Si hay algo que la historia nos enseña repetidamente es que los hechos que provocan las transformaciones trascendentes o, dicho de otro modo, las circunstancias que generan los acontecimientos desencadenantes del inicio de un nuevo ciclo, nunca se anuncian meses o semanas antes. Simplemente ocurren y nadie lo tenía previsto tal cual sucede.
El último evento de estas características fue la caída del dictador sirio Bashar al-Assad (y el fin de los más de 50 años de dominio familiar). Todos los días se anunciaba que Bashar sería derrocado, era uno de los sucesos favoritos de los pronosticadores, pero pasaban los años y no ocurría lo reiteradamente anunciado.
Después de que ese país sufriera, por más de una década, una dolorosa guerra civil (no sabemos si continuará con el nuevo gobierno que asumirá, todo está en proceso), se acumularan ciertos desgastes en la armadura de la gobernabilidad, los grupos rebeldes opositores golpearan con insistencia sistemática y Rusia, Siria Yemen y el propio ejército sirio no estuvieran dispuestos a brindar apoyo a Bashar, finalmente se desmoronó su gobierno y ahora está marcando un cambio de época en ese país.
Nadie avisó
¿Cuál es el mensaje que quiero advertir con el evento sirio? Que nadie lo avisó por YouTube, que nadie lo informaba por la televisión y que nadie lo notificó por alguna red social. En simple, no hubo comunicados prediciendo el hecho, simplemente se ejecutó.
Así sucede con los acontecimientos históricos y el caso de Venezuela no será distinto al resto. Podrá ser en una madrugada, un mediodía o al final de la tarde, que nos enteraremos del quiebre de la sociedad militares – Maduro; que nos llegue la noticia de que los autoritarios ya no reciben el apoyo de sus amigos autoritarios o que los tiranos consiguieron una mejor oferta de asilo en el Caribe y decidieron aceptarla.
Y todo lo anterior no será anunciado por videntes en redes sociales. Porque los hechos anteriores son producto de gestiones subterráneas que solamente los protagonistas conocen. Y, reitero, no es solo el caso de Venezuela. Por el contrario, así se incuban los episodios que marcan el fin de una era o que fraguan el punto de quiebre.
De hecho, en el ámbito de las negociaciones o acciones estratégicas, se sugiere nunca anunciar los movimientos antes de hacerlos (no se anuncia el viaje si el barco no está listo, dicen los marineros).
En fin, si el cambio se está gestando, eso se está tramando puertas adentro, porque hablar no cocina el arroz, dice el proverbio chino.
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