“La incertidumbre y la desesperanza es mayor, siento que aquí no hay un futuro”, fue lo que comentó Alexandra Martínez, estudiante de Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), con sus amigos sobre el sentimiento que ha generado la crisis que se desató tras las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado.
Martínez anhelaba un cambio, pero la publicación de los cuestionables resultados electorales por el Consejo Nacional Electoral (CNE), en la que se adjudicó la victoria a Nicolás Maduro, la sumió en la desesperanza.
“El estrés se ha vuelto un compañero. Me despierto con la ansiedad de no saber qué pasará con mi vida y la carrera que estudio”, aseveró además la joven de 24 años.
Martínez relató que la tristeza a veces la consume y hay noches en la que se desvela, atormentada por los pensamientos sobre el futuro. “Muchos amigos y familiares han partido en busca de una vida mejor, y yo me he cuestionado en muchas oportunidades que sigo haciendo aquí”.
A pesar de todo, mantiene la esperanza en las acciones de la líder opositora María Corina Machado y en un posible cambio para el país este año.
Este 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental, se hace más notorio cómo las elecciones en Venezuela han exacerbado el estrés, ansiedad y desánimo debido a la represión policial y crisis política.
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Una salud mental deteriorada
María Isabel Parada, doctora en psicología de la salud y fundadora de Psicólogos Sin Fronteras Venezuela, afirmó que la salud mental de la población venezolana ha estado deteriorada durante años. Entre las causas citó la escasez, la falta de servicios públicos, la alta inflación y bajos salarios
“Esta situación ha aumentado los niveles de ansiedad, depresión y estrés. Tras el 28 de julio, las esperanzas de mejora se vieron frustradas y la situación política sigue afectando la salud mental de los ciudadanos”, destacó la especialista.
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