• La propagación de teorías conspirativas y políticas antivacunas por parte de figuras influyentes puede causar un daño irreversible a la salud pública, al minimizar la lucha contra enfermedades prevenibles y dificultar los esfuerzos sanitarios internacionales
  • Trump, Musk y Kennedy Jr. han promovido teorías antivacunas y cuestionado la eficacia de las medidas sanitarias, debilitando la confianza pública en la ciencia y poniendo en riesgo la salud de millones
  • De la misma forma, durante la pandemia Nicolás Maduro defendió curas no verificadas y rechazó las vacunas aprobadas, fomentando un clima de desinformación en Venezuela

Si bien en Cocuyo Chequea ya hemos verificado que las vacunas no causan autismo, siendo una desinformación que circula desde el año 1998, y otros cinco mitos antivacunas que ponen en riesgo tu salud, se debe entender que parte de estas creencias son impulsadas por diversos políticos, que a través de sus discursos niegan la existencia de enfermedades, como sucedió con el Covid-19, y ponen en duda la eficacia de las vacunas, proponiendo tratamientos alternativos que pueden ser riesgosos.

Uno de los políticos antivacunas más influyentes de la última década es Donald Trump, reelecto como presidente de Estados Unidos para iniciar su segundo mandato el 20 de enero de 2025. Trump seleccionó como secretario de salud a Robert Kennedy Jr., conocido por promover teorías antivacunas y negacionistas de la ciencia así como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental al multimillonario Elon Musk, también antivacunas.

Por ello, los sobrinos humanos de la Tía del WhatsApp, el chatbot de verificación de información de Efecto Cocuyo que puedes consultar acá, decidimos explicar las narrativas antivacunas que estos políticos han propulsado, antes de que afecten tu salud.

Trump y su doble discurso en la pandemia de Covid-19

Al inicio de la pandemia, Trump minimizaba el impacto del Covid-19, diciendo a principio de 2020 que este virus “simplemente desaparecerá” o que la llegada del calor (verano) en abril de ese año haría desaparecer el virus, como relata un artículo de Radio Televisión Española (RTVE). 

Asimismo, Trump se negó a decretar el uso obligatorio de la mascarilla pese a la recomendación dada por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, expresando que “es voluntario, no tienes que hacerlo. No creo que yo lo vaya a hacer”, como reseñó la cadena de noticias británica BBC.

En abril de 2020, Trump planteó incluso la posibilidad de una inyección desinfectante: “Veo que el desinfectante lo noquea en un minuto, en un minuto. ¿Hay alguna manera de que podamos hacer algo como una inyección dentro o casi una limpieza? Como pueden ver, llega a los pulmones y alcanza una cifra tremenda en los pulmones, por lo que sería interesante comprobar eso«, expresó según el medio español Público. De este polémico comentario solo se originaron memes, incluida la reacción de la doctora Deborah Birx, coordinadora de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca. 

Sin embargo, tras la recomendación de Trump de consumir “La hidroxicloroquina y la azitromicina, tomadas en conjunto” como un paliativo aprobado para el Covid-19 según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), cuando en realidad la FDA solo había experimentado con pacientes muy graves y no demostró su seguridad y eficacia para el tratamiento o la prevención del Covid-19 (usada solo en pacientes con malaria, lupus y artritis reumatoide), falleció un hombre en Arizona al ingerir cloroquina. Su esposa, quien estuvo grave también por envenenamiento químico, justificó “que ingirieron la cloroquina porque oyeron a Trump recomendarla”, narra Telemundo.

Aunque este hecho evidencia el impacto negativo que tienen las desinformaciones sobre salud y el discurso negacionista de Trump, quien se contagió de Covid-19 en octubre de 2020 y se vacunó en secreto en enero de 2021 (poco antes de dejar la Casa Blanca), su discurso cambió desde julio de 2020, cuando reconoció que la pandemia podría empeorar.

Trump aprovechó el Covid-19 para reimpulsar su campaña de reelección para los comicios de noviembre de ese año, en los que resultó electo Joe Biden. Entre sus estrategias estuvo el afán por desarrollar pronta y eficazmente las vacunas de Covid-19, a través del programa Operación Velocidad Máxima (Operation Warp Speed en inglés).

Sin embargo, expertos como Mark Peterson, un profesor de ciencia política especializado en temas de salud pública en la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), expresaron que estas medidas fueron netamente políticas: «No creo que le moleste salvar muchas vidas si eso ocurre, pero lo está haciendo con fines políticos«, comentó a BBC

Esto se evidencia este 2024, puesto que durante la campaña presidencial estadounidense, Trump ha reimpulsado el escepticismo hacia las vacunas, apoyado por su partido republicano, y en “al menos en 17 ocasiones este año, Trump ha prometido cortar los fondos a las escuelas que exigen vacunas”, expresa el medio dedicado a noticias de salud, KFF.

Un secretario de salud antivacunas

Trump designó al activista antivacunas Robert Kennedy Jr., como secretario de Salud y Servicios Humanos para su segundo gobierno. Kennedy Jr., fundó en 2007 Children’s Health Defense, una organización que denuncia lo que considera “prácticas dañinas en la industria farmacéutica y en la producción de vacunas”, como explicamos acá según datos de la BBC.

Uno de sus argumentos desinformativos más fuertes es la supuesta conexión entre las vacunas y el autismo, que desmentimos acá. Aunque Kennedy no ha adelantado las medidas de salud respecto a las vacunas en Estados Unidos, las acciones de los fabricantes mundiales de vacunas y medicamentos cayeron después de su designación, como evidencia Reuters.

Asimismo, el medio France 24 explica que “Kennedy no podría controlar qué vacunas de rutina reciben los niños en las escuelas; eso depende en gran medida de cada estado. Pero podría cambiar qué antídotos deben tomar los empleados federales y podría influir en los protocolos de vacunación militares de Estados Unidos”. Además, Kennedy puede incentivar políticas antivacunas en las que Trump puede tomar medidas, o como vimos anteriormente, incentivar teorías antivacunas que afecten la salud tanto de sus seguidores estadounidenses como del resto del mundo.

Elon Musk y sus dudas sobre las vacunas

Por su parte, el multimillonario Elon Musk, presidente de Tesla y SpaceX, y ahora designado como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (para el período presidencial que comienza en enero de 2025), minimizó los riesgos de la pandemia en el año 2020, y expresó que no se vacunaría, porque el virus “desaparecería en tres meses”. Además, cuestionó el confinamiento, comparándolo con el arresto domiciliario y estuvo en desacuerdo del trabajo a distancia por parte de los empleados de sus empresas. 

Aunque Musk dio positivo al Covid-19 en noviembre de 2020, denunció en X que “dos pruebas dieron negativo y, dos dieron positivo. Misma máquina, misma prueba, misma enfermera. Prueba rápida de antígenos«, contribuyendo a su escepticismo hacia el coronavirus, aunque durante la pandemia se recomendaba confirmar los casos con pruebas PCR, ya que la de antígenos, conocida como la prueba rápida, daba resultados menos fiables, como expresa la BBC. Musk contrajo nuevamente Covid-19 en marzo del 2022.

Al igual que Trump, Musk cambió su posición hacia las vacunas contra el coronavirus. A través de un post en X, Musk expresó que apoya “las vacunas en general y las del COVID en particular”, comentando que “la ciencia es inequívoca” y que solo “en casos muy raros” las vacunas provocan una reacción alérgica, que en ese caso, podría resolverse fácilmente con una inyección de epinefrina.

Para ese momento, Musk expresó que sus declaraciones pasadas “en las que afirmaba que no se pondría la vacuna contra el coronavirus al haber pasado la enfermedad iban por la línea de que esa dosis pudiera ir destinada a otra persona”, comenta el medio The Objective, contradiciendo la postura radical que tuvo al inicio de la pandemia.

Sin embargo, al inocularse la dosis de refuerzo en enero de 2023 como requisito para visitar Tesla en Berlín, Musk denunció a través de Xefectos secundarios importantes con mi segunda inyección de refuerzo. Sentí que me estaba muriendo durante varios días. Con suerte, no hubo daño permanente, pero no sé”; añadiendo que un primo, que es “joven y goza de una salud excelente, tuvo un caso grave de miocarditis. Tuvo que ir al hospital”.

También, en julio de 2023, Musk culpó a las vacunas contra el Covid-19 al paro cardíaco que sufrió Bronny James, hijo de la estrella de la NBA LeBron James. “No podemos atribuirlo todo a la vacuna, pero, del mismo modo, no podemos atribuir nada. La miocarditis es un efecto secundario conocido. La única pregunta es si es raro o común”, expresó en su cuenta de X.

Es importante resaltar que en el 2022, Musk eliminó de X (anteriormente Twitter) las medidas contra las falsedades sobre del Covid-19, es decir, “los usuarios podrán [pueden] difundir información falsa sobre la pandemia o las vacunas a partir de una actualización de su política de moderación”, expresa el medio La Vanguardia, lo que contribuye a multiplicar desinformación antivacunas en redes sociales.

Maduro no se queda atrás con sus “curas milagrosas”

Aunque Nicolás Maduro aspira mejorar las relaciones con Estados Unidos en el segundo gobierno de Trump y tiene un vínculo conflictivo con Elon Musk, a quien desafío a una pelea de mano a mano tras criticarlo reiteradas veces en X, tuvo un discurso negacionista y de remedios alternativos durante la pandemia de Covid-19. 

En marzo de 2020, cuando apenas llegaba el coronavirus a Venezuela, Maduro respaldó la receta a base de plantas medicinales como el malojillo (Cymbopogon citratus) de Sirio Quintero, un tecnólogo venezolano, que aseguraba “que la nueva cepa es producto de combinar el Sars-CoV y el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en el laboratorio”, como contamos acá

Aunque la receta fue eliminada de X por desinformar, gracias a las nuevas políticas de Twitter durante la pandemia (que luego fueron anuladas por Musk), esta fue desmentida por nuestros colegas de Cotejo.info, quienes no solo verificaron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que no existía cura ni vacuna de Covid-19 en ese momento, sino que comprobaron que Quintero no tenía publicaciones científicas de referencia, como expresaba el propio Maduro.

 “Las citas son en sitios como Aporrea, Entorno Inteligente, Foro Activo y Alainet, ninguna de las cuales es una publicación arbitrada por pares, ni mucho menos, de nanotecnología, salud, biología o química, que indican relación con la experiencia de alguien que afirma tener la cura para el cáncer, el VIH y el COVID-19”, reseña Cotejo.info.

Mientras se desarrollaban las vacunas contra el Covid-19, Maduro también recomendó el uso de Carvativir, conocidas como “las gotitas milagrosas del doctor José Gregorio Hernández”, derivadas del tomillo y el orégano. Sin embargo, los farmacólogos españoles Francisco López Muñoz y José Antonio Guerra, expresaron en su artículo El Carvativir, el falso tratamiento milagroso contra la Covid que “no existe ni un solo artículo publicado en las revistas indexadas en las habituales bases de datos científicas que aporten datos sobre la eficacia de este producto en la Covid-19”.

Por otra parte, tras la aprobación del mecanismo Covax para la distribución en Venezuela de 12 millones de vacunas fabricadas por AstraZeneca, la desinformación gubernamental se enfocó en generar dudas para justificar el rechazo de estas. “las autoridades nacionales la prohibieron, argumentando «soberanía científica» y mostrando dudas a partir de la mínima cantidad de casos de trombosis que se han reportado a nivel mundial, en los cuales no se ha determinado una relación directa con ese fármaco. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado continuar su aplicación”, explica la ONG Transparencia Venezuela.

Nuestros aliados verificadores de EsPaja registraron que durante un año de pandemia, especificamente hasta el 13 de marzo de 2021, 57% de las verificaciones realizadas a voceros del gobierno resultaron falsas. “En cambio, el 29% fue calificado como cierto o dentro del espectro de la verdad, mientras que el 14% es discutible”, expresan en su artículo. Eso incluye nuestra verificación al médico toxicológico y dirigente de Acción Democrática en Aragua, José Trujillo, quién aseguró sin fundamento que el COVID se trataba con anticoagulantes.

Conclusión

Paradójicamente a Donald Trump, a Robert Kennedy Jr., a Elon Musk y a Nicolás Maduro los unen sus posturas antivacunas y sus políticas que, en muchos casos, han puesto en riesgo la salud pública. 

Trump, quien minimizó la gravedad de la pandemia y promovió teorías antivacunas, ha designado como parte de su nuevo gabinete a figuras influyentes como Kennedy Jr., conocido activista antivacunas, y Musk, cuya reticencia hacia las vacunas y el tratamiento científico ha influido en su amplia audiencia. Estos líderes han favorecido la desinformación sobre el Covid-19 y las vacunas, debilitando la confianza pública en las medidas de salud y exacerbando los riesgos de una crisis sanitaria prolongada, como evidencia nuestro método de verificación.

En este sentido, las acciones de Trump y sus aliados, como el fomento del escepticismo hacia las vacunas y la promoción de tratamientos no verificados, tienen un claro paralelismo con las posturas de Nicolás Maduro, quien también ha impulsado teorías de curas milagrosas y ha cuestionado la eficacia de las vacunas contra el Covid-19, rechazando la distribución de vacunas aprobadas por organismos internacionales. A través de su discurso de desinformación, Maduro no solo ha minimizado la confianza en las medidas sanitarias, sino que también ha alimentado un entorno de caos informativo similar al que se observa en los seguidores de Trump y Musk.
Ante los nuevos períodos presidenciales de Estados Unidos y Venezuela que inician en enero de 2025, te invitamos a consultar a la Tía del WhatsApp, nuestro chatbot de verificación, sobre cualquier contenido que pueda afectar tu salud o las decisiones al respecto, pues el liderazgo antivacunas no solo pone en riesgo a estos países, sino que amplifica la crisis global al socavar los esfuerzos colectivos contra pandemias y enfermedades prevenibles.