfermeras tienen una manera de decir las cosas sin empatía, a mí me dijeron que mi bebé se iba a morir, nunca se me va a olvidar eso”.
Recordó que todos los días hay rotación de pediatras y neonatólogos y todos tienen una perspectiva distinta y crean confusión.
Carolis tiene una impresión parecida. Para ella, el personal de la maternidad suele ser muy descuidado con la atención que ameritan los recién nacidos.
Además, los padres reciben malos tratos cuando preguntan por el estado de salud de sus bebés. “Responden de mala manera, es como si nosotros molestamos, y los doctores día a día decían que los bebés se iban a morir, que no respiraban bien”.
La atención a las madres tampoco es la mejor. Carelis narró que las curas de las cesáreas para ella eran sinónimo de maltrato, les causaba mucho dolor.
Al bebé Dairer le indicaron tratamiento para el hongo y la bacteria que contrajo en la maternidad con varios antibióticos que su familia debía comprar. A eso se sumaron varios exámenes como un eco transfontanelar que le hicieron en un centro privado, mientras las interconsultas con especialistas también debían pagarlas.
“Sin contar de todas las malas experiencias vividas allá adentro, todos los malos momentos, el maltrato de las mismas licenciadas, y a veces hasta uno llega a sufrir maltrato verbal de los mismos doctores”.
Daimichel tuvo suerte. Pudo llevarse a su bebé a casa, pero recuerda como la peor experiencia sus días en la Maternidad del Sur, donde tuvo que comprar desde los recolectores de orina y las inyectadoras y enfrentarse a la insalubridad que representa la cantidad de gatos que hay en las áreas externas e internas.
Reacción a las denuncias
Tras la denuncia publicada por El Carabobeño el lunes 6 de enero, en la que una madre relató todo lo vivido del 17 de diciembre cuando su hija Isabella nació, hasta el 28 de diciembre cuando murió, se activó un operativo de limpieza en la Maternidad del Sur. El personal trata de sacar los gatos de los pasillos y habitaciones, y les han comunicado a los pacientes y familiares que no pueden hacer fotos ni videos.
