Ante la magnitud de algunos conflictos nacionales e internacionales, gran parte de la humanidad espera que la solución o, al menos el alivio a sus padecimientos, provenga de otras naciones u organismos internacionales. Se asume que esas instancias, al ser supranacionales, como cualquier deidad, tienen poder para influir en la solución de los conflictos locales. Esto no siempre es así pero genera esperanza.
Los organismos internacionales han sido creados como espacios de diálogo ante los enfrentamientos armados como forma de resolver conflictos intra e internaciones. Igualmente, se piensa que las resoluciones de estos organismos pueden presionar a los gobiernos problemáticos para que cambien sus decisiones o políticas que se consideran erradas pero, casi nunca, lo logran. La mayor demostración ha sido el papel de las Naciones Unidas (ONU) y otros organismos internacionales ante grandes conflictos actuales.
El papel de los organismos internacionales
La ONU es el foro, creado un poco después del final de la segunda guerra mundial, para reafirmar el valor del diálogo, del verbo sobre el puño y ejecutar acciones en la solución de los problemas de la humanidad.
La ONU es un espacio para el debate de los grandes problemas mundiales y que a través de las agencias y programas que ha creado, ayuda a amainar los grandes problemas de la humanidad en materia de salud, refugio ante conflictos bélicos, promoción de la educación y la cultura, crisis alimentarias y programas para financiar proyectos productivos en los países más pobres, entre otros muchos.
De allí su innegable importancia pero la ONU tiene brazos cortos, como otros organismos internacionales, ante conflictos políticos de los países que la integran.
La función política de la ONU y otros organismo internacionales para el logro de la paz mundial es, precisamente, su talón de Aquiles. En ese aspecto, su acción se limita a acuerdos y resoluciones que no pasan de ser algo simbólico, y que solo, en casos extremos, implica acciones.
Muchas de las grandes decisiones de los organismos internacionales o regionales, llámese ONU, OEA, Unión Europea, Mercosur, etc. son tomadas no en las plenarias donde discuten sus países miembros, sino tras bastidores, en pequeñas oficinas ovales, rectangulares o cuadradas y desde allí salen las decisiones para ser sometidas a votación en la gran sala. Con otra gran limitante: casi ningún acuerdo o resolución de esos organismos sobre un país o conflicto es vinculante o de obligado cumplimiento.
La actual guerra de Gaza es el más bochornoso ejemplo de la ineficacia de estos organismos internacionales en materia política.
La imparable guerra de Gaza
La guerra entre Israel y Gaza no comenzó en octubre del año pasado, cuando un pelotón de guerrilleros de Hamas asaltó un poblado en Israel y atacó a jóvenes que disfrutaban de un concierto al aire libre, asesinando cerca de 1.200 personas y secuestrando a más de 200 jóvenes. No, ese fue un obsceno episodio de un conflicto bélico que explotó hace varias décadas como consecuencia de la decisión, precisamente, de las Naciones Unidas de crear el estado de Israel y situarlo en territorio palestino.
Como respuesta al ataque guerrillero al poblado y al concierto en Israel en octubre pasado, las tropas israelíes han entablado una guerra no solo para vengar a los suyos sino para diezmar todo lo que huela o signifique Palestina. Es decir, una guerra sin fin, genocida.
En diez meses de la invasión de Israel a Gaza se han contabilizado un poco más de 1.200 muertes de israelíes y 40.000 palestinos, como mínimo. Esos números son de población civil, no militares, ni guerrilleros. Además, el ejército Israel ha arrasado con ciudades, pueblos, carreteras, templos, escuelas, hospitales, zonas residenciales, incluidos refugios de quines huyen. En su mayoría familias con niños y niñas.
En la guerra contra Gaza, Israel ha cometido y sigue cometiendo crímenes de lesa humanidad denunciados por expertos internacionalista, organismos de ayuda humanista, periodistas y médicos en la zona y la respuesta de la comunidad internacional, sobre todo de los organismos institucionales, ha sido tibia, tan tibia o fría como son las relaciones diplomáticas. La guerra sigue peor cada dia con su noche.
Resoluciones y sanciones
Ante los desmanes de Israel en Gaza, quizás el crimen masivo más grande en lo que va de siglo, los organismos internacionales se han limitado a declaraciones de sus representantes y resoluciones en las que se ha solicitado a Israel que permita llegar la ayuda humanitaria a los palestinos y, cuando han sido más radicales, han solicitado el cese al fuego.
La respuesta de Israel, miembro de casi todos los organismos que le denuncian y claman por misericordia, es más disparos, más bombas, más cercos, más sufrimiento, más heridos y muertos en la población civil palestina.
En la invasión a Gaza, como en la de Ucrania y en otros conflictos de menor impacto geopolítico y mediático como son los de Haití, Cuba y en países de África y el Pacifico, se ha demostrado la inutilidad de las resoluciones de los organismos internacionales llamando a la paz y al entendimiento e inclusive de las sanciones.
A pesar de vivir en un mundo de guapos y apoyados , hay que apostar por el diálogo, el entendimiento, y mientras antes, mejor, porque allí terminan todos los conflictos, inclusive, los armados.
La presión internacional así como las sanciones económicas han demostrado ser más inútiles de lo que se esperaba. Se requiere de acciones más creativas que acompañen al diálogo.
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