El presidente estadounidense, Donald Trump, ha enviado señales diversas al gobierno de Nicolás Maduro y a la oposición venezolana en las dos primeras semanas de su segundo mandato en la Casa Blanca, de acuerdo con expertos.
Trump, que ha calificado a Maduro como dictador y ha advertido que no necesita su petróleo, autorizó el viaje a Caracas de su enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, quien se reunió con el gobernante en el palacio presidencial de Miraflores el viernes pasado, publicó la Voz de América.
El oficialismo recibió el encuentro con beneplácito y dijo haberle plantado al emisario de Trump una agenda cero en las relaciones. Grenell, por su parte, retornó junto a seis estadounidenses detenidos en Venezuela. El presidente norteamericano reveló que el chavismo había aceptado recibir vuelos de deportados en el futuro inmediato.
Esos hechos siguieron a reportes de la prensa norteamericana sobre la revocatoria de la extensión del programa del Estatus de Protección Temporal (TPS) que beneficia a decenas de miles de venezolanos, concretada el lunes, y a la renovación automática de una licencia especial que permite a la firma petrolera Chevron operar en Venezuela.
Señales diversas a actores políticos
El nuevo gobierno de Estados Unidos ha dado señales diversas con respecto a sus relaciones con los actores políticos en Venezuela, opina la analista de relaciones internacionales y profesora universitaria, Elsa Cardozo.
Evaluar los pasos de Trump sobre Venezuela es como contemplar una balanza de dos platillos, donde diversos hechos y dichos parecen hacer contrapeso a favor de la oposición o en beneficio de Maduro, dice a la Voz de América.
Las señales favorables a la oposición, que reclama fraude en las elecciones presidenciales de julio, incluyen las críticas públicas del secretario de Estado, Marco Rubio, sobre el gobierno madurista, su reunión virtual con los líderes opositores Edmundo González y María Corina Machado, así como el reconocimiento de González como presidente electo de Venezuela.
Su invitación a la investidura presidencial de Trump y la designación de funcionarios críticos de Maduro en puestos clave en la Casa Blanca, el Departamento de Seguridad Nacional y la Secretaría de Estado también alientan a la oposición, según Cardozo.
En esa misma línea interpreta la aclaración del enviado especial de Trump para Latinoamérica, Mauricio Claver-Corone, de que Richard Grenell no viajaba a Caracas a negociar, sino para transmitir un mensaje inequívoco de EE.UU. sobre la deportación de venezolanos y la liberación de ciudadanos estadounidenses.
Cardozo dice observar, sin embargo, una inusual discreción de Trump cuando se refiere públicamente a sus posturas sobre Venezuela.
“No termina de estar clara su manera de mirar a Venezuela”, menciona, sin descartar que la Casa Blanca combine estrategias que pudieran interpretarse como favorables a uno u otro actor político en el país suramericano.
Negociaciones con fuerza
En los primeros días de su segunda presidencia, Trump actúa muy rápidamente, exagerando en decisiones y declaraciones para obtener reacciones favorables como las de los presidentes Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum, aprecia la experta en relaciones internacionales Beatriz De Majo.
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No ocurre así en sus negociaciones con China, una nación clave en las importaciones de múltiples productos, como juguetes, textiles, deportivos y electrónicos, subraya.
“Ahí la posición de ventaja la tiene China. Será diferente la negociación, de mayor equilibrio”, anticipa. En el caso de Venezuela, advierte, no es posible dar un pronóstico claro.
“Todo forma parte de una estrategia más complicada, que no tiene que ver con el comercio, sino con la conjunción de varios elementos”, que superan lo político y que tienen relación con delitos de crimen organizado, dice a la VOA.
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