El barro que inundó la Valencia ibérica, terminó en la cara de la indolencia gubernamental. Fue manifiesto el rechazo a representantes del gobierno español, quienes hacen acto de presencia casi una semana después, con tinglado modo espectáculo, al centro del dolor y la rabia de la comunidad valenciana.
Es esta circunstancia la que pone de relieve, el gráfico contraste entre el sentido humanitario y una cultura política, un modo de obrar cuya características es el cálculo político y el pragmatismo.
Tan rápido como el torrente y tan fuerte como las riadas, se desbordó un sentimiento humanitario. La magnitud de la tragedia activó una solidaria, diligente y masiva respuesta de la ciudadanía española. Ante la dificultad de transporte, cientos de ciudadanos de la capital valenciana caminaron hasta la comunidades afectadas, para llevar alimentos, agua y equipos de socorro y limpieza. Simultáneamente se instalaron centros de acopio y de ayuda.
Esta gesta de agilidad y nobleza ciudadana ha tenido como contrapartida un ejercicio de cálculo politiquero e indolente de parte del gobierno español.
Sánchez y Zapatero, este último conocido por su labor mercenaria contra la lucha democrática en Venezuela, parecieran haber obrado con el más frío y calculado pragmatismo, como se sospecha, en relación con la tragedia de la Regionalidad Valenciana, donde perdieron las últimas elecciones.
No resulta descabellado pensarlo, frente a quienes articulan alianzas para sostenerse en el poder arriesgando la democracia y la unidad de España.
Es necesario resaltar también la ambigüedad y tibieza, con las cuales han manejado la crisis venezolana, mientras tras bastidores han tenido relaciones de oro con el gobierno autoritario.
Sin embargo es importante resaltar la conducta transparente y solidaria de dirigentes históricos del PSOE, como Felipe González, que hoy resienten de un partido y un gobierno, anegados por la corrupción y el pragmatismo indolente.
En Venezuela también existe una cultura política, pragmática, clientelar electoralista, que coincide con el gobierno para pasar la página del triunfo soberano del 28.