Caracas.- La agudizada crisis política y electoral en Venezuela es un tema que genera diversas reacciones en el gobierno del presidente Donald Trump, quien en su primer mandato se caracterizó por sus esfuerzos para provocar un cambio político en Venezuela, al respaldar a la oposición en sus intentos por promover una transición a la democracia y la salida del poder de Nicolás Maduro.
Pero en su regreso a la Casa Blanca en 2025 y con decisiones controversiales en el plano geopolítico, Trump es más cauteloso respecto a Venezuela y eso ha generado contrastes y contradicciones que marcan el inicio de su política exterior dirigida al país, una de menos confrontación con Maduro de lo que fue en el pasado. Ahora, la palabra negociación parece ser clave para comprender lo que sucede.
Richard Grenell afirmó que Trump no busca impulsar un cambio de gobierno en Venezuela
Trump ha dicho que la situación en Venezuela es «desastrosa» y que en Washington evalúan qué hacer para que contribuir a «enderezar» el rumbo del país. No obstante, de momento, varios de sus funcionarios señalan algo distinto.
El 20 de febrero, en una entrevista en EE. UU., el enviado de Trump para misiones especiales, Richard Grenell, quien se reunió con Maduro el 31 de enero en el Palacio de Miraflores, en Caracas, señaló que Trump no busca impulsar un cambio de Gobierno en Venezuela.
«Donald Trump no quiere hacer un cambio de gobierno. Él quiere trabajar todo lo que podamos para hacer más fuerte al pueblo estadounidense, más próspero, y en eso nos enfocamos ahora», dijo Grenell en entrevista para The Epoch Times.
El 21 de febrero, en un evento en la Casa Blanca, Trump dijo a la prensa que Maduro «estaba listo para irse, pero Biden lo fortaleció».
«Así que tienes a un tipo sentado ahí con mucho petróleo. Esa no es una buena situación, pero estamos teniendo conversaciones», afirmó Trump y agregó: «Podemos hacer que Venezuela vuelva a ser fuerte».
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Otra declaración que contrasta con la perspectiva pública de Trump es la de su secretario de Estado, Marco Rubio, funcionario que se ha reunido con la líder de la oposición María Corina Machado y con Edmundo González Urrutia. Rubio dijo el 6 de febrero en su visita a República Dominicana que no espera un cambio político en Venezuela ni en Cuba o Nicaragua en 2025.
«Ojalá haya un cambio en esos países. No espero que entre hoy y diciembre ocurra. Pero esa es la manera en que yo hablo de esos regímenes, porque esa es la realidad de cómo se han comportado», señaló Rubio.
A la consideración de Rubio se suma un documento del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., divulgado el 2 de febrero, en el que resalta unas supuestas «mejoras notables en áreas como la economía, la salud pública y la delincuencia». Sin embargo, en Venezuela persiste la emergencia humanitaria compleja y una crisis de derechos humanos.
Trump luce decidido a cumplir su promesa de ejecutar deportaciones masivas de inmigrantes irregulares. Este 24 de febrero, un tercer vuelo con 242 migrantes venezolanos deportados de EE. UU., incluidas mujeres y niños, aterrizó en Maiquetía. Desde la reunión entre Grenell y Maduro, 609 venezolanos han llegado repatriados.
Otro de los funcionarios del Gobierno estadounidense que se ha referido a la situación en Venezuela es el enviado especial de Trump para América Latina, Mauricio Claver-Carone, quien el mismo día que Grenell viajó a Caracas a reunirse con Maduro, dijo que no hay negociaciones posibles entre EE. UU. y el gobernante oficialista.
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En ese contexto, Trump se ha quejado de la política del expresidente Joe Biden. «Compraron millones de barriles de petróleo. No voy a permitir que vuelva a pasar algo así de estúpido», dijo a finales de enero en rueda de prensa en la Casa Blanca.
El 18 de febrero, en Florida, Trump dijo a medios de comunicación que evalúa una suspensión de la licencia que permite las operaciones de la petrolera estadounidense Chevron en Venezuela.
Pero lo que está lejos de una suspensión es la labor de Grenell en Caracas. El enviado de Trump dijo en la entrevista del 20 de febrero que en Venezuela quedan unos seis o siete presos estadounidenses: «No hemos terminado con Venezuela, tenemos más cosas que hacer».
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