Tras un breve período de acercamiento, la distancia entre la tasa oficial del dólar y el mercado paralelo en Venezuela volvió a ampliarse este viernes 9 de mayo.
El tipo de cambio oficial, fijado por el Banco Central de Venezuela (BCV), se ubicó en Bs. 92,83, mientras que el dólar paralelo se cotizó en Bs. 115,97, lo que representa una brecha de 24,9%, una diferencia que vuelve a encender las alarmas sobre la distorsión cambiaria en el país.
Ambos indicadores mostraron aumentos a lo largo de la semana. El dólar oficial pasó de 88,64 bolívares el lunes 5 de mayo a 92,83 este viernes, un alza de 4,7% en apenas cinco días. Por su parte, el dólar paralelo pasó de Bs. 109,27 a Bs. 115,97 este viernes, lo que equivale a una subida de 6,1% en el mismo período.
Comparando con la situación del miércoles 7 de mayo, cuando la brecha cambiaria era de 25,6% con el paralelo en 114,63 bolívares y la tasa oficial en Bs. 91,21, se evidencia que, aunque ambas tasas han aumentado, el ritmo del paralelo ha sido ligeramente mayor, lo que ha impedido una convergencia y ha reafirmado la fragmentación del mercado cambiario.
Comerciantes adoptan tasa promedio como punto medio
Ante la volatilidad y el desfase entre los dos extremos del mercado cambiario, ha cobrado fuerza una tasa promedio que sirve como referencia práctica en muchos comercios.
Este viernes, esa cotización intermedia se ubicó en Bs. 104,40, actuando como un punto de equilibrio “de facto” entre los precios oficiales y los del mercado paralelo. Para muchos venezolanos, esta tasa se convierte en la más utilizada para calcular precios, especialmente en transacciones informales o minoristas.
Consecuencias para el bolsillo venezolano
La ampliación de la brecha no solo genera incertidumbre en los precios, sino que también impacta directamente la capacidad de compra y ahorro de los ciudadanos. Mientras el tipo de cambio oficial se utiliza en operaciones bancarias y pagos formales, buena parte del comercio, especialmente el informal, sigue anclado al dólar paralelo, lo que deja a los consumidores expuestos a una doble realidad cambiaria y con menos poder adquisitivo real.
