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martes, 11 febrero, 2025

Teniente Franklin Caldera cumple cuatro años detenido: su familia perdió la paz y tranquilidad 

El padre del militar detenido aseguró que la realidad que vive es una batalla del día a día, en la que la mejor defensa del preso político es el familiar. Por eso cree que no es bueno callar y aseguró que nadie más hará sacrificios por la persona que está detrás de las rejas. No ha dejado de denunciar y esa es su arma más importante

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Caracas.- El 11 de febrero se convirtió en una fecha de dolor para la familia del teniente primero del Ejército de Venezuela, Franklin Caldera Martínez. Representa el día que sus familiares perdieron la paz y la felicidad, pues su padre afirma que el gobierno de Nicolás Maduro se las robó cuando detuvieron al militar de manera arbitraria hace cuatro años.

A Caldera lo apresaron el 11 de febrero de 2021. Un grupo de funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), acompañados de supuestos integrantes del ELN, engañaron e interceptaron al primer teniente del Ejército en un sector apartado de la ciudad de Cúcuta, en Colombia, y lo trasladaron vía trocha y bajo amenazas a Venezuela. Así lo relata su padre, Franklin Caldera Cordero.

El primer teniente logró escapar el 23 de febrero de 2021, pero al día siguiente fue recapturado en un operativo realizado en la autopista Gran Mariscal de Ayacucho, entre Caracas y Guarenas. Ese día recibió un disparo a quemarropa en una de sus rodillas y una herida punzo penetrante en la otra, lo que le impidió caminar durante meses.

Su padre relata que, desde el primer día, las torturas físicas y psicológicas fueron una seguida de la otra en los distintos lugares en los que estuvo detenido, incluidos la sede de la Dgcim en Boleíta, y la cárcel militar de Ramo Verde. Ahora, se encuentra en el centro de reclusión de la 34 Brigada de Policía Militar, en Fuerte Tiuna. 

Comentó que tanto él como el resto de la familia se sienten privados de libertad y explicó que detrás de cada preso político hay un familiar que sufre, especialmente en los que tienen a un ser querido en las condiciones que se encuentra su hijo. 

«Sentimos que nos quitaron la felicidad. El gobierno de Nicolás Maduro nos quitó la paz y tranquilidad. Todos vivimos en una zozobra y con miedo de que si decimos algo arremetan contra la familia», dijo Caldera Cordero en entrevista con el equipo de El Pitazo. 

La persecución en contra de Caldera (hijo) comenzó en 2019, tras su aparición junto a otros militares en un manifiesto público en contra de Nicolás Maduro, días después de que desertara del Ejército venezolano y decidiera irse a Cúcuta en Colombia. El Estado venezolano denominó esta acción militar «Operación Aurora«.

Al militar también se le señala de estar involucrado en la que llamaron Operación Gedeón, una conspiración de un grupo de militares disidentes que estaban exiliados y supuestamente intentaron infiltrarse en Venezuela a través de las costas del estado Vargas, en el año 2020. 

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La denuncia y la familia: las armas más importantes

Franklin Caldera Cordero es también un militar retirado, pero el dolor de tener a un hijo detenido lo llevó a formarse como defensor de derechos humanos y así tener las herramientas necesarias para luchar por todos los presos políticos injustamente privados de libertad. Eso también lo condujo a crear la organización Familia SOS Libertad, dedicada al apoyo de presos políticos civiles y militares venezolanos.

El defensor de derechos humanos no ha dejado de denunciar. Cree que es su arma más importante. Consideró que la única tarea de cada familiar es luchar para demostrar la verdad. Sabe que su hijo es inocente y se siente orgulloso de él, porque lo único que hizo fue salir en defensa del pueblo pemón y en rechazo a la destrucción del Arco Minero del Orinoco y sustracción del oro de manera ilegal. 

«Yo sigo alzando la voz y en todo momento digo que no soy terrorista ni traidor a la patria. No estoy haciendo ninguna acción de instigación al odio. Alzo la voz por el amor que siento hacia mi hijo y hacia mi Venezuela. Lo único que pido es libertad, paz y reconciliación para que todas las familias que tienen un preso político puedan reencontrarse y que vuelva la felicidad a cada hogar», comentó el padre. 

Afirmó que la realidad que vive es una batalla del día a día, en la que la mejor defensa del preso político es el familiar. Por eso cree que no es bueno callar y aseguró que nadie más hará sacrificios por la persona que está detrás de las rejas. 

Siente dolor al ver como se aprovechan del sufrimiento de las familias. Por eso cree que es cada ser querido el que lucha sus batallas, de las cuales se sienten olvidados y utilizados. «Hay muchos supuestos opositores que han creado una división y se han beneficiado de las víctimas», agregó.

Comentó que tiene otras tres armas importantes: Dios, quien siempre está a su lado; las redes sociales, que le han permitido que se conozca el caso de su hijo; los medios de comunicación y periodistas, quienes siempre le han ayudado a mostrar la realidad que vive. De no tener ninguna de estas, aseguró que estuviera en el silencio y con un ser querido detrás de las rejas y en el abandono. 

«Desde el primer día he tenido el apoyo de los medios de comunicación, pero es porque yo no guardo silencio. Mi voz no es solo la de Franklin Caldera, sino la de todos los presos políticos«, precisó. 

El susurro de la libertad 

El padre del militar detenido pudo verlo a los 45 días de su detención. Se encontraba en un centro de detención y tortura de la Dgcim. El joven, aunque no podía caminar debido a las dos heridas en sus piernas, sacó fuerzas de donde no las tenía y se levantó, cayó encima de su padre y le susurró al oído: «Viejo, ante el estruendo de una trompeta, nunca dejes de luchar por Venezuela y los presos políticos». 

«Le vi los ojos de cuando me esperaba en la puerta de la casa, de niño, y me decía que quería ser un héroe como yo. Esa misma mirada me mostró ese día, se levantó con impulso y cayó encima de mí», relató. 

De esas palabras que su hijo le dijo, nació el eslogan de la organización Familia SOS Libertad: Por una Venezuela libre y sin presos políticos. 

«Nuestra lucha sigue con la moral en alto y seguimos fortalecidos más que nunca. Mi hijo es el que me da la fuerza y el que me ha llevado hasta donde estoy porque puede más el amor de un padre que cualquier régimen. Yo estaría dispuesto a dar la vida por la libertad de mi hijo», afirmó. 

Aunque perdió grandes cosas, aseguró que no ha perdido la fe y la esperanza de ver a su hijo libre, así como a los otros presos políticos. Se llena de susto en algunas ocasiones, pero mantiene su fortaleza y confía en que el Estado venezolano no podrá quebrantarlo ni quitar la fuerza que tiene para seguir luchando. 

Una familia perseguida y separada 

Mientras el teniente Franklin Caldera Martínez permanece en la cárcel, sus seres queridos están separados y son perseguidos por el Estado venezolano. Su madre continúa en Venezuela, pero su padre se vio obligado a salir del país; al igual que su esposa e hijo de apenas 7 años de edad, a quien no ve desde 2021. 

La madre de Franklin Caldera (hijo) vive en el estado Carabobo y es médico. En cada salida que hace y cada movimiento que da, siente la persecución. Recibe llamadas de amenaza y que la vigilan desde vehículos sin placa, según explicó su esposo Caldera Cordero. 

Alzar la voz y ser víctimas de persecución les permitió obtener medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 25 de noviembre de 2024. 

En la Resolución, la organización analizó la continuidad de eventos de riesgo en contra de Franklin Caldera Cordero, los cuales incluyen amenazas de muerte, hostigamientos y seguimientos en su contra. La medida también se extiende a su esposa Yuraima Martínez, y a su hijo Franklin Caldera Martínez. 

La madre de Caldera puede visitarlo sábado y domingo, cada 15 días, en el centro de reclusión de Fuerte Tiuna. Deben destinar alrededor de 400 dólares al mes para llevarle comida, medicinas y pagar el traslado hacia Caracas. 

Los sacrificios que hacen por Franklin Caldera Martínez no tienen precio. Su padre Caldera Cordero está dispuesto a dar su vida si es necesario para que pueda estar en libertad. No se cansa y aunque por momentos siente temor y quisiera regresar a su país, sabe que hace más estando afuera que detenido al igual que su hijo. 

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