Imaginar cómo podría ser nuestra especie en el futuro suele dar pie a especulaciones descabelladas sobre características destacadas como la altura, el tamaño del cerebro y la tez de la piel. Sin embargo, los cambios sutiles en nuestra anatomía actual demuestran lo impredecible que puede ser la evolución.
Tomemos como ejemplo algo tan particular como la arteria mediana, un vaso sanguíneo adicional en nuestros brazos. Antiguamente considerada una anomalía, esta arteria está apareciendo con mayor frecuencia en las nuevas generaciones.
Según un reciente estudio, una arteria presente temporalmente en el centro de nuestros antebrazos durante el desarrollo fetal, está persistiendo en la edad adulta con mayor frecuencia que antes, es decir, hay más adultos que nunca con un canal adicional de tejido vascular fluyendo por debajo de sus muñecas.
“Desde el siglo XVIII, los anatomistas han estado investigando la prevalencia de esta arteria en adultos y el presente estudio muestra que está aumentando”, explicó uno de los autores del artículo publicado en el Journal of Anatomy. “La prevalencia era de alrededor del 10% en las personas nacidas a mediados de la década de 1880 en comparación con el 30% en las nacidas a fines del siglo XX, lo que representa un aumento significativo en un período relativamente corto de tiempo”.
Reflejo de la evolución
Durante las primeras etapas de la gestación, la arteria mediana es el principal conducto que suministra sangre a las pequeñas extremidades que se convertirán en nuestras manos. Esta arteria, estratégicamente situada en la parte central del antebrazo, suele experimentar un proceso de reabsorción alrededor de la octava semana de desarrollo embrionario.
Sin embargo, no siempre ocurre. En un número creciente de casos, la arteria mediana persiste en la edad adulta, coexistiendo con las arterias radial y cubital. Esta variación anatómica, cada vez más frecuente, es un fascinante reflejo de la continua evolución de nuestra especie y sugiere una mayor complejidad en el desarrollo vascular de lo que se pensaba anteriormente.
Con el objetivo de determinar la prevalencia de la arteria mediana persistente en una población específica, se realizó un estudio en 80 extremidades superiores de donantes australianos de ascendencia europea. La muestra incluyó individuos nacidos principalmente en la primera mitad del siglo XX.
A través de disección anatómica detallada, se evaluó la presencia de una arteria mediana con un calibre adecuado para el transporte sanguíneo. Los resultados obtenidos se compararon con los datos reportados en la literatura, considerando la posibilidad de un sesgo de publicación que pudiera sobreestimar la frecuencia de esta variante anatómica. Este estudio proporciona una estimación más precisa de la prevalencia de la arteria mediana persistente en esta población particular.
El hallazgo de que la persistencia de la arteria mediana es tres veces más frecuente en adultos contemporáneos que hace un siglo resulta sorprendente y plantea interrogantes sobre los posibles mecanismos evolutivos subyacentes. Esta creciente prevalencia sugiere que la selección natural podría estar favoreciendo a los individuos que conservan este vaso sanguíneo adicional. Los investigadores plantean la hipótesis de que mutaciones genéticas que afectan el desarrollo de la arteria mediana, factores ambientales como problemas de salud materna durante el embarazo, o una combinación de ambos, podrían estar contribuyendo a este aumento.
Podríamos imaginar que tener una arteria mediana persistente podría dar a los dedos diestros o a los antebrazos fuertes un refuerzo de sangre confiable mucho después de que nazcamos. Sin embargo, tener una arteria mediana también nos pone en mayor riesgo de sufrir el síndrome del túnel carpiano, una condición incómoda que nos hace menos capaces de usar nuestras manos.
De variante a la norma
Si la tendencia actual se mantiene, se espera que la frecuencia de la arteria mediana persistente siga incrementándose en las próximas generaciones. Los autores del estudio estiman que para el año 2.100, esta variante anatómica podría convertirse en la norma en la población general. Este rápido cambio evolutivo sugiere la existencia de presiones selectivas que favorecen la persistencia de este vaso sanguíneo.
Esta persistencia vascular es como una pequeña sorpresa que nos trae la naturaleza y aunque no suele causar problemas, es un recordatorio de lo diversas que pueden ser nuestras anatomías.
¿Qué otros cambios evolutivos podrían estar ocurriendo en nuestra especie sin que nos demos cuenta? La reaparición de la fabela (hueso de la rodilla) y el aumento de la arteria mediana son solo dos ejemplos de cómo la evolución humana sigue siendo un proceso dinámico y, en cierta medida, impredecible.
Estos pequeños cambios en nuestro genoma pueden desencadenar una cascada de eventos que reconfiguran nuestra anatomía y fisiología. Es como si estuviéramos escribiendo un nuevo capítulo en la historia de nuestra especie, donde cada generación aporta una nueva página.
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