La generación ansiosa

Así está titulado el último trabajo del psicólogo estadounidense Jonathan Haidt (famoso por investigar temas de psicología social), el cual nos relata —apoyado con muchas cifras— el grave daño que está generando el uso de los teléfonos inteligentes, computadoras, consolas de videojuegos, etc., en la salud mental y en el desarrollo cognitivo, emocional y social de nuestros niños y adolescentes (llamada generación Z).

Intentaré no arruinar la lectura de quienes no lo han leído (lo lamento si lo hago, pero este servidor no se perdonaría jamás no compartir la potente evidencia que muestra los perjuicios del uso abusivo de las pantallas).

En primer lugar, Haidt comparte terroríficas cifras que exponen el alza en los niveles de ansiedad, depresión, autolesiones, suicidios, aislamiento y otros trastornos psicológicos en los menores de edad de países occidentales (mayoritariamente Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, entre otros).

Los números alertan

Por ejemplo, desde el 2010 en adelante, el número de niñas que manifiestan tener episodios de depresión ha crecido en 145% y en los niños 161%. Por otro lado, el porcentaje de jóvenes entre los 18-25 años relacionado a la prevalencia de ansiedad muestra un crecimiento por el orden de 140%.

Asimismo, las visitas a las salas de emergencia por lesiones autoinfligidas crecieron en 188% para las niñas y 48% en los niños. Por su parte, las tasas de suicidio han aumentado en 167% en las niñas y 91% en el caso de los niños. Además, las niñas que duermen menos de 7 horas pasaron de 40% a 50%, mientras que los niños de 30% a un poco más de 41%.

No quiero marearlos con los números. Solamente quiero precisar que cualquier medida para identificar el estado de salud mental o grados de socialización para la generación nacida a partir de 1995 que usted quiera revisar (número de hospitalizaciones por salud mental, tiempo compartido con amigos, sensación de vida sin sentido, sensación de soledad, etc.) se tropezará con inquietantes resultados y fácilmente podrá convencerse de que estamos en presencia de una emergencia de salud pública.

¿Cuáles son las causas de esta epidemia?

Haidt identifica el período comprendido entre 2010 al presente como la Gran Reconfiguración de la Infancia, debido a que hoy vivimos en una inmersión profunda al mundo digital. En otras palabras, nuestra infancia ha pasado a nutrirse en un modelo de crianza basado en el juego a uno basado en el teléfono o las pantallas.

Por cierto, hace mención del lanzamiento del primer iPhone (2007), la creación del “Like” y el “Retweet” (2009), la innovación de los celulares con cámara frontal para selfis (2010), la fusión de Instagram y Facebook (2012) y la posibilidad de mejorar artificialmente nuestras imágenes en las redes sociales.

Todo ello enmarcado en una sobreprotección de nuestros niños en el mundo real (poco o nulos juegos con otros niños, alta supervisión por adultos en la calle, cero promoción de independencia para resolver problemas fuera de casa, etc.) y una subprotección en el mundo virtual (bajo control en el tiempo de uso de las redes sociales, creación de cuentas a edad temprana, alta exposición a los algoritmos hechos para adultos, incentivo a la conexión digital, nula supervisión del contenido que consume, etc.).

Dicho de otro modo, ahora los padres estiman que los asesinos, violadores, malas influencias y demás peligros solamente están en el mundo real, mientras que el mundo virtual solamente se disfruta de gatos haciendo gestos graciosos, por lo tanto, mil veces prefieren que eventualmente desarrollen un uso problemático de los videojuegos o reciban un comentario ofensivo que lo lean 500 personas antes que se hagan un moretón con la bicicleta o se les olvide el tomate en la tienda y solo traigan el pan.

¿Cuál ha sido el resultado?

Haidt identifica cuatro resultados perjudiciales (más todas las cifras que se mencionaron anteriormente):

Privación de horas de sueño: las horas de sueño son muy necesarias en un niño que está en pleno desarrollo cerebral y de lo que se aprovechan las compañías tecnológicas.

Privación de relaciones sociales de carne y hueso: las relaciones sociales son fundamentales para el aprendizaje social que necesitan a la hora de resolver inconvenientes en espacios públicos, interactuar con otras personas con diferentes ideas y desenvolverse sin los padres.

Atención fragmentada: Este tipo de atención es esencial para entender ordenes básicas y tener buenos resultados educativos.

Adicción: afecta los deberes diarios en el colegio, en la casa o en las actividades extracurriculares.

En pocas palabras, este nuevo modelo de crianza basado en el teléfono aparentemente ha creado un ambiente adictivo, inestable e inconveniente para nuestros niños y adolescentes, puesto que ha provocado un incremento perturbador de enfermedades mentales y pérdida en los aprendizajes educativos (ver resultados de la Prueba PISA en los últimos 15 años)

¿Alguna solución?

De acuerdo con Haidt, básicamente sugiere que volvamos a la crianza basada en el juego, en la interacción sincrónica y en las actividades al aire libre. Adicionalmente, añade cuatro medidas concretas:

Cero teléfonos inteligentes antes de los 14 años: solamente teléfonos básicos para llamadas y mensajes de texto sin acceso a internet.

Cero redes sociales antes de los 16 años.

Cero teléfonos durante las clases o en el recreo.

Más independencia y juegos libres en el mundo real.

Para terminar, pese a toda la alarmante situación que nos comparte Haidt, la buena noticia de esta generación es que consume menos alcohol, tiene menos embarazos no planificados y menos accidentes de tránsito que las generaciones que les antecede.

Sin embargo, no quisiera que minimicemos las señales rojas: está claro que los consumidores más valiosos de las empresas tecnológicas son nuestros niños, por diferentes razones, especialmente por su nivel de vulnerabilidad psicológica y el aseguramiento de un consumidor rentable a largo plazo. ¿Se los entregaremos? Ojalá que no.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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