Defensa activa

La cuestión no radica en votar o no votar, sino en qué hacer.

Si me presentan una opción creíble, tan unitaria como sea posible, mi intención es votar en esas elecciones convocadas, aunque a sus convocantes obviamente no les interesa que la gente como yo vote y precisamente, tal vez sea un buen motivante llevarles la contraria.

Comprendo a quienes no quieren votar. Entiendo el montón de motivos que los desaniman. Respeto su posición, aunque creo que se equivocan. Además, creo que la cuestión no radica en votar o no votar, sino en qué hacer. Así como la ciudadanía no es deporte de espectadores, sino ejercicio, la política se hace con acciones, no con omisiones.

Creo que lo que hay que hacer es defender la democracia.

¿De qué?

Desde arriba, del abuso de poder y desde abajo, de la debilidad y la indiferencia ciudadanas.

¿Por qué?

Porque con todos sus defectos, la democracia es el orden que nos permite mejores posibilidades de vida digna. Así lo sentimos casi todos los venezolanos, y los que prefieren una dictadura lo disimulan. Mi democracia es esa tan bien definida por McCarthy: “Una filosofía de organización política y social que da a los individuos un máximo de libertad y un máximo de responsabilidad”.

¿Para qué?

Para vivir y progresar en libertad y en paz. Para que regresemos al camino largo, difícil, a veces tortuoso del que nos hemos extraviado de la construcción de ese Estado Social de Derecho y de Justicia que define la Constitución, del que nuestra realidad social cada día se distancia más. Para que el gobierno gobierne para todos, el legislativo represente, legisle y controle para todos, para que la justicia sea justa para todos, para que el Estado Federal Descentralizado sea realidad eficaz y para que cada órgano del poder público nos sirva a todos en el cumplimiento de sus funciones, ni una más ni una menos. Para que no se confunda a un partido con el Estado. Para que Venezuela vuelva a ser respetada en América Latina y el mundo y esta nacionalidad que nos enorgullece, sea título de oportunidades aquí y prestigio afuera.

¿Cómo?

Los que ejercen poder, cumpliendo sus deberes y atribuciones según la Constitución, ni más ni menos. Los que aspiran legítimamente a ejercerlo, presentándonos alternativas políticas, estratégicas y programáticas serias por su realismo, convincentes por su visión de futuro. Los ciudadanos, luchando con los medios a nuestro alcance, medios restringidos en espacios encogidos, ciertamente, por eso no podemos desperdiciar ninguno. Y uno es el voto. Con él recordamos que existimos y no podemos ser olvidados, reclamamos, proponemos y ponemos al poder en el brete de correr o encaramarse, de colaborar con que el país avance o estorbarle a cualquier precio.

La semana pasada, en la Asociación de Profesores de la UCV, un respetable grupo de ciudadanos, muchos que son mis amigos y otros no, con muchos de los cuales he compartido posiciones y con otros no, presentó la Red DECIDE, por la Defensa Ciudadana de la Democracia. Creo que eso es lo que hay que hacer. Con eso, soy solidario.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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Defensa activa

Ramón Guillermo Aveledo