Una ola autoritaria recorre el mundo. Se oye una alarma ante la inminencia de un maremoto autoritario pero, en algunos sitios, la inundación ya se ha producido mientras en otros, suenan las alarmas. Duro, muy duro.
Aunque en el mundo hayamos vivido bajo diferentes formas de autoritarismo desde tiempos inmemoriales, parecía que habían llegado aires menos peligrosos y se podía andar, pero ahora, de nuevo, las calles, casas, sedes de instituciones públicas y privadas, los palacios de gobierno de muchas partes del mundo, y, lo peor, la cabeza de mucha gente, se están inundando de autoritarismo o ya lo está.
De la inundación autoritaria hay gente que es insalvable porque ella misma es autoritaria, lo lleva dentro de sí misma sin reconocerlo y, a veces, tampoco lo ven en los demás, o les gusta porque coinciden. En psicología social hablamos de la personalidad autoritaria.
La personalidad autoritaria
El autoritarismo no es algo etéreo, se materializa en quién tenga ese tipo de personalidad. Actuar en forma autoritaria es decir o hacer lo que se quiere, cuándo se quiere, cómo se quiere. Se consulta, si acaso, a posteriori. La persona autoritaria asume su poder y lo hace valer. Esto pasa en el contexto de la familia, el laboral, el político, en cualquier contexto.
El autoritarismo es una forma de pensar y de actuar, de relacionarse con los demás, una actitud ante la vida y un estilo de ejercer el poder que se puede expresar de varias maneras pero con un solo fin: imponer su punto de vista, dominar a los demás.
El autoritarismo está revestido de prepotencia: Yo mismo o yo misma soy (quien manda aquí). Mi palabra es la verdad. Me escuchas y obedeces. Así piensa la gente autoritaria y actúa en consecuencia.
Paradójicamente, la obediencia es otro rasgo de la personalidad autoritaria. La persona autoritaria es imperativa con los de “abajo”, con quienes están a su cargo o le siguen, y es sumisa ante quien está más “arriba” y reconoce como autoridad. La misma obediencia que la persona autoritaria exige a los demás, la tiene ante quien le reconozca poder.
La potestad del autoritarismo
El autoritarismo puede ser expresado por gente de cualquier género, edad, condición social, posición política, por cualquiera.
El autoritarismo tiene una expresión de género. Tradicionalmente, el poder se ha atribuido al hombre, al varón. Mientras más autoritario sea, más macho parece. Inclusive, en ciertos contextos, para que una mujer se considere respetable y sea respetada debe comportarse de la forma más masculina posible. Igualmente, en términos tradicionales, el autoritarismo en la mujer se limita a las paredes del hogar.
El autoritarismo se ejerce con la edad. Los mayores deben ser respetados y siempre tienen la razón, dice la pauta social (aunque estén equivocados, fuera de época). De los menores se espera sumisión. Mientras menos edad tengan, más sumisos deben ser. El niño o niña rebelde, se penaliza en el hogar y en la escuela. La sumisión es la pauta en las instituciones autoritarias.
El autoritarismo se adquiere al ser miembro de una familia o grupo con poder social. “Los señoritos” o los “hijos de papá” existen en todas las sociedades y por ello, ejercen poder. Ser miembro de una casta o de una clase social poderosa permite actuar autoritariamente y muchas veces, impunemente. La impunidad suele ser de los poderosos. El autoritarismo está asociado al poder.
Autoritarismo en política
Aunque el autoritarismo está en todos los estamentos de la vida social, usualmente, se asocia con la política y hay razones para ello, pues es una forma de ejercer el poder.
En el siglo pasado el autoritarismo empezó a estudiarse como un problema sociopolítico por parte de sociólogos, psicólogos y filósofos judíos, de pensamiento izquierdista , perseguidos por los nazis y por ello se centraron en el estudio del autoritarismo de la derecha, particularmente del fascismo que imperaba en Europa, y que hoy renace en todo el mundo. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente.
La historia ha demostrado que el autoritarismo lo pueden ejercer tanto quienes tengan ideas conservadoras, de derecha, como los progresistas, de izquierda. Se da muy bien en los sectores ultras, de derecha y de izquierda, ya que el autoritarismo es, por un lado, un concepto ideológico y, por la otra, una forma de ejercer el poder imperativamente. Hitler fue tan autoritario como Stalin y Netanyahu lo es como Putin.
Las posiciones autoritarias asumen “verdades” que llegan con vientos huracanados y truenos, vengan de donde vengan. Se oye que las conductas de algunos grupos son reprochables, que las autoridades siempre tienen la razón y deben ser obedecidas, que los valores familiares tradicionales y de la patria deben ser preservados y que las amenazas a la estabilidad de la gente, de la familia o el país vienen de afuera y hay que luchar contra ellas. Si lo has oído y estás a tiempo, tienes que protegerte.
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