Por: Andreina Mujica.
1. Introducción (12:30 – 13:00)
El momento cero. El corte eléctrico llega con una puntualidad bastante sopechosa, 12:30 todo se detiene. Incluyendo el vagón donde estoy viajando en el Metro de Madrid.
El metro se detiene. Un “joder" colectivo (primero susurrado, luego gritado) se convierte en el nuevo himno nacional. Los vagones se convierten en cápsulas de incertidumbre, sudor y sarcasmo.
2. Evacuación surrealista (13:15 – 14:00)
Cuando la realidad imita al teatro absurdo. Alrededor de 150 personas quedamos atrapados en el vagón.
Un funcionario del Metro pide calma y orden. Lo mas curioso es que todos estamos calmados y en orden. Un guapo voluntario con vocerrón se siente un héroe pidiendo calma y orden. Seguimos todos, por lo menos en este vagón, calmados y en orden.
El grupo avanza en silencio por los rieles, en calma y orden, como si todos hubieran leído el mismo manual de supervivencia emocional. El sarcasmo y la solidaridad conviven, entre bromas de película de super héroes nos vamos montando en escaleras de emergencia.
3. La ciudad a oscuras (14:00 – 16:00)
Y la vida sigue (sin electricidad).
Cierres, compras compulsivas y renacimiento del vermut. Los radios vuelan, el papel higiénico desaparece como si fuese el nuevo oro, el mismo del Covid. Las peluqueras prueban cocinar al sol, y el humor florece con tapas tibias y comentarios tipo: “esto es el fin del mundo, pero gracias a Dios, las cañitas no son eléctricas".
Todo mundo saca al perro repetidas veces, los perros saltan de alegría y no entienden nada.

4. Ficción distópica o martes cualquiera (16:00 – 17:30)
Cuando todo falla… el chino no.
Desde el oxígeno del vecino con 120 kilos, hasta la leyenda urbana del datáfono chino que sigue funcionando. Todos putean, pero todos colaboran. Madrid se convierte en una tragicomedia colectiva donde solo el jamón parece dar certezas.
Desde Francia, Portugal y Marruecos comienzan a inyectar electricidad a la Península.
5. Esperanza con batería triple A (17:30 – 18:40)
El gobierno habla, la gente ya no escucha.
Ferreterías saturadas, declaraciones políticas tibias, la luz regresa por partes, no en todas partes. En Barcelona se encienden luces y puteos renovados. En Madrid ya nadie tiene energía ni para quejarse. Algunos hasta empiezan a cantar en la calle, puede ser efecto secundario del vermú caliente.
6. Epílogo (19:30 – 22:00)
La tregua.
Con la llegada de la noche, vecinos se encuentran, brindan, improvisan un cajón flamenco. A las 22:00 en punto regresa la luz. De nuevo muy puntual, 22 horas. Cuando finalmente vuelve la luz, algo ha cambiado: la gente habla entre sí, lee, y recuerda que una guitarra no necesita wifi. Nadie lo dice, pero algunos ya extrañan un poco el apagón, la ciudadanía espera respuestas, serias y documentadas por cuenta del gobierno.