Por Neudith Morales *
Las instituciones educativas son centros donde confluyen una variedad de estudiantes que poseen sus propios temperamentos, gustos, preferencias y creencias, las cuales son características que les conforman como individuos, así como lo son la identidad de género y la orientación sexual.
Para comprender mejor estos dos últimos términos, se define la identidad de género como el reconocimiento que una persona hace acerca de sí misma como hombre o mujer –o de otro género, para no quedarnos solo con la perspectiva binaria–, basados en las características, valores y creencias que una cultura específica establece para cada uno.
Mientras que la orientación sexual tiene que ver con la atracción emocional, afectiva y sexual que sentimos por otros. Puede ser hacia personas del mismo género, de un género diferente, o incluso se puede sentir atracción por más de un género. Así hablamos de que, por ejemplo, una persona puede considerarse homosexual, heterosexual o bisexual. (UNFPA, 2010).
Aun cuando en las instituciones educativas la diversidad de género es una realidad, no siempre existe una política establecida para fomentar el buen trato hacia esta población. Muchas veces estos estudiantes son objetos de críticas, burlas, intolerancia, exclusiones y de acoso escolar por sus propios compañeros de clases, debido principalmente a los estigmas sociales de la que son objeto las personas que se identifican con un género y/u orientación distinta al resto de sus compañeros.
En algunas oportunidades, este tipo de discriminación se realiza en privado, lejos de la presencia de los docentes. En otras ocasiones ocurre ante la mirada de estos, quienes por desconocimiento y falta de herramientas para manejar el dilema en el aula hacen caso omiso de las agresiones y humillaciones contra las y los alumnos que forman parte de la comunidad diversa, generando malestar y desesperanza en estos estudiantes agredidos.
El malestar emocional no se queda en el salon
Lo lamentable de este comportamiento es que el malestar emocional del estudiante afectado no termina cuando acaba la clase, sino que lo acompaña fuera del aula, generando a corto plazo sentimientos de tristeza, rabia, soledad, baja autoestima, desmotivación por los estudios, bajo rendimiento escolar, rechazo hacia su centro educativo, deserción escolar, entre otras respuestas. Si estas dificultades con los compañeros del salón continúan, puede llegar a producir alteraciones del estado de ánimo como depresión, autolesiones, ideación suicida y llegar quizás hasta la muerte, al estar siendo señalados constantemente de forma negativa, pudiendo generar pensamientos negativos sobre sí mismos y su lugar en la sociedad.
En la publicación española Educando en igualdad – Escuela de junio 2015 (Madrid), se plantean algunos comportamientos que ocurren con frecuencia en las aulas de clase que promueven la desigualdad de género y que se deberían afrontar y cambiar para procurar un ambiente libre de violencia en el entorno escolar:
- Dar por hecho que todas las personas son heterosexuales. Las personas heterosexuales no deben ir explicando cuál es su orientación sexual y eso se debe a que se ha naturalizado que ser heterosexual es lo “normal” y, por tanto, son las personas que viven su sexualidad de manera diferente las excluidas, rechazadas y a las que la sociedad les exige dar explicaciones.
2. Utilizar palabras relacionadas con la orientación sexual como si fueran insultos, hacer bromas o crear rumores. Muchas veces se escucha en las aulas de clase u otros espacios de la institución educativa el uso de la palabra gay, niñita o lesbiana como insultos, otras veces se hacen bromas al respecto, se crean rumores o se excluyen a estas personas.
3. Ignorar el tema de la orientación sexual y/o identidad de género. Este es un tema importante tanto para la visibilidad como para las agresiones, tanto verbales como físicas, es fundamental tomar consciencia de lo que sucede en el aula de clases y actuar.
4. Considerar que la orientación sexual de una persona condiciona su comportamiento o sus capacidades. Puede existir la creencia de que estas personas son erróneas en sus formas de pensar y actuar. Es necesario romper estos estereotipos y estigmas sociales.
5. Culpar a las víctimas de agresiones porque eran demasiado visibles. El mostrar públicamente sus afectos los pueden hacer blancos de rechazo, exclusiones, malas miradas e insultos por parte de sus pares.
Recomendaciones
Para fomentar la integración de los estudiantes con diversidad sexual y de género en las aulas de clase se brindan algunas recomendaciones:
1. Propiciar actividades de sensibilización en el buen trato, dirigidas a los estudiantes, que ayuden a comprender y aceptar las diferencias de los otros.
2. Crear más oportunidades para el diálogo en la escuela, para empatizar y pensar cómo se siente un compañero de clases al ser excluido, ignorado y desvalorizado por el resto del salón.
3. Impulsar programas educativos que aborden temas de género, orientación sexual, identidad, respeto y derechos humanos (UNESCO, 2012).
4. Rechazar el uso de nombres ofensivos, sin importar cuál sea su naturaleza.
6. Establecer una ruta de abordaje en la institución educativa cuando se identifique un caso de acoso escolar por diferencias de género u orientación sexual.
7. Hacer llamados de atención a quienes utilicen un lenguaje despectivo hacia los estudiantes que se identifican con un género y orientación sexual distinto al resto de sus compañeros.
8. Docentes, directivos y personal de las instituciones educativas en general deben ser un modelo positivo a seguir en el trato respetuoso hacia los estudiantes con diversidad sexual y de género.
Se considera importante cultivar el respeto hacia sus pares desde temprana edad en los diferentes espacios de socialización que puedan tener los niños, niñas y adolescentes, considerando las diferencias individuales de género y orientación sexual. Indudablemente el ejemplo que puedan dar las figuras significativas como profesores, representantes y personal administrativo es fundamental para una sana convivencia en las instituciones educativas.
*Neudith Morales es psicóloga, parte del equipo de especialistas del Servicio de Atención Psicológica “Crecer sin violencia” de Cecodap.
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