Emoción, ansiedad, nostalgia, franqueza, ganas de gritar, de bailar y hasta de cantar. Todas esas sensaciones juntas sintió Heikary Fuentes (19) cuando cruzó el portón del Liceo Rafael Rangel, ubicado en Coche.
Salió levantando su dedo pulgar derecho. No le importó que atrás estaba un soldado del Plan República con su fusil en mano.

“Este voto es por mi hermano pequeño, por mis papás, mi familia, mis primos y amigos que están afuera. Es para que pueda ir a los conciertos y escuchar a los artistas que tanto me gustan, para que el negocio que estoy comenzando crezca”.
Heikary no dudó en mostrar su algarabía. Con ella Andrea Díaz (20), su amiga y quien también ejerció su primer voto. Se hacían fotos con el fondo del plantel, el mismo donde un 28 de julio hace tres años ambas salieron con el título de bachiller. Eso les generó nostalgia y de inmediato a Fuentes le brillaron los ojos y se le quebró la voz.

A sus 19 años no ha vivido sino escasez, apagones, falta de agua, de seguridad. “No quiero regresar a eso. No quiero revivir las protestas de 2014, 2017, 2019. Yo no tenía la mayoría de edad, estaba en el liceo, pero aun así lo viví y sufrí. Aquí mismo cerca de mi casa”.
No tardó más de dos horas en ejercer su voto. Su papá y su mamá sufragaron en la misma escuela. Ella en la mesa 1, al igual que Andrea y que Sergio, otro elector por primera vez, y a quienes el susto frente a la máquina los invadió por segundos.
Heikary, Andrea y Sergio son parte de ese nuevo contingente de 4.109 jóvenes que este año lograron inscribirse en el Registro Electoral (RE).

“Sabíamos del proceso, pero esa ansiedad de si la máquina fallaba, o si no salía el nombre nos dio nervios. Pero todo bien”, decía Fuentes, mientras seguía en la sesión de fotos post elección, imágenes que, en cualquier momento, irán a parar a los estados e historias de sus redes sociales.
Hoy 28 de julio madrugó, se arregló y salió con convicción. Fue este año, en marzo, cuando se inscribió en el RE, una tarea que, dijo, no podía dejar pasar. “Este voto hace historia”, repetía mientras levantaba el pulgar al que ya se le borrada la tinta de la almohadilla.
A Heikary le ha tocado hacer tareas sin luz y pedir prestada la conexión al wifi para enviarlas. En su adolescencia fue rutina que sus papás le dijeran que no podía ir a un sitio porque el carro estaba malo o no tenía gasolina.
Le ha tocado, muchas veces, levantarse de la cama y abrir el chorro y ver que no sale agua, recorrer hospitales en busca de atención para su abuelo, para su mamá, para su hermano. Ella ha intentado ser feliz a su manera, “pero igual siento que hay algo que no está bien. No estoy disfrutando lo que mis papás decían que disfrutaron a mi edad. Eso no es justo”.
Ir a la playa, a una discoteca y hasta una pijamada con sus amigas es algo que disfruta, “pero creo que hay mucho más: las oportunidades de crecer, de tener un trabajo, de poder comprar una casa. Eso es algo que a nosotros los jóvenes nos cuesta ahora”, reflexiona mientras voltea a ver las dos colas que ya casi miden una cuadra de largo y en la que se mezclaron las edades: adultos mayores, niños en brazos, jóvenes.
Ya es mediodía y por este centro electoral, donde hay una población de 1.542 votantes, han pasado más de 500 personas. En procesos comiciales anteriores disponían de cuatro mesas, pero para este domingo redujeron la jornada a dos mesas. La dos, donde además votaban los adultos mayores y los asistidos, fue la que presentó más lentitud.
Aun así, las conversas, los recuerdos, los encuentros entre los vecinos hicieron la estadía más tranquila. No hubo quejas en este centro. El único punto rojo (esta vez un toldo verde) que estaba a menos de una cuadra se rodó más temprano y lo pusieron en una plaza cercana.

No más de cinco minutos tardaron en entregar la cédula, votar, meter el papel en la caja y firmar. Una experiencia para estos muchachos que piensan en una Venezuela distinta y que tratan de imaginársela desde ya. “Ahora sí, que venga Danny Ocean”, dijo Andrea Díaz con el entusiasmo a flor de piel.
Ocean es un cantautor venezolano que recién estrenó el video Escala en Panamá, en el cual hay versos que hablan por muchos venezolanos: “merecemos amarnos en nuestras calles, merecemos crecer todos juntos, merecemos perdonarnos, merecemos sentir paz, merecemos estar todos en familia en Navidad”, y que Andrea tarareaba de vez en cuando mientras hace espera en la cola.
Obras vr. Realidad
En la parroquia Coche, al suroeste capitalino, hay 41 centros de votación, donde sufragan un poco más de 52 mil personas. En esta zona las mesas empezaron a funcionar entre 6:00 y 7:00 de la mañana. Ya desde las 5:00 de la mañana había electores haciendo espera, principalmente de la tercera edad.
El centro educativo José Manuel Calcaño, del sector Los Cedros, fue uno de los que registró fallas técnicas, primero en la máquina y luego en la capta huellas. A eso de las 10:00 a.m. solo 10 personas habían ejercido su derecho al voto.

También en el Jardín de infancia La Rinconada y en el colegio Fe y Alegría de Las Mayas, empezando la jornada hubo retraso por la lentitud de las máquinas. Pero, los votantes se tomaron la situación con paciencia.
Desde muy temprano las calles estuvieron concurridas y destacaba la cantidad de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), componentes que hacían constantes recorridos por las vías principales y en las cercanías de los centros.
No solo hacían presencia con las motos, también con las camionetas blindadas e, incluso, en el Liceo Pedro Emilio Coll, donde ejerció su derecho al voto el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, desplegaron guardias en el elevado y un equipo anti motín en una de las calles laterales al liceo en el que votan 5.640 personas, una de las poblaciones electorales más altas de la parroquia.
El mercado municipal, las bodegas y los kioscos abrieron sus puertas bien temprano, mientras se mantenían las colas en las escuelas habilitadas como centros, muchas de ellas rehabilitadas este año.
“Aquí casi nunca se había visto tantas obras juntas. Este año hicieron de todo en la parroquia. Arreglaron las escuelas y liceos, asfaltaron calles, hicieron un bulevar, acomodaron el campo de béisbol. Incluso reconectaron Cantv a muchos de mis vecinos que tenían hasta tres años sin el servicio. Pero uno no vive de pañitos de agua tibia”, dijo Mireya Itriago, de 71 años de edad. De hecho, Nicolás Maduro fue a inaugurar el bulevar el pasado 8 de junio.
Ella, que se dice una mujer resteada, ha estado en la lucha por la participación ciudadana desde que tiene uso de razón. Pero en estos últimos 20 años le ha tocado más difícil alzar su voz. “Sin embargo, no me he retirado de la calle para exigir mis derechos”.
Se le murió una hija de cáncer hace dos años. El resto de sus hijos que estaban fuera del país regresaron para acompañarla. “Estoy cansada, estamos cansados de la comida de la bolsa, de que el hospital de Coche no sirva y de que para que nos atiendan tenemos que mostrar un carnet. Merecemos una vejez digna”, dijo mientras apuraba el paso para ir a otro centro de votación para ver cómo estaba la jornada.
De las obras que se ven por doquier sería mezquino no reconocer que se hizo una importante refracción a la comunidad, por lo menos en fachadas. Eso fue una ganancia para los vecinos, pues comentan que esta parroquia siempre ha estado olvidada a pesar de que es entrada a Caracas, desde el occidente del país, y desde los Altos Mirandinos.
En Coche está el mercado mayorista (Inmerca), la estación principal del ferrocarril, ahora tiene el atractivo del estadio Monumental. Pero también tiene historia, pues a pocos metros de donde estuvo el ministro de la Defensa este domingo están los restos de la Hacienda Coche. Ahí hubo uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia: la firma del Tratado de Coche, entre José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco, que puso fin a la Guerra Federal venezolana entre 1859 y 1863. Por esa razón en 1992 fue designada como la parroquia de la paz.

De eso muy poco se habla. Incluso no se habla de recuperar esos espacios que convirtieron en un núcleo endógeno para personas en situaciones de calle, comentó Rosa Suárez, quien hacía la cola en la escuela básica Coronel Carlos Delgado Chalbaud.
Coche es una zona relativamente joven que data de los años 40. Según el Instituto Nacional de Estadística tenía una población de 57.907 habitantes para 2007, y se estimó que para 2016 la población superaría los 60.000. Ya tiene 34 años desde que se transformó en parroquia y de la cifra actual de habitantes supera los 70.000, de esos muchos adultos mayores que se vieron hoy salir con muletas, andaderas y en sillas de rueda.
Ya a eso de las 3:00 p.m. la afluencia en los colegios electorales fue bajando. De vez en cuando los apoyos a los miembros de mesas se acercaban para asegurar y resguardar los votos. “Me rehúso a perder”, sentenció Andrea Díaz, parafraseando de nuevo a su artista favorito.
