Cuidar al cuidador: la salud mental es esencial para una crianza positiva (I)

En el municipio Chongqing, al suroeste de China, una madre de 37 años habría presentado en marzo una conducta errática durante varios días, lo cual despertó la curiosidad de sus vecinos. El 1 de abril, tras discutir con su suegra, a quien hirió gravemente, la mujer sostuvo a su hijo de 3 años fuera de la ventana del apartamento donde vivían, dejándole caer al vacío luego de varios minutos de angustia.

Frente a lo ocurrido, el 2 de abril de 2024 el portal de noticias colombiano La opinión reportó que la mujer fue aprehendida por las autoridades de la ciudad. Tras confirmar el fallecimiento del niño, se inició una exhaustiva investigación para determinar las razones que llevaron a la madre a cometer tales actos. La policía de Chongqing indicó a diversos medios de comunicación que la madre podría haber sufrido un episodio maníaco.

Este suceso desencadenó numerosas reacciones en las redes sociales, reavivando una vez más la discusión sobre la salud mental. Esto nos conduce a reflexionar y preguntarnos: cuando la salud mental de los cuidadores se encuentra deteriorada ¿cuáles son los riesgos que enfrentan los niños, niñas y adolescentes?

¿Por qué debe importarnos la salud mental de las y los cuidadores?

Los cuidadores pueden atravesar problemas de salud mental, e incluso padecer trastornos importantes que desconocen, especialmente cuando existen antecedentes médicos importantes como enfermedades hereditarias de tipo psicológico o psiquiátrico, cuando atraviesan experiencias de vida traumáticas o situaciones de abuso, mantienen estilos de vida poco saludables, consumen sustancias, o presentan problemas económicos y estrés por las exigencias diarias y no cuentan con una red de apoyo.

Cuando estos factores se conjugan y producen el deterioro de su salud mental, traen consigo cambios en el estado emocional y el comportamiento de los cuidadores, los cuales pueden afectar su calidad de vida y la relación que mantienen con aquellos a quienes cuidan, llegando incluso a constituir un riesgo para sí mismos y para los que les rodean.

Desde la ansiedad y la depresión hasta trastornos como la bipolaridad, psicosis o de la personalidad, los problemas de salud mental pueden afectar en mayor o menor medida la capacidad de los padres y cuidadores para ejercer una crianza positiva, aumentando la probabilidad de implementar el castigo físico, responder agresivamente e incluso actuar de forma negligente ante las necesidades de los niños, niñas y adolescentes. 

Tal y como ocurrió en el caso descrito inicialmente, que puede servir de ejemplo para evidenciar el papel fundamental que tienen los cuidadores, considerando que deben ser los principales actores en la protección y bienestar en la vida de los más pequeños.

La salud mental en los cuidadores es esencial para poder desempeñar un rol positivo para los niños, niñas y adolescentes, ya que el estado psicológico de estos puede influir en la adquisición de hábitos y comportamientos, en el desarrollo de su personalidad e incluso en el proceso de maduración, así como afectar la dinámica familiar y la calidad de los vínculos entre los miembros del hogar. 

Una madre, padre o cuidador que goza de salud mental o que es acompañado por especialistas cuando ha recibido algún diagnóstico, no solo podrá proteger a quienes se encuentran bajo su cuidado, también se vinculará positivamente con estos, maximizando las acciones dirigidas a asegurar su bienestar físico y psicológico. 

¿Un problema de salud mental siempre representará un riesgo?

Si un cuidador ha recibido un diagnóstico psiquiátrico esto no se traduce en una incapacidad para ejercer su rol como cuidador. Significa que requerirá un acompañamiento mayor. Probablemente lo ocurrido con esta madre hubiera podido evitarse, al acceder a atención psicológica o médica temprana e incluso si las personas a su alrededor hubieran identificado algunas señales importantes y actuado en consecuencia. 

Sin duda la prevención es posible. Un problema de salud mental se convierte en un riesgo cuando no se identifican a tiempo los signos o no se busca ayuda especializada con la prontitud necesaria, impidiéndonos actuar de forma rápida y efectiva.

Aunque no es posible cambiar el pasado, el presente siempre nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestras condiciones actuales y las de aquellos que nos rodean. Partiendo de allí podemos ser agentes en la promoción de nuestro bienestar y el de otros cuidadores, así como de cada niño, niña y adolescente al cuidado de estos. 

*Nohely Dávila es parte del equipo de especialistas del Servicio de Atención Psicológica “Crecer sin violencia” de Cecodap. Es licenciada en Psicología, de orientación conductual, con experiencia en el área de atención clínica e interesada en la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, así como en la promoción de una crianza positiva.

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