Una ex alumna, desde París, me reenvía una noticia con el siguiente titular “Con sueldos de dos dólares y escuelas en ruinas, maestros venezolanos se resisten a iniciar clases...". Agrega la información “La Federación de Sindicatos, Colegio de Licenciados de Educación, señala que el 60 % de la infraestructura presenta deterioro.
Esta escueta información sintetiza el drama educativo venezolano, no es solo un deterioro acorde a la destrucción del país. Han sido expresas decisiones gubernamentales que condujeron a tal tragedia nacional: reiterada y sistemática negativa al aumento de salarios, aún habiendo recursos para hacerlo, violación permanente de la contratación colectiva, seguridad social irregular, inexistente casi, abandono de la planta física escolar. En el Sector Universitario: abandono presupuestario, destrucción y saqueo de la infraestructura física, daño al patrimonio cultural, quema de bibliotecas (UDO), aplicación ilegal de normas de la ONAPRE, aplanando, uniformando los salarios con adscripción al Sistema Patria, lo cual violenta la Autonomía Universitaria, jubilaciones miserables, apropiación de ahorros del personal docente, administrativo, asignación de cupos para el ingreso a la Educación Superior, intervención de universidades designando autoridades a dedo,etc.
Vanas han sido las protestas del sector educativo nacional, las movilizaciones de gremios universitarios, el régimen permanece imperturbable, indolente y cruel ante la oleada de mensajes, por redes, implorando apoyo para tratamientos médicos. Han sido desgarradores los hallazgos, en sus hogares, de profesores universitarios fallecidos o moribundos por hambre, solo el sentido de responsabilidad por el país los mantiene en su tarea sin alimentos adecuados ni transporte o recursos docentes.
El salario de un profesor universitario, atacado por la devaluación, ronda los 15 dólares mensuales, los bonos tampoco son suficientes ni forman parte del salario. He sostenido que, no solo se trata de un gobierno ineficiente que maltrata al Sector Educativo, que busca controlarlo alimentariamente como a las comunidades del país. Mas que eso, sostengo, que se trata de una Política de Estado, destinada a liquidar, neutralizar al sector intelectual, de pensamiento, de conocimiento de la Nación, desde donde históricamente ha emergido la lucha, la política de cambio libertario y democrático frente a los gobiernos autoritarios, dictatoriales.
Es escandalosa la palabra genocidio pero no luce extraña o lejana a la tipificación establecida por la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, realizada en 1.948. En el Artículo II, se establecen los actos o modalidades de genocidio; en el segundo y expresamente en el tercero se establece: “Someter deliberadamente al grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”. Esta convención fue ratificada en el Estatuto de Roma, y en 2.022 por 153 países.
Aún cuando el artículo y la casuística ha orientado los casos de genocidio a razones étnicas, religiosas, nos aproximamos por asimilación ,de manera gráfica, identitaria como sector social.
La magnitud del crimen cometido es equivalente, quizás mayor a la destrucción física de un grupo étnico religioso o político. El daño social, cultural, moral, ético, humano que está política perversa contiene, compromete el destino de la nación venezolana.
Así como el gobierno ha comprendido nuestra significación política, para destruirnos, más allá de un justo salario, necesitamos recuperar la conciencia del papel político que históricamente hemos jugado frente a las dictaduras. Debemos ejercitar el liderazgo para el cambio, aupar una nueva democracia, libertaria, de progreso para todos.