Hace 76 días, el pasado 12 de febrero, Luis Somaza, activista político de Voluntad Popular y economista de 39 años de edad, fue detenido y llevado al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en El Helicoide en Caracas. Desde entonces, su familia no lo ha visto.
Sin visitas permitidas, sin acceso a defensa privada y con un proceso legal estancado, la única conexión con Luis y sus familiares son las manchas de sangre y pus en su ropa sucia, reflejo de su hidroadenitis supurativa, una enfermedad inmunológica que lleva más de diez años padeciendo, y unas pocas notas dictadas por los custodios a su hermana Valeria Somaza, quien conversó con Efecto Cocuyo.
La odisea de la familia Somaza comenzó con 15 días de incertidumbre por su desaparición forzada. A la hermana de Luis le tocó hacer un recorrido por el Palacio de Justicia, el Sebin, la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y la Policía Nacional Bolivariana (PNB). En todos los lugares, le negaron que su hermano estuviera detenido.
A Luis lo sacaron de su casa hombres encapuchados y vestidos de negro. Dos días despues de su arresto, el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, confirmó su detención en su programa semanal de televisión.
“Fue detenido anteayer un personaje muy perverso, se llama Luis Somaza, muy, muy perverso, delincuente, que era el que llevaba el control de las ONG, del dinero de las ONG de (los opositores) Juan Guaidó y Leopoldo López, en primera instancia”, dijo.
No fue hasta que un defensor público, el número 74, le confirmó a Valeria que su hermano estaba en El Helicoide desde el día de su detención. “Fueron 15 días de desaparición forzada”, relata.
La confirmación del paradero de Luis sucedió cuando el día jueves 27 de febrero, la familia llevó un paquete improvisado con ropa hacia la sede del Sebin, donde permanece detenido un gran número de dirigentes políticos detenidos.
Ese día, tras insistir y tras una posible llamada desde el Palacio de Justicia, los custodios aceptaron el paquete, aunque aseguraron que Luis “no necesitaba nada”.
Saben de Luis por su ropa sucia
El martes 4 de marzo, la familia recibió la primera señal tangible de que Somaza se encontraba tras los barrotes de El Helicoide: un puñado de ropa sucia con manchas de sangre y pus, fueron los que ayudaron a su hermana a reconocer que era la ropa del dirigente.
Esas manchas son la evidencia de la hidroadenitis supurativa que padece Luis, una condición que provoca nódulos dolorosos en axilas y coxis, agravada por el estrés y las condiciones de detención que ponen en declive el sistema inmunológico.
La salud de Luis es una preocupación constante. Esta enfermedad, que no se cura, se agrava en condiciones de estrés y ansiedad. Las manchas en su ropa muestran que los brotes persisten, pero la familia no sabe si recibe atención médica.
“No está en condiciones óptimas, y eso hace que su cuerpo manifieste la enfermedad”, explica su hermana.
La familia de Somaza tiene como otra prueba de su paradero las cartas que él escribe a mano, que son leídas por los custodios del Sebin en El Helicoide. En estas, Luis detalla los productos de primera necesidad que requiere para sobrevivir en aislamiento. Aunque los familiares reconocen su letra, no pueden conservar los manuscritos, ya que los custodios los retienen tras dictar su contenido. La familia anota todo con papel y lápiz, ya que no se permite usar celulares en el Sebin.
Sus hijos siempre preguntan por él
Los martes y jueves, días de paquetería en El Helicoide, se han convertido en una rutina agotadora que implica planificación, gastos y un desgaste emocional constante para los familiares. Luis, padre de dos hijos de 5 y 7 años, no ha visto a su familia desde su detención.
La niña, que recién cumplió años, y su hermano mayor preguntan siempre el por qué no pueden ver a su papá.
“El mayor dice: ‘Él debería tener derechos, deberíamos verlo’”, cuenta su hermana, quien señala que explicarles la situación es casi imposible. “No tengo respuestas”, admite, mientras describe el silencio que envuelve a la familia ante la falta de información.
Sin defensa privada
En el ámbito legal, como muchos presos políticos postelectorales a Luis se le negó el derecho a una defensa privada. Su hermana presentó un escrito en el tribunal solicitando un abogado privado, pero fue rechazado porque debía venir firmado por Luis, algo imposible dado su aislamiento.
“Me dijeron que está en el Sebin, pero no puedo entrar”, recuerda. Las denuncias, incluido un amparo constitucional, no han recibido respuesta. El defensor público asignado no ha logrado avances, y el caso permanece paralizado.
Tras la detención del economista, la familia vive un “sube y baja de emociones”. La hermana de Luis, casada y con un hijo, se mudó con sus padres para apoyarse mutuamente. “No ha sido fácil”, dice.
La logística semanal para llevar paquetes a Luis consume tiempo, dinero y energía. La ansiedad ha afectado a todos: ella sufrió un ataque de ansiedad recientemente, y sus padres también lidian con la tensión. “Agotamos todos los recursos y no hay respuesta”, se lamenta.
La familia exige la liberación inmediata de Luis y que se respeten sus derechos. Piden que cese el aislamiento, que se le permita recibir visitas y que se garantice atención médica para su enfermedad. También demandan un proceso legal transparente, con acceso a una defensa de su elección. “Queremos verlo, saber que está bien”, insiste su hermana.