De la definición funcional a la ambigüedad operativa

La funcionalidad del mundo actual puede escapar a cualquier desempeño, ejercicio o manejo instrumental o cognitivo que, en su formalidad operativa, no comprometa su eficacia ni objetivos laborales. Pero de lo que no podría desembarazarse o aislarse, es del signo que le imprime la dinámica política, económica, técnica, social, a la condición de organización a la cual se debe la vitalidad de la sociedad.

Implicaciones de organización

El concepto de organización encaja y asiste a todo lo que implica vida. Desde el funcionamiento del cuerpo humano, al individualismo. Es decir, desde el universo humano visto como grupo actuando a instancia de algún interés concertado (la familia o pareja) o disociado, hasta la configuración que requiere el encuentro de ideas o programas. Es decir, lo que simboliza a la gestión pública o privada.

En fin, no hay nada, desde cualquier óptica que lleve al ser humano a visualizar y asegurar su subsistencia, que pueda saltar, evitar o transponer el sentido y esencia de organización, la cual como realidad asegure alcanzar los fines anhelados. Muchos menos, el individuo podría librarse, esquivar o sustraerse de las implicaciones a que conducen, envuelven u obligan los criterios propios de la organización. Vistos como postulados de su teoría y metodología. O sencillamente, como práctica inducida por la determinante necesidad de ordenar cuanto proceso o procedimiento incite al logro de algún resultado esperado o calculado.

Este prolegómeno, apunta a sentar la significación de todo lo que, en la realidad, engloba el hecho de organizarse ante todo propósito, actitud o actividad que apunte a garantizar el mayor éxito que el ordenamiento o preparación de las susodichas realidades pueda perseguir.

Algunos problemas

Aunque los problemas que alcanzan la organización, desarticulan o frustran cualquier intención de formalizar su naturaleza (sin que ello impida ensayar otro modelo organizacional) las realidades dan cuenta de que casi toda organización se inicia contando con un modelo organizacional debidamente definido. Sin embargo, la dinámica que embarga toda realidad, generalmente, es sometida por la turbulencia que le estampa la dinámica propia de la realidad en la que las organizaciones suscriben su funcionalidad. 

Inducido por los problemas que confronta la realidad, el diseño de organización pretendido cae en errores que abaten sus presunciones. En consecuencia, afectan la estructura funcional calculada. Van desde las confusiones procedimentales que reviste una normativa viciada por agentes externos e internos (ineptos o corruptos), hasta la incapacidad de quienes abusan de responsabilidades asignadas al margen del conocimiento especializado que exige su correspondiente manejo operativo. 

De ahí que, en la brevedad de esta disertación, se hará el mejor esfuerzo por revisar la referida situación-problema. Más aún, toda vez que la teoría de organización expone razones para hacer del tiempo y los recursos, aliados garantes de dar con el resultado óptimo. Ya que organizarse permite lograr no sólo lo posible. Sino también lo que, sin haber sido calculado o diseñado, podría convertirse en una proposición exitosa.

Cualidades de la organización

A esta altura de la disertación, es de advertir que las organizaciones no sólo son sistemas sociales. Sino que, por su operatividad, evidencia intereses y necesidades que no siempre resultan consustanciadas con las ideas que sustentan su formalización o creación. Eso hace ver que las organizaciones son sistemas políticos. Tantos conglomerados axiológicos, por cuanto el comportamiento organizacional sigue los principios de la conducta humana. Más aún, al considerar la moralidad y ética de quienes forman su talento humano.

Por tan fundamentales razones, no existe organización que desdeñe procedimientos que acudan a su administración sin que ello llegase a considerar excusa para no examinar las actividades que inyectan vida a la funcionalidad de la organización. Aunque se torna frecuente que, fallas organizacionales recurrentes, sean achacadas a intereses consustanciados con tendencias políticas a las que pueden responder grupos comprometidos con el incidente en cuestión. 

Mientras que la vida se conciba como un trabajo universal de organización, pareciera obvio que quien no vive supeditado a una organización específica, traicionaría la vida misma. De manera que cualquier intención por desconocer la importancia de la organización, pudiera verse como impedimento de desarrollo del ser humano. Por más que reconozca las habilidades manuales y potencialidades intelectuales que exige la organización de sus miembros

La organización y el desarrollo

No hay razón para dudar de las necesidades que hablan de la compromiso de vida del ser social, económico y político. Más, al ser copartícipe en la construcción de nuevas realidades que inviten a superar los desafíos del desarrollo. Ello resume la motivación a organizarse en lo personal.

Tan significativo compromiso, lleva a atender que cualquier llamado a organizarse, pasa por cambiarse a sí mismo. Así será posible reconocer que el éxito no sólo depende de la constancia y método empleado. También, de organización.  

De modo que la ruta que transita una organización definida, que primigeniamente evidenció intereses y necesidades que apostarían a acercarse a objetivos formulados con base en proyectos productivos capaces de enfrentar las contingencias más exigentes, pero que adelante es insumida por el desgaste que la dinámica de la realidad le propició, es uno de los agobiantes problemas que afecta la movilidad del desarrollo económico y social. 

Cuando la ambigüedad carcome todo a su paso

De no replantearse la adecuación como medida de desafío a los reveses que trae consigo las dinámicas de las realidades, no habrá que dudar que la organización se verá carcomida por la ambigüedad de situaciones que contagian debilidades a falta de exigencias. Esta condición las convierte en “caníbales” sociopolíticas pues propenden a atragantarse del talento humano posible. Tanto como a embucharse de propuestas de crecimiento económico o consolidación administrativa. 

He ahí el resultado de realidades que sus mismas insuficiencias, las insensibiliza adormeciéndolas ante compromisos de organizaciones dirigidas a demostrar eficacia y eficiencia. 

Es a lo que conducen las vagas intenciones que en principio, se vieron cuales funciones de organización debidamente definidas. Ahora son funciones arrastradas por la inercia de una gestión administrativa flácida.  Sus administración y gerencia, acusan actividades confiscadas por la improvisación de tareas específicas. La organización es prisionera de la ambigüedad que contamina sus funciones llevadas por las secuelas de algún caos reinante. 

A manera de corolario

En ese periplo de dificultades organizacionales, la incidencia de realidades retorcidas en que la organización es atrapada, la ambigüedad seduce el sentido de poder que encauza la actividad humana. La crisis en cuestión es tan insidiosa, que perturba los criterios que fundamentaron la concreción de la organización. 

En síntesis, lo explicado condensa la complicación que reduce cualquier organización a su mínima expresión social, política y económica. Y es lo que sucede exactamente a consecuencia del tránsito que conlleva una organización al degradar de la definición funcional, a la ambigüedad operativa.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...