«Juicio a los asesinos del general en jefe Antonio José de Sucre».

«Crónica de una muerte anunciada»

El fatal viernes 4 de junio de 1830, al movilizarse en horas de la mañana entre el sector La Jacoba y El Cabuyal, montaña de Berruecos, cerca de Pasto, Dpto. de Nariño, fue vilmente asesinado el general en jefe Antonio José de Sucre.

Había salido de Bogotá el 13 de mayo; deseaba llegar a Quito antes del 13 de junio para celebrar el dia de San Antonio y disfrutar del calor familiar. Escogió la ruta terrestre de: Bogotá, Popayán, Pasto y Quito; descartó la vía Puerto de Buenaventura, Puerto de Guayaquil, Quito.

En Popayán, pernoctó el 29 de mayo; el Obispo Rafael Mosquera lo alertó del posible atentado. iba acompañado del diputado Andrés García, Sgtos Ignacio Hernández y lorenzo Caicedo, ayudante de Sucre, un auxiliar del diputado y dos arrieros.

Los participantes en el magnicidio del «Abel de America, camuflados con musgo, esperaron escondidos a la caravana. Los autores materiales fueron los soldados reservistas Andrés Rodríguez y Juan Cuzco, peruanos, y Juan Gregorio Rodríguez, peones de José Erazo. El coronel Juan Gregorio Sarría entregó los fusiles a los asesinos y los llevó a la posición de tiro. Los tres reservistas estaban a la orden del coronel venezolano Apolinar Morillo, (nacido en la población de San Lázaro -Trujillo), llegado un día antes de Pasto, quien pagó diez pesos a cada uno de ellos, maldito dinero recibido de Obando.

El crimen se perpetró aproximadamente a las ocho de la mañana. Morillo disparó al pecho de Sucre, recibió también balazos en la cabeza y el pecho; apenas pudo exclamar: ¡Ay balazo!

Los acompañantes salieron llenos de pavor; el fiel ayudante Caicedo recogió el sombrero y las botas para llevarlas a Quito e informar a la viuda. Enterró el cadáver colocando una improvisada cruz.

Los tres reservistas fueron envenenados a los pocos días para que no informaran los pormenores del suceso. Además de Morillo, como autor material, las acusaciones señalaban como presunto autor intelectual al general Obando y como cómplices a José Erazo, al comandante Antonio Mariano Álvarez, al coronel Juan Gregorio Sarría y Fidel Torres.

El general Rafael Urdaneta ordenó, en 1830, abrir juicio a los presuntos implicados, pero con la ruptura de la Gran Colombia, (República de Colombia), el expediente
desapareció.

En 1839, Erazo fue detenido en Pasto por motivo político; cuando pasaba por el funesto sitio de Berruecos, en ruta a Popayán, el caballo se encabritó. Acusado por su conciencia, pensando que lo habían detenido por el vil asesinato, relató al oficial que lo
custodiaba su participación en el abominable hecho.

Erazo informó tener carta recibida de Obando para cometer el crimen, además,
acusó al Cnel. Morillo como autor material.

Se notificó la novedad al gobernador de Pasto, Antonio José Chávez, quien ordenó el 4 de noviembre de 1839, iniciar el Sumario.

El presidente de Colombia, general Pedro Alcántara Herrán, ordenó el juicio. Apresado Morillo, confesó su participación en el asesinato y acusó a José María Obando
como autor intelectual, quien se encontraba en Perú.

El 18 de agosto de 1842, el Consejo de Guerra sentenció a Morillo a la Pena Capital; fusilado a las cuatro de la tarde del 30 de noviembre en la Plaza Mayor de Bogotá, hoy plaza de Bolívar. Fue el único condenado a muerte.

Morillo reconoció su delito y perdonó a Obando. Álvarez había fallecido en la cárcel. José Erazo fue condenado a cumplir larga prisión en Cartagena de Indias. José María Obando, antiguo oficial realista, mantuvo en todo momento su negativa en la participación del crimen. Fue Ministro de la Defensa y Presidente de la Nueva Granada, (1853-1854), murió el 29 de abril de 1861 en el combate de Cruz Verde.

Los restos de Sucre se localizaron en la Iglesia «El Carmen Bajo» el 24 de abril de 1900, inhumado en la Catedral de Quito el 4 de junio. Monseñor Federico González Suarez, obispo de Ibarra, leyó la Oración Funebre.

«Si Sucre ya muerto en Berruecos, hubiera hablado, seguro que sería para perdonar a sus asesinos»

«Sucre joven por la edad, antiguo por la gloria» .

Epílogo:
Hoy como ayer, la justicia tarda pero… implacablemente llega.

Eumenes Fuguet Borregales.
[email protected]




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.