Migrantes deseables y otros no tanto...

Los migrantes no solo buscan mejorar sus propias vidas, sino que también aportan valiosos recursos humanos, culturales y económicos a sus países de destino

En mi colaboración de la semana pasada opiné sobre la migración venezolana a los Estados Unidos y la decepción que produce el entender que el señor Trump no está actuando humanitariamente a favor de los que allá buscan una nueva vida, y que sus controvertidas decisiones parecen implicar un reconocimiento de la legitimidad del cuestionado régimen madurista.

La migración es un fenómeno social que ha marcado la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales. En el siglo XX, Europa, devastada por los conflictos bélicos, la persecución política y religiosa, y las crisis económicas, fue uno de los principales focos de emigración. América del Norte, Australia y América Latina se convirtieron en destinos preferidos para judíos, polacos y otros grupos étnicos buscando refugio en países más trabajadores, europeos ayudaron a construir la infraestructura que hoy sostiene a las grandes urbes. La diversidad cultural que trajeron consigo enriqueció la vida social, artística y gastronómica de estos países. En América Latina, los migrantes europeos y asiáticos desempeñaron un papel crucial en el desarrollo industrial y agrícola.

En el siglo XXI, los movimientos migratorios continúan siendo un tema de crucial importancia, influenciados por factores como la globalización, el cambio climático y las crisis humanitarias.

La Guerra Fría y las dictaduras en América Latina también impulsaron, y lo siguen haciendo, movimientos migratorios significativos.

Aunque América del Norte sigue siendo un destino importante, Europa ha visto un aumento significativo en la llegada de migrantes y refugiados, especialmente desde África y Medio Oriente, por las crisis humanitarias, como la guerra civil en Siria y los conflictos en Afganistán.

Hoy, las migraciones están influenciadas además por factores como la globalización, las disparidades económicas y el cambio climático, que ha provocado desplazamientos forzados debido a desastres naturales y la degradación ambiental. La búsqueda de mejores oportunidades laborales y educativas sigue siendo un motor importante de la migración. En Europa, los inmigrantes han contribuido al rejuvenecimiento de la fuerza laboral en países con poblaciones envejecidas, y en América del Norte, continúan siendo esenciales en sectores como la tecnología, la agricultura y los servicios. La diversidad cultural que aportan sigue enriqueciendo a las sociedades receptoras.

Los inmigrantes a Venezuela, durante el dominio turco sobre sus países vecinos, y luego la II Guerra Mundial, aportaron no solamente mano de obra, sino también nuevas técnicas constructivas, artesanos del calzado y el vestido, carpinteros y ebanistas, científicos, y gente del quehacer cultural. Este influjo de migrantes tuvo un impacto profundo en el desarrollo de la infraestructura y la vida cultural venezolana, enriqueciendo la diversidad del país.

Las migraciones han sido y seguirán siendo un fenómeno esencial para el desarrollo humano. Los migrantes no solo buscan mejorar sus propias vidas, sino que también aportan valiosos recursos humanos, culturales y económicos a sus países de destino. Entender esos patrones y sus causas es fundamental para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que la migración presenta en el mundo contemporáneo.

Pero, al fin y al cabo, los dirigentes políticos, con pocas excepciones, han echado a un lado estas consideraciones, dando prioridad a los intereses inmediatos de sus electores.

Y eso es comprensible. A fin de cuentas, para eso los eligieron.

 

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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Peter Albers

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