
Enrique, de 69 años, delegará a partir de octubre en su primogénito, de 42 años, funciones que ahora corresponden al gran duque, lo que ofrece al heredero un período para prepararse y ganar visibilidad antes de asumir con plenitud la jefatura del Estado, una vez su padre anuncie la abdicación definitiva.
El proceso de abdicación en Luxemburgo no tiene fecha establecida
La Casa Real de Luxemburgo todavía no ha anunciado el día exacto de octubre en el que se oficiará la toma de posesión de Guillermo como lugarteniente-representante, para la cual deberá antes jurar la Constitución del país en una ceremonia solemne ante el Parlamento.
Un 7 de octubre del 2000 fue, precisamente, la fecha en la que Enrique de Nassau fue coronado como gran duque de Luxemburgo, tras la abdicación de su padre y después de más de dos años ostentando, también, el cargo de lugarteniente-representante del país, que asumió el 3 de marzo de 1998.
El gran duque Enrique tendrá la potestad de delegar los poderes que él considere y estipular, de ser necesario, limitaciones a las atribuciones de su hijo durante el tiempo que asuma el cargo de lugarteniente-representante, que puede ser para un período delimitado o indefinido, según el mandato que le conceda su padre.
Las decisiones que adopte Guillermo durante su mandato de lugarteniente-representante tendrán el mismo efecto y gozarán del mismo rango jurídico que si las adoptara el gran duque Enrique, según detalló la Casa Real de Luxemburgo en un comunicado.
Guillermo: nuevo lugarteniente-representante
La designación de Guillermo como lugarteniente-representante, anunciada por sorpresa con motivo de la fiesta nacional, no estaba prevista en el discurso oficial del gran duque Enrique que la Casa Real había enviado a la prensa antes del evento, según informaron varios medios de comunicación luxemburgueses.
Ahora bien, el primer ministro de Luxemburgo, el conservador Luc Frieden, explicó tras la ceremonia que la decisión llevaba tiempo gestándose y que el traspaso de poderes cuenta con todo su apoyo.
«Llevamos tiempo hablando de ello. Y creo que en la fiesta nacional era el momento adecuado, porque el gran duque es el símbolo de nuestra nación», declaró Frieden en una entrevista concedida a la cadena de televisión luxemburguesa RTL.
El primer ministro afirmó que el paso dado forma parte del «procedimiento normal» pero considera que al mismo tiempo supone una decisión «histórica» que «abre la página de un nuevo capítulo» para la monarquía del país.
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