Una pregunta para las Madres de Plaza de Mayo.
Hace poco leí un comunicado que me dejó con una terrible sensación: las Madres de Plaza de Mayo expresando apoyo al gobierno de Nicolás Maduro y la continuidad de la “Revolución Bolivariana”. ¿Cómo puede ser que mujeres tan valientes, que enfrentaron desapariciones y torturas en la dictadura Argentina, respalden a un régimen acusado de las mismas atrocidades en Venezuela?
No pude evitar pensar en aquellas imágenes de madres argentinas marchando con pañuelos blancos en la Plaza de Mayo, clamando por respuestas. Hoy, en Venezuela, son las madres quienes claman ver a sus hijos a las puertas de penales y entre lágrimas de desesperación les gritan: “No te dejaré solo hijo”.
Si las madres de Argentina llamaran a las madres venezolanas, sentirán escalofrío, al ver cómo las historias se repiten. Durante la dictadura militar argentina, las desapariciones forzadas se convirtieron en una herramienta de terror que desgarró a miles de familias. Jóvenes eran arrancados de sus hogares en la madrugada, dejando un vacío insuperable. Frente a este horror, las Madres de Plaza de Mayo se alzaron como un faro de resistencia, enfrentando con valentía una represión brutal.
Hoy, en Venezuela, Nicolás Maduro y su sistema de represión perpetra atrocidades similares. Con crueldad y despiadada determinación y cálculo, arrebata a los hijos de sus madres, a los nietos de sus abuelas, a esposas, primas y hermanas de sus afectos más profundos.
Los oficiales encapuchados los detienen arbitrariamente, los desaparecen durante horas, días y meses, los someten a torturas y aislamiento. No les permiten tener abogados de su elección y en la cárcel hay patrones de violencia sexual y muertes bajo custodia. Como faro de luz en Venezuela, son las mujeres quienes se han convertido en la voz valiente que denuncia la crueldad y la injusticia con un coraje que desafía la opresión.
En Argentina la ESMA se convirtió en un símbolo de horror y las torturas; en Venezuela, sitios como El Helicoide representan el sufrimiento extremo y la opresión.
Terrible coincidencia
En Argentina, la dictadura militar justificó la represión y las violaciones de derechos humanos con el discurso de una «guerra contra el comunismo», etiquetando a opositores como enemigos internos. En Venezuela, Maduro y el grupo que controla el poder utiliza un discurso antiimperialista para deslegitimar y perseguir a críticos, acusándolos de servir a intereses extranjeros. Ambos casos evidencian el uso de narrativas ideológicas como herramientas de control político y represión.
Otra terrible coincidencia es que, tanto en la Argentina de ayer como en la Venezuela de hoy, los responsables de violaciones de derechos humanos permanecen protegidos por el poder y sus violaciones en completa impunidad.
Me duele profundamente ver a las Madres de Plaza de Mayo apoyar a un régimen señalado por encarcelar y torturar a miles de venezolanos, muchas de ellas mujeres jóvenes así como niños y adolescentes. ¿Cómo pueden ignorar las denuncias de violaciones sistemáticas de derechos humanos? ¿Cómo justificar el sufrimiento en nombre de una ideología?
Entiendo lo que puede ser una postura antiimperialista. Entiendo incluso, que ven en Maduro un símbolo de esa postura. Pero comprender no es justificar. No hay revolución que valide el dolor de una madre que ha perdido a su hijo y eso en latinoamérica lo aprendimos con las Madres de Plaza de Mayo.
Les pido algo sencillo: llamen a las madres venezolanas. Hablen con ellas. Escuchen cómo sus hijos fueron sacados de sus casas. Como muchos siguen desaparecidos y nadie responde por su paradero.Como el no saber de sus familiares y sus condiciones en las cárceles las tortura. Escuchen sus llantos, sus relatos y su desespero ante el silencio que las consume.
No hay justicia en el silencio
Tal vez, al escuchar esas voces, recuerden lo que sintieron cuando buscaban a sus propios hijos en un país que les negó respuestas. Tal vez comprendan que apoyar a Maduro es perpetuar el sufrimiento de estas mujeres.
La lucha por los derechos humanos no admite selectividad. No se puede justificar la represión bajo ningún discurso. Las Madres de Plaza de Mayo saben mejor que nadie que no hay justicia en el silencio.
Las invito a reconsiderar su postura. Escuchen a las víctimas de otra época, de otro país, pero que las une a ustedes hechos de igual naturaleza. Reconozcan que no hay ideología que valga el sacrificio de los inocentes.
Porque si algo aprendí de las Madres de Plaza de Mayo es que ninguna madre está sola en su lucha contra la opresión. Y espero que hoy ellas lo recuerden.
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