El venezolano Alejandro Monsalve recibió el 11 de abril una notificación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) donde le comunicaban que tenía siete días para irse de Estados Unidos.
Se trata de un “aviso de terminación de libertad condicional", con el cual el DHS canceló el permiso de entrada a EE. UU. que le otorgó por un periodo limitado, según se lee en el escrito que le llegó vía correo electrónico.
“Lo primero que sentí fue miedo", recordó Alejandro en conversación con El Pitazo, el 13 de abril.
En el texto también le notificaron que su permiso de trabajo será cancelado en una semana.
Alejandro afirma que mientras leía el e-mail, su miedo se hacía más resistente. Hubo una parte del texto que lo marcó: “No intente permanecer en Estados Unidos, el gobierno federal lo encontrará. Por favor, salga de Estados Unidos de inmediato".
“Estamos viviendo un psicoterror que te paraliza. Uno llegó a este país con intenciones de mejorar su calidad de vida, no de hacer daño, y ahora te tratan como a un delincuente. Siempre hice mis trámites por el camino legal, pero no valió de nada", señaló.
Huyó de Venezuela con nostalgia
Alejandro Monsalve llegó a Estados Unidos hace ocho meses. Tiene 45 años, es oriundo del estado Miranda y se arriesgó a cruzar la tenebrosa selva del Darién, porque en su país corría peligro.
Después de la elección presidencial del 28 de julio se sintió perseguido, a propósito de que se identificó con la líder opositora María Corina Machado.
“Me fui con mucha nostalgia, pero si no huyo, me metían preso. Era dejar todo atrás, o ir a la cárcel", afirma afligido.
Ahora su temor es que lo deporten de Estados Unidos a Venezuela. A este país entró a través de la aplicación de citas CBP-One, aprobada por el expresidente Joe Biden y anulada por el actual mandatario nacional Donald Trump.
“No tengo problemas en abandonar voluntariamente este país, porque realmente estoy decepcionado y nuevamente me siento perseguido, pero lo que no puedo es regresar a Venezuela", afirma.
Alejandro destaca que cuando los funcionarios detienen a una persona en EE. UU., no le dan la posibilidad de que, por lo menos, argumente por qué emigró. Ese escenario lo aterra aún más.
“Estoy en Chicago y tengo que llegar a Texas para cruzar a México y quedarme allí o irme a un país de Sudamérica. Pero ¿qué pasa si me detienen en el trayecto, me encarcelan y me deportan a Venezuela?, se pregunta con angustia.
Otra incertidumbre es si la solicitud de asilo que introdujo le permite quedarse legal en EE. UU., a propósito de que la comunicación menciona que estará sujeto a medidas de expulsión “a menos de que haya obtenido una base legal para permanecer aquí".
“He consultado con abogados, pero no hay nada que esté por sentado, porque los funcionarios hacen lo que les da la gana. Tampoco puedes ir al DHS a preguntar o al ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos) porque corres el riesgo de que te dejen preso. Es como caer en una trampa que ellos mismos tendieron", acotó.

El tiempo se acorta
A partir de este lunes, Alejandro tiene cuatro días para salir de EE. UU. Aún no decide qué hacer. Espera que su solicitud de asilo le permita continuar en ese país. Tampoco descarta que algún juez emita una contraorden y se detenga este proceso de deportación.
“Yo no aspiro estar aquí toda mi vida. Solo quiero tener un piso económico que me permita emprender en otro país, pero si no se puede, me iré sin problemas a empezar de cero", dice.
En opinión de Alejandro Monsalve, la vida del migrante venezolano ha sido cuesta arriba. “Estas legal en este país y, de repente, eres perseguido y quedas en el limbo".
En medio de esa incertidumbre, Alejandro admite que tiene sentimientos encontrados. En la casita que alquiló en Chicago, junto a su sobrina, ya comenzaba a sentir el calor de un hogar.
En su trabajo también ha cosechado varios amigos que lo hicieron sentir como en casa y sus ingresos económicos le brindaron la estabilidad que se le hizo esquiva en Venezuela. Hoy vuelve a sentir nostalgia.