Desde el piso 48 del icónico edificio Solow de Nueva York, en pleno invierno, destacaba este lunes la densa capa de nieve que cubría las ramas desnudas de los árboles de Central Park. Pero en el interior del rascacielos, bien arriba, crecía resiliente un jardín de flores cultivadas por Wes Gordon, en el desfile de su colección otoño 2025 para la casa Carolina Herrera.
Las siluetas dan cuenta de la inspiración floral, desde los diseños rectilíneos que se antojan como tallos que estilizan, brotes de volumen textil, hasta la forma de flores invertidas que se interpreta de hombros ajustados y talles sostenidos con pliegues, del que se van desprendiendo faldas y ruedos amplios en lo que se podría interpretar como pétalos.
En esta línea, la camisa blanca que forma parte del ADN de Carolina Herrera se reinterpreta en siluetas amplias, pliegues en el pecho y mangas abullonadas que se subrayan la elegancia sin esfuerzo que siempre se sabe interpretar en la firma, nuevamente durante la semana de la moda de Nueva York.
Modeladas en seda, troqueladas en aplicaciones metalizadas y estampadas con delicadeza sobre faldas y vestidos, el motivo floral de la propuesta vino inspirado por una referencia constante en el trabajo de Gordon: el libro “Being there” de Jerzy Kosińsk, adaptada al cine por Hal Ashby en 1979, cuyo título para algún mercado hispanohablante se transformó en “Un jardinero con suerte”.
En esta historia, el jardinero de una familia acaudalada debe dejar la casa de sus recién fallecidos patrones. Acostumbrado a vestirse con los elegantes trajes hechos a la medida que descartaba el patriarca de la familia, el sencillo hombre de mediana edad y buenos modales, aunque un poco ingenuo, es abandonado a sus pocos recursos. La suerte se muestra a su favor cuando, siempre bien vestido y sabiendo manejarse en la clase alta, es considerado en la intimidad de ciertos personajes poderosos.
Así, en la colección de Gordon podemos ver la inspiración de “Un jardinero con suerte” a través de una impecable selección de trajes de dos piezas, abrigos y otros diseños de clara inspiración sartorial. Destacan las lanas de raya diplomática y solapas anchas en las que no faltaron los broches grandes de género botánico que destacaban en un contexto sobrio, así como se erguían estoicas las miles de flores violeta plantadas en pequeños montículos de tierra gris en las alturas del rascacielos, escenario del desfile, como retando el frío y la adversidad con su belleza soberbia.