En la plaza cercana al Centro Penitenciario de Tocuyito, estado Carabobo, se congregaron cientos de familiares con la esperanza de recibir noticias sobre la liberación de sus seres queridos este domingo 17 de noviembre. La expectativa creció tras la excarcelación de 35 reclusos el sábado, pero la incertidumbre persiste, mientras las familias esperan ansiosas la llegada de más boletas de excarcelación.
"Primero fueron las actas, ahora son las boletas", se escucha entre los presentes, un eco de frustración y desconcierto ante los procesos que parecen dilatarse. Un guardia nacional, rodeado por una multitud, confirmó que hasta el momento no han llegado nuevas órdenes de liberación, lo que intensificó el clima de tensión.
Entre los familiares, las historias de sacrificio abundan. Una madre que viajó desde Barquisimeto junto a su nuera relató que lleva tres días durmiendo en la calle, imposibilitada de costear un alojamiento. "Exigimos respuestas", clamó, su rostro reflejando el agotamiento de días de espera y noches sin descanso.
Otro familiar, en un tono indignado, expresó su desconcierto: “Nos tratan como si fuéramos terroristas, pero somos víctimas. Solo queremos que nuestros seres queridos regresen a casa”. Este sentir es compartido por los presentes, una mezcla de residentes locales y personas que han llegado desde diversos rincones del país.
Procesos lentos y promesas incumplidas
El sábado, las autoridades indicaron que las liberaciones se realizarían por grupos, priorizando a personas enfermas, adultos mayores y quienes hayan mantenido buena conducta. Sin embargo, al llegar el domingo, los familiares seguían sin recibir claridad sobre el avance del proceso. “Nos dijeron que viniéramos a las 7:00 de la mañana, pero aún no entendemos qué está pasando”, lamentó una madre, visiblemente agotada.
Pese a la incertidumbre, los momentos de esperanza no faltaron. Al concluir el sábado, el primer liberado salió del penal acompañado por sus padres, quienes se unieron a las familias que aguardaban para elevar una oración colectiva. La escena estuvo cargada de emoción, con abrazos, lágrimas y expresiones de fe.
Uno de los padres presentes expresó su alivio con un toque de humor: “No me botaron del trabajo, no se murieron mis perritos y mi hijo ya empezó clases. Aunque hay quienes llegaron diciendo que a nuestros hijos los mandarían a Rusia”.
Fe y resistencia
La plaza ha sido testigo de cantos y oraciones, elementos que, según los familiares, los mantienen firmes ante la adversidad. Un grito común recorre el ambiente: “Gloria al Padre, gloria al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Libertad!”.
Sin embargo, la espera continúa. Entre la esperanza y la desesperación, las familias permanecen en las cercanías del penal, buscando algún indicio de que el proceso de liberación avance con mayor celeridad. Por ahora, la única certeza es que la fe, el amor y la resistencia son los pilares que sostienen a estas personas en medio de la incertidumbre.
