Con base en la reciente publicación de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), acerca del bajo rendimiento de la mayoría de los estudiantes de educación básica y media en Venezuela, uno de los factores que más ha influenciado en ese aspecto es la implementación del llamado horario mosaico en muchas de las escuelas y liceos del país.
Tulio Ramírez, investigador del Doctorado en Educación de la Ucab, resalta que esta modalidad surgió de múltiples factores interconectados, entre ellos los bajos salarios de los docentes, el deterioro de la infraestructura escolar y la precariedad del transporte público.
«En Venezuela, la crisis educativa ha dado paso a una modalidad conocida como horario mosaico, un sistema de asistencia escolar irregular que reduce la presencia de estudiantes en las aulas a solo dos o tres días por semana, con horarios variables. Esta práctica, implementada principalmente en escuelas públicas, responde a la agudización de la crisis económica y social que atraviesa el país, pero sus consecuencias amenazan gravemente la calidad de la educación y el futuro de niños y jóvenes», expresó el docente universitario.
Para Ramírez esa falta de continuidad en el proceso educativo interrumpe el desarrollo de habilidades esenciales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la colaboración.
«Los más perjudicados son los estudiantes de familias con menos recursos, quienes dependen exclusivamente de la educación pública y no tienen acceso a alternativas como los colegios privados, lo que amplía la brecha de desigualdad educativa», añadió.
Males de todo tipo
Ramírez, quien es además profesor titular en universidades formadoras de docentes como la Ucab, el Pedagógico de Caracas y la UCV, explica que la reducción drástica de días y horas de clase limita el tiempo de aprendizaje, impide cumplir con el currículo nacional y fomenta una enseñanza superficial, centrada en la memorización en lugar de la comprensión profunda.
«Además, la disminución de la interacción en el aula afecta la socialización, un componente clave del entorno escolar», dijo, a la vez que advierte que el “horario mosaico” no solo genera rezago escolar, sino que también puede consolidar una percepción negativa de la educación como un sistema incapaz de ofrecer oportunidades de movilidad social.
«Esta visión podría normalizar la deserción temprana, desincentivando a las familias a priorizar la educación de sus hijos».
Agregó que el “horario mosaico”, aunque responde a las difíciles circunstancias del país, está dejando huellas profundas en el sistema educativo venezolano.
«Sin medidas urgentes para abordar los problemas estructurales —como la mejora de los salarios docentes, la inversión en infraestructura y el acceso a servicios básicos—, el futuro de generaciones enteras estará en riesgo, con consecuencias sociológicas y psicológicas que podrían perpetuar el ciclo de pobreza y exclusión», dijo.
Con información de Politik Ucab