Día de San Francisco, patrono de los veterinarios y ecologistas

Por su importancia en la iglesia, el cardenal Jorge Bergoglio, eligió su nombre para asumir su pontificado, que inició en el año 2013.

San Francisco. (foto referencial Ecología Útil)

Cada 4 de octubre la iglesia católica celebra el Día de San Francisco, patrono de los animales, de los veterinarios y de los ecologistas.

San Francisco ha sido siempre una figura importante para la iglesia, y lo sigue siendo. Una muestra de ello es que el cardenal Jorge Bergoglio, eligió su nombre para asumir su pontificado, que inició en el año 2013.

El papa Francisco lo hizo con la intención de honrar la memoria de este santo y como una forma de pedir su guía e intercesión. El papa lo llamó aquella oportunidad “hombre de armonía y de paz”.

En el portal Aciprensa se reseña que San Francisco nació en Asís (Italia) en 1182, en el seno de una familia acomodada. Su padre era un rico comerciante y, como mandaba la costumbre, él era el destinado a asumir el negocio familiar. Por años, Francisco, pagado de sí mismo, se dedicó a gozar de sus bienes, en medio de la ostentación y las frivolidades.

No hubo mayores contratiempos en su vida hasta que las circunstancias lo forzaron a ir a la guerra. Fracasó como guerrero y cayó prisionero. Ciertamente no fue mucho el tiempo que pasó en esa condición, pero su salud empezó a resquebrajarse.

Cercado por el desasosiego, en medio del horror de la guerra y aquejado por la enfermedad, Francisco empezó a escuchar una voz que clamaba desde su interior: “Sirve al amo y no al siervo”.

Por su mal estado de salud fue enviado de retorno a su casa, donde pasó un largo tiempo en recuperación y empezó un proceso de transformación personal.

En el contacto con la naturaleza y en el redescubrimiento de la oración, poco a poco fue entendiendo por qué su vida estaba vacía. Dios había estado tocando la puerta de su corazón hacía mucho tiempo sin que se hubiera dado cuenta.

Francisco comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, incluyendo a los leprosos, lo que constituyó un gran escándalo para sus allegados, quienes quisieron disuadirlo.

El santo solía llevar a los desamparados comida y abrigo, pero un día se agotaron sus recursos. Se despojó de lo último que le quedaba: decidió regalar sus propios vestidos y su dinero.

Cierto día, mientras oraba en la Iglesia de San Damián, en Asís, le pareció que el crucifijo que estaba frente a sí le miraba mientras decía: “Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas”. Entonces, creyendo que Cristo le pedía reparar el templo físico, fue y vendió los vestidos de la tienda de su padre. Luego llevó el dinero al sacerdote que cuidaba el templo, pidiéndole que lo deje vivir allí.

El sacerdote aceptó que se quedara, pero no recibió el dinero. Entonces, su padre al tanto de lo que había hecho, lo buscó y lo golpeó furiosamente. Después, al ver que su hijo no quería regresar a casa, le exigió que le devolviera el dinero.

Por consejo del obispo, Francisco decidió honrar a su padre devolviéndole todo, con creces: se despojó hasta de la ropa que llevaba encima en ese momento, que ya no le pertenecía.

Distanciado de la forma como había vivido, Francisco se dedicó a reconstruir la iglesia de San Damián y de San Pedro. Más tarde se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, la cual reparó y convirtió en su hogar.

Con el corazón ablandado por la oración y su diálogo con Cristo, Francisco empezó a pedir limosna para los pobres y a servirles con más cariño. Mientras iba de camino, quien lo veía recibía su saludo característico: “La paz del Señor sea contigo”.

Su estilo de vida empezó a atraer a muchos, quienes también querían acompañarle y ayudarlo en sus labores. Entonces, la idea de formar una hermandad religiosa se fue concretando hasta que, en 1210, Francisco con un grupo de amigos viajaron a Roma con el manuscrito de la futura regla en mano, en busca de la aprobación pontificia para la hermandad.

El Papa, asistido por la gracia, dio su aprobación. El espíritu de la regla aprobada giraba en torno a la pobreza, cuya vivencia sería el fundamento de la nueva Orden.

Años más tarde, considerándose indigno del sacerdocio pleno, llegó sólo a recibir el diaconado y quiso darle a su Orden el nombre de “Frailes Menores” con el propósito de que sus miembros fueran conscientes de su llamado a ser verdaderos siervos de todos, amantes de las cosas de Dios, que sólo se hallan en lo sencillo.

San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con sólo 44 años de edad. Su figura e influencia en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no tienen fe o no son parte de la Iglesia Católica reconocen en él a una persona extraordinaria.

El 4 de octubre de 2013, el papa Francisco celebró una misa en la ciudad de Asís, como parte de un homenaje especial al santo, a poco de iniciar su pontificado.

Durante la homilía expresó que “San Francisco es testigo del respeto por todo, de que el hombre está llamado a custodiar al hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el puesto en el que Dios, el Creador, lo ha querido, sin ser instrumento de los ídolos que nos creamos… Francisco fue hombre de armonía, un hombre de paz”.

EL CORDONAZO DE SAN FRANCISCO

El 4 de octubre de cada año, por lo general en Venezuela cae un aguacero bastante fuerte, con descargas eléctricas, lo cual es conocido popularmente como Cordonazo de San Francisco.

Este es el nombre tradicional que se le da a un fenómeno meteorológico, que se da entre septiembre y octubre, y que no solo ocurre aquí sino en otras naciones de habla hispana.

Según la leyenda se dice que el santo, cada cuatro de octubre, suelta el cordón de su sotana y azota las nubes para que el agua caiga sobre campos y ciudades y termine con el sofocante verano, para refrescar a sus habitantes.

 

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San Francisco. (foto referencial Ecología Útil)

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