Por: Carlos Tablante
En medio de la incertidumbre política que atraviesa Venezuela, resulta imprescindible reafirmar nuestro compromiso con la legalidad democrática, con la voluntad popular expresada el pasado 28 de julio y con la Constitución de 1999, violada y pisoteada sistemáticamente por el autócrata Nicolás Maduro.
El evento convocado para el 25 de mayo por el régimen representa una maniobra en un intento desesperado por anular el mandato mayoritario que eligió a Edmundo González Urrutia como presidente de la República. Esa elección, realizada con una altísima participación, pese a los múltiples obstáculos impuestos por la dictadura, dejó claro que la mayoría del país exige un cambio de rumbo urgente, pacífico, democrático y constitucional.
No olvidemos que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana – como custodio legal del material electoral – tiene en sus manos las actas y los votos físicos del evento electoral del 28 de julio de 2024. La soberanía reside en el pueblo, quien se expresó contundentemente. Corresponde ahora a las instituciones, y en particular a la FANB, actuar en resguardo de la Carta Magna y del mandato popular.
La historia y la experiencia de otros países ofrecen ejemplos de cómo autócratas enfrentados al rechazo mayoritario e irrebatible se han visto forzados a negociar salidas, con la mediación de la comunidad internacional a través de complejos procesos de negociación.
Mantener la presión, organizar y movilizar para evitar la represión buscando comunicación con inteligencia política para dialogar con todos, con mucha amplitud, incluso con aquellos que forman parte de la estructura de poder que, por ahora, sirve a los intereses de un modelo autoritario cada vez más cerrado, al que debemos derrotar. A pesar de la trampa y el fraude, la opción preferible sigue siendo una transición pacífica.
Tenemos que continuar la lucha de frente y en todos los frentes. La alternativa democrática no es monolítica. Su naturaleza es plural y con sus matices debemos impulsar el cambio político que es el objetivo estratégico compartido. Con diversas formas de lucha, debemos evitar la resignación y la desmovilización.
Hay que destacar el impacto que recientemente ha tenido la denominada Operación Guacamaya que develó fracturas y debilidades dentro del aparato represivo madurista. Tenemos que mantener la presión democrática a través de diversas redes de resistencia y de presión frente a todos los males que nos acechan. Debemos exigir la liberación de los presos políticos y el respeto pleno de los derechos humanos. Con la PUD, MCM y Edmundo González impulsar y fortalecer la unidad en lo estratégico para lograr el cambio político que reclama Venezuela. Se puede disentir de figuras como Manuel Rosales o Henrique Capriles, sin caer en la descalificación y fortaleciendo el horizonte común que es el restablecimiento del estado de Derecho y la democracia.
La pluralidad democrática es nuestra mayor fortaleza frente a la autocracia, en consecuencia, la defensa de la Constitución debe ser la causa para rechazar la falsa reforma que promueve Maduro para destruirla.