Como si de escopolamina se tratara, afecta la memoria, hay quienes quieren hacer inhalar al país la percepción de que somos dos bandos equiparados: quienes quieren votar para defender los espacios, y quienes no, permitiendo que se pierdan.
No somos dos bandos, somos una nación determinada a hacer respetar su mandato soberano, frente a una minoría deslegitimada, no solo numéricamente, sino política e históricamente. Se trata de escoger entre la libertad, la democracia u optar por un régimen oprobioso y descompuesto.
Lo que se debate es el respeto a la voluntad soberana de los venezolanos y no sobre quién participa en este adobado proceso. No son dos bandos, es la nación venezolana quien tiene el derecho de hacer valer su voluntad soberana, libertaria, democrática, frente a una coalición de cazadores de carguitos para la convivencia y negociación con el régimen usurpador.
No se sienten representados en la victoria del 28 J, que cobija el espacio nacional, ¿quieren luchar y sacrificarse por los espacios de las alcaldías de Lecherías o Maracaibo? Tal razonamiento es incomprensible por no decir bizarro y mercadeable.
Es penoso saber que los únicos espacios garantizados, por el régimen represor, son los espacios helicoidales, cuando decida recuperar su alcaldía, gobernación; espacios en la fotografía con el usurpador en Miraflores.
Lo irremediable será perder el espacio en la confianza y el corazón de los venezolanos, quienes, bajo el liderazgo de María Corina Machado, tomaron la determinación soberana de elegir a Edmundo González Urrutia como Presidente Constitucional.