Dudo...Luego existo

De la mano de los dilemas vienen las preguntas, de allí lo sano que resulta el ejercicio de interrogarse a uno mismo

“La duda es uno de los nombres de la inteligencia.”

Jorge Luis Borges

Debemos reconocer que hay sobradas razones para dudar ante cualquier planteamiento que surja en medio de esta crisis de confianza, en estos tiempos de incertidumbre y temor. Tan solo ayer ojeamos estos titulares: “La duda se expande en Venezuela, la acusación de Maduro a la oposición y María Corina no se acobarda.” El País. “La Unión Europea duda si responder con toda su artillería a los desafíos de Trump” El País.

El Diccionario de La Lengua Española nos ilustra que la duda filosófica es la suspensión voluntaria y transitoria del juicio para dar espacio y tiempo al espíritu a fin de que coordine todas sus ideas y todos sus conocimientos. En tanto que el término confianza se origina etimológicamente de la voz latina confedere, la que hace relación a la esperanza firme que se tiene de alguien, esperar con firmeza y seguridad. Luego, ante esos inocultables errores que se han cometido, por supuesto que se hace más que razonable la duda. La duda nos impulsa a mirar en direcciones nuevas y a buscar ideas nuevas. Es lógico que se asuma actitud dubitativa ante lo que tenemos ante nosotros, como también es lógica la sensata reflexión, que en principio nos permite valorar los pros y contras antes de reaccionar o tomar cualquier decisión.

Y es precisamente la duda, esa imprescindible herramienta, la que nos ayudara a llegar al conocimiento y a las conclusiones. Es que la duda nos conmina a cuestionarnos, pues nos hace equivocarnos para replantearnos y volver a reflexionar o cuestionar todo cuanto hemos recorrido, para poder retomar el camino con mayor certidumbre. De allí a que sea un claro referente que las dudas marcan la prudencia. Sin embargo, tal como lo afirma el profesor Gines Marco: … “La duda presupone una certeza previa; porque sería imposible, en general, dudar, si no hubiera en nuestro interior una voz que nos empujara a reconocer la existencia de algo verdaderamente real. No se trata, por tanto, de que pienso, luego existo, sino más bien de que dudo, luego tengo un cierto conocimiento o intuición de la verdad real.”

Sócrates, con su preguntas directas, incomodas, muchas veces con un toque irónico, buscaba que su el interlocutor o su discípulo fuese quien llegase a la respuesta final. Ese método es el conocemos como mayéutica. El filósofo cuestionaba para dejar en evidencia las convicciones de sus interlocutores, para mostrar sus dudas, límites y contradicciones.

Partiendo de él, grandes pensadores de la Humanidad, como lo fueron Baruch Spinoza, Michel de Montaigne, Rene Descartes y Friedrich Nietzsche, hicieron de la duda, del escepticismo permanente, del cuestionamiento de lo que es en principio incuestionable, su búsqueda permanente. Descartes lo mencionó con insistencia: Dudar en algún momento de la vida es necesario. En la duda, como método, se encuentra la búsqueda de las explicaciones. Requerimos, entonces, de una renovada actitud de duda metódica ante esta agobiante y compleja realidad política, que nos permita discutir, deliberar, y discernir acerca de lo que realmente nos conviene.

De la mano de los dilemas vienen las preguntas, de allí lo sano que resulta el ejercicio de interrogarse a uno mismo, y a cuantos pretendan representarnos, pues los paradigmas de la actuación política están siendo revisados con detenimiento por esa ciudadanía que con toda razón duda y exige cambios al ver que los estilos persisten.

La filosofa Victoria Camps lo precisa: “La filosofía, el conocimiento, procede de personas que se equivocan. La sabiduría consiste en dudar de lo que uno cree saber…Lo contrario a la duda no es la certeza, sino el dogmatismo. El que no duda es un dogmático, que cree tener la verdad y rechaza otras opiniones. Sólo con la duda llegamos al conocimiento, a enriquecer nuestras reflexiones con opiniones ajenas y externas. Nuestra capacidad de conocimiento va a tener mucho que ver con nuestra capacidad de dudar.”

No vendremos otra vez con la conocida sentencia de Einstein, pero se hace menester repetirlo: romper paradigmas no quiere decir cambiar y seguir arrastrando los mismos vicios, sino romper con las ataduras que nos limitan. Si queremos romper los paradigmas vigentes en nuestro país, tenemos que empezar por cambiar nuestra actitud de una vez por todas y dejar de lado la presunción de imposibilidad ante las realidades que tenemos ante nosotros.

Así las cosas, y en virtud de la duda que se suscita, vale la pena el aporte de Bertolt Brecht – otro gran filósofo un poquito más moderno - quien al referirse al estamento político, les dejó este recordatorio: “Y tú que eres dirigente, no olvides que lo eres porque antes dudaste de los dirigentes. ¡Permite, pues, a los dirigidos dudar!”
O como lo pregonaba Mauricio García Villegas: “Si la duda es una manifestación de la honestidad intelectual, no hay razón para pensar que no sea también una manifestación de la honestidad política” Manuel Barreto Hernaiz

Únete a nuestros canales en Telegram y Whatsapp. También puedes hacer de El Carabobeño tu fuente en Google Noticias.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

Newsletters

Recibe lo mejor de El Carabobeño en forma de boletines informativos y de análisis en tu correo electrónico.

Dudo...Luego existo

Manuel Barreto
Manuel Barreto

Activa las notificaciones Lo pensaré