Por: Julio Tupac Cabello
Luce como un gesto inusual en la política venezolana. Huir de las preferencias del electorado, hacer cosas por principio, preferir equivocarse que no ser auténtico.
Después de mucha terapia, ejercicios de meditación, y una disciplinada actividad física (“me levanto todos los días a las 4:00 am para correr"), que suma mucho en la ecuación de su salud mental -una víctima de torturas es siempre un individuo con secuelas-, Requesens ha apostado por volverse a arriesgar.
“Yo en la cárcel aprendí a que no importa donde estés, hay que actuar de la forma que te parezca correcta. Cuando me lo permitían, entrenaba. Si podía, aprendía de mis compañeros. Y todo el tiempo que podía, leía". De hecho, sus familiares han confirmado que lo único que pedía mientras estaba preso eran libros.
Parece un acto suicida. O un sinsentido. Para muchos, cuando menos, una sospecha. Pero basta escucharlo para darse cuenta de que hay algo religioso, místico y fervoroso en la decisión de Requesens. Y se siente algo inexplicable en el alma cuando uno se da cuenta de que, no importa lo que hagan los matones que han secuestrado Venezuela, hay algo en ese gentilicio que nunca se cansa de luchar por la libertad, es como un gen que se reproduce, no importa la amenaza que lo espere.
“Temo por mi vida, claro que sí, pero la democracia no se conquista con miedo". “¿Resguardarme?", “mi plan es simplemente esperar que no tenga que hacerlo, ojalá que no".
Juan Requesens ha decidido ser candidato a gobernador de Miranda, luego de que las elecciones presidenciales fueran flagrantemente robadas el pasado 28 de julio de 2024. Con un CNE que emite resultados decretados y una institucionalidad inexistente para tener algún tipo de instancia a la cual acudir. Es un país en el que quien estorba, va preso. Y si no, que lo diga él mismo.
Si hay alguien que sabe lo que este régimen significa es él, que lo vivió en carne propia. “Yo no lo menciono con frecuencia porque no me gusta hacer tragedia de mi propia historia, pero a mí me tuvieron años presos, me torturaron, me expusieron drogado y lleno de excremento, imagínate si yo hubiese pensado que el que no caía preso era porque había negociado con el gobierno", le explica a César Miguel Rondón en su programa.
Esta entrevista fue motivada porque, precisamente, un personaje como Requesens, que ha padecido la incalculable crueldad del régimen que se ha adueñado del país, con el poder moral que lo precede, ha decidido liberarse de las sospechas usuales para hacer lo que considera correcto:
“No importa cuán corrompido este el sistema electoral: si hay un espacio de lucha, lo aprovecho. Entiendo perfectamente que no todos pensemos igual. La Unidad es una propuesta precisamente porque lo natural es que pensemos distinto. Pero no por eso no tenemos el mismo objetivo, y para mí, todas las formas de lucha son importantes".
Es una lucha que no está calculando los resultados ni quiere erosionar los alcances que la oposición ha logrado hasta ahora, sino una lucha espiritual, modélica, en la que la decisión se toma por convicción, independientemente de las circunstancias.
“Yo no creo que estemos destinados a estar mejor ni creo que las cosas cambian porque sí. Yo no estoy seguro de cuándo esto va a cambiar, lo importante es actuar con convicciones, aportar el grano de arena que podamos".
Requesens renunció a su partido, Primero Justicia, por no estar de acuerdo con su postura y, claro está, lo primero que ha escuchado es la acusación: colaboracionista, traidor, divisor, negociante.
Además, es una decisión que ha tomado aparte de la Plataforma Unitaria, la coalición de partidos que, entorno a María Corina Machado, ganadora abrumadora de las elecciones primarias opositoras que se hicieron en 2023, decidió que solo iría a las elecciones regionales si se reconocía el resultado presidencial de 2024. Es decir, no va a las elecciones.
“Quizás sea yo muy simplista. Pero la unidad es una necesidad de competir unidos frente a un gobierno hegemónico. Pero la unidad como tal es signo de que pensamos distinto. Lo que sí es que el enemigo es el mismo", explica.
La rémora
Los venezolanos, que ya tendíamos a mirar la política como hinchas, hemos agudizado irracionalmente la moralización de la vida, incluso entre quienes nos reconocemos demócratas y luchamos por la libertad, quizás por todo lo que se ha escurrido entre nosotros el maniqueo, manipulador y estigmatizante discurso totalitario que tiene ya un cuarto de siglo con el poder secuestrado en Venezuela.
La polarización vivida nos dividía en revolucionarios y burgueses, pero ahora depuesta esa realidad, aunque las categorías entraron en desuso, la manera de pensar persiste. El que no haga las cosas como yo las pienso es un traidor. El que diga algo distinto es un vendido. El que cuestiona es un colaborador. El que reconoce, lava la cara.
Pero basta escucharlo para revisar ese moralismo. La de Requesens es una posición pensada. Se ha expuesto a todo tipo de medios, sale a la calle a hablar con la gente y está permanentemente en las redes conversando con los venezolanos.
Estudió Ciencias Políticas, una maestría en Política y gobierno y planea estudiar Filosofía en un futuro. “Ser venezolano es muy jodido. Todos, los que estamos adentro y los que están afuera, nos levantamos todos los días sabiendo que estamos en un país que no es nuestro. Aquí el gobierno cualquier día te quita lo tuyo, te secuestran, no hay libertades. Sin embargo, los maestros salen a trabajar, aunque sus salarios sean tan bajos; los periodistas se las ingenian para informar aunque haya censura. Bueno, eso tenemos que hacer los políticos, tratar de recuperar el valor del voto, que fue vaciado, y compartir los principios y valores de una Venezuela distinta".
Votó por Edmundo González Urrutia, pero no quiere desperdiciar esta oportunidad política. “Esta campaña me da el chance el de salir a hablar", y remata despachando el chantaje, “aunque la ética es indispensable en la política, los debates que son políticos no pueden ser moralizables. No puede ser que si decides participar en las elecciones, entonces usen el argumento de la traición y la venta. Somos actores que tenemos puntos de vista distintos y nos vamos a tener que encontrar tarde o temprano, pero se usa el adjetivo como un descalificativo muy injusto".
“Yo soy socialdemócrata", confiesa, “creo que en el modelo del estado de bienestar, en la economía social de mercado, soy muy globalista, creo en las instituciones internacionales".
Para despejarse, lee literatura y ve fútbol, “mucho fútbol, soy recontra fanático del Barcelona".
“Siento mucha curiosidad intelectual sobre los temas de gobierno y estado, la resignificación de los partidos políticos/ Y soy muy latinoamericanista."
Sobre el futuro, “ahora mismo ser gobernador, y ver a mis hijos".