Valera.- La noche del 29 de julio era como cualquier otra para Jesús Martínez. Llegaba a su casa de trabajar aproximadamente a las 8:00 de la noche y se paró en la esquina de la vivienda para hablar con sus vecinas cuando funcionarios de la Policía de Trujillo llegaron al sitio. Cuando las personas vieron a los uniformados, todos corrieron y a Martínez se lo llevaron del porche de su casa al Destacamento 20.
«Lo sacaron sin motivo alguno. Él no estaba haciendo nada. Tanto él como sus vecinos, de hecho, gritaban eso, que él no estaba haciendo nada malo. A pesar de todo eso, se lo llevaron«, relata María Briceño, su prometida con quien planeaba la boda para los siguientes meses.
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El joven de 21 años, oriundo de Pampanito, trabajaba en un cafetín y en un taller de costura con su pareja. Además era estudiante y durante el tiempo que lleva detenido, no pudo asistir a su graduación como técnico superior en Turismo.
En el encierro que tiene ahora en Tocuyito, estado Carabobo, a más de 350 kilómetros de distancia, Jesús Martínez ha perdido más de 23 kilos de peso y tiene ronchas en todo el cuerpo. Sus familiares presumen que es escabiosis. No tiene tratamiento médico para tal padecimiento pese a que recibe visitas cada 15 días, su pareja y su mamá no han podido darle nada para aliviar su malestar.
El sufrimiento de la familia
Cuando Jesús Martínez estuvo recluido en Valera, estado Trujillo, no tuvo permitidas las visitas ni derecho a una llamada a su familia. Los policías recibían y entregaban la comida que a diario le llevaban sus seres queridos.
El 25 de agosto María Briceño se enteró por familiares de otros detenidos que todos estaban siendo trasladados hasta Tocuyito: «Los policías de ese centro no avisaron, no dijeron nada», recuerda.
Cuando fue llevado a Tocuyito su futura esposa y la mamá viajaban para intentar verlo. Como no conocían la zona, no conseguían dónde quedarse por lo que pernoctaban en casa de un familiar en Maracay, estado Aragua, y viajaban a diario para esperar alguna noticia. Los gastos eran altos porque debían pagar taxis para poder movilizarse.
Briceño lamenta la situación en la que se encuentran como familia porque Jesús Martínez no cometió delito alguno. Las visitas que puede tener cada 15 días se ven afectadas por la falta de recursos económicos.
«No pude ir a la última visita, tengo que trabajar para poder viajar a la siguiente», dijo la joven de 20 años.
Súplica de excarcelación
La familia suplica la excarcelación de Jesús Martínez y defienden su inocencia ante cualquier acusación. El joven trabajador pertenece a un grupo de ayuda de Cáritas, de la iglesia de su comunidad.
«Es una persona con un corazón de verdad enorme, que piensa siempre en ayudar al prójimo. Jesús es una persona que aparta sus problemas para ayudarte a resolver los de los demás. Es injusto todo esto que le está pasando. Él no merece seguir allí», aseguró su pareja.
A pocos días para Navidad la familia espera que la excarcelación de Martínez pueda ser pronto para que su vida continúe.