Este lunes 5 de mayo, el mercado cambiario venezolano volvió a reflejar la distorsión que por años ha marcado el pulso económico del país: la existencia de dos tipos de dólar con valores muy distintos. Mientras el dólar oficial se mantiene en 88,64 bolívares, el paralelo se cotiza en 109,27 bolívares, generando una diferencia de más del 23% entre ambas tasas.
Aunque la cotización oficial es la referencia utilizada por instituciones públicas y algunas empresas reguladas, la mayoría de los comercios y ciudadanos se guían por el valor del dólar paralelo, especialmente en transacciones cotidianas. Ante esta dualidad, surge una tercera tasa: el “promedio”, que intenta equilibrar ambas referencias y que para este lunes se ubica en 98,96 bolívares.
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Pero esta no es solo una cifra más. Para millones de venezolanos, la brecha cambiaria representa una barrera silenciosa que encarece productos básicos, servicios y alimentos. En un país donde el salario mínimo legal es de apenas 130 bolívares mensuales —lo que equivale a poco más de un dólar al cambio paralelo—, cada punto de esta brecha se traduce en mayor desigualdad.
La razón detrás de esta brecha cambiaria radica en varios factores: una política de control cambiario que mantiene el dólar oficial artificialmente bajo, la intervención constante del Banco Central de Venezuela con divisas que no cubren la demanda real, y una economía golpeada por la inflación, la desconfianza y la pérdida del poder adquisitivo.