Cuando la voluntad mueve mundos (digitales): la historia de Noland Arbaugh

Noland Arbaugh, un joven de 22 años que trabajaba en un campamento de verano, disfrutaba de la vida en el norte del estado de Nueva York. Pero su mundo dio un vuelco en un instante en junio de 2016. Un chapuzón en el lago, un golpe inesperado y la vida se detuvo. Noland se encontró boca abajo en el agua, incapaz de moverse, de respirar. 

En ese momento, supo que estaba paralizado. Pero la sorpresa no fue el pánico, sino una calma sorprendente. “Nunca sabes cómo vas a reaccionar en situaciones de estrés”, diría después. Esa serenidad, esa entereza, serían los rasgos que llamarían la atención de Elon Musk, el visionario detrás de Neuralink

El golpe en la cabeza no le rompió el cuello a Noland, sino que lo dislocó. La vértebra volvió a su lugar, pero la médula espinal sufrió graves daños y es que, cuanto mayor es la lesión en la médula espinal, más extensa es la parálisis. La lesión de Noland se ubicó alrededor de la cuarta y quinta vértebra, ocasionando que solo pudiera mover la cabeza y los hombros.

Tras casi ocho años viviendo con tetraplejia, Noland aceptó que se le implantara un chip electrónico en el cerebro. En enero de 2024, se convirtió en el primer ser humano en recibir la interfaz cerebro-computadora (BCI) desarrollada por Neuralink, una empresa de Musk. Si el experimento tenía éxito, Noland podría controlar una computadora usando solo el poder de su mente.

Mentes y máquinas 

Cuatro meses después de su primer contacto con Neuralink, Noland se encontraba en el quirófano. Un robot especialmente diseñado insertaba el chip N1 en su corteza motora. Los riesgos eran altos: infección, hemorragia y daño cerebral.

“Mi cerebro es lo último que siento que puedo controlar”, confesó desde su silla de ruedas en la mesa de la cocina en Yuma, Arizona. 

Pero la audacia de Noland iba más allá de lo personal. El éxito de Neuralink representa un gran avance en la unión entre mentes y máquinas, un sueño de ciencia ficción de Musk. En resumen, la historia de Noland Arbaugh es un ejemplo de resiliencia y esperanza. Su valentía al participar en este experimento podría cambiar la vida de millones de personas en el futuro.

Antes del implante, Noland usaba un iPad con una varilla que sostenía con la boca para navegar por internet. Sin embargo, esta solución era frustrante: necesitaba ayuda para colocar el dispositivo, enviar mensajes de texto era lento y el dictado requería hablar con la varilla en la boca. Además, si se le caía, necesitaba pedir ayuda. 

“No fue fácil. Quiero decir, es un iPad. No puedes hacer las mismas cosas que con una computadora”. Ahora, con la ayuda de su madre, Noland abre su portátil en la mesa de la cocina. Se gira hacia la pantalla y dice: “El implante se conecta”. Con movimientos rápidos y hábiles del cursor, Noland comienza a jugar al ajedrez, mientras sus manos permanecen inmóviles en los apoyabrazos de su silla de ruedas.  

Navega por Internet, abre X (antes Twitter), revisa sus mensajes directos y redacta correos dirigiendo su cursor a través de un teclado virtual. La escena es extraordinaria, Noland usa una computadora como cualquier otra persona, con la diferencia de que no necesita mover su cuerpo.

Las interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) no son un concepto nuevo. Los primeros experimentos con chips y cerebros de animales se remontan a finales de la década de 1960. El estándar en el diseño de BCI humanas, el Utah Array, una matriz cuadrada de agujas que se insertan 1,5 mm en el cerebro, se desarrolló en 1992. Dos décadas antes de la cirugía de Noland, en 2004, Matthew Nagle se convirtió en la primera persona en recibir un implante de chip dentro del cráneo. En la actualidad, existe un foro en línea llamado BCI Pioneers para la creciente comunidad de personas con implantes BCI.

Pensar en la máquina 

En la biografía de Musk escrita por Walter Isaacson, se describe cómo este comenzó a considerar la idea de implantar chips en el cerebro en 2016. Durante un viaje en carro con su jefe de personal, Sam Teller, Musk se frustró por la lentitud al escribir un mensaje en su iPhone. “¿Imagínense si pudieran pensar en la máquina?”, dijo Musk, “como una conexión de alta velocidad directamente entre su mente y la máquina”. Inmediatamente, Musk le pidió a Teller que buscara a un neurocientífico que pudiera ayudarlo a comprender las BCI. 

La pasión de Musk por la ciencia ficción ha influido en muchas de sus empresas, desde cohetes reutilizables (SpaceX), automóviles eléctricos y robots humanoides (Tesla), hasta hiperloops para el transporte público en cápsulas autónomas (The Boring Company). Neuralink se inspira en la serie de novelas de Iain M. Banks. Banks describe un implante cerebral llamado “cordón neural” que se coloca en la infancia y puede leer y almacenar cada pensamiento y sensación que experimenta una persona. 

En una entrevista con el podcaster Lex Fridman, Musk compartió su visión sobre el potencial del cerebro humano. Según Musk, “todo lo que has experimentado en la vida -olor, emociones- todo eso son señales eléctricas”. Esta perspectiva revela una comprensión del cerebro como un sistema complejo de señales eléctricas que pueden ser manipuladas.

 “Cuando leí a Banks por primera vez, me di cuenta de que esta idea tenía la posibilidad de protegernos de la inteligencia artificial”, dijo Musk.

En resumen, la visión de Musk para Neuralink es ambiciosa y abarca tanto objetivos comerciales como la preocupación por el futuro de la humanidad. Su enfoque inicial se centra en mejorar la calidad de vida de personas con cuadriplejia, como Noland, quien sueña con controlar un Tesla y al robot Optimus para tener mayor independencia. 

A largo plazo, Musk busca que la tecnología de Neuralink permita a los humanos competir con la IA y evitar escenarios distópicos. La historia de Noland y los avances de Neuralink nos invitan a reflexionar sobre el potencial y los desafíos éticos de esta tecnología, que promete transformar la relación entre el ser humano y las máquinas.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Profesor-Investigador Universidad Central de Venezuela • Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat • Editor de la Revista Catálisis • Presidente (H) de la Sociedad Venezolana de...